El gran plan mundial de la genética ya se ensaya en Extremadura

El
proyecto Medea
comenzó en Extremadura en 2013, y pretende hacer llegar a toda la población y para toda la vida las optimizaciones del tratamiento que el paciente puede recibir, adecuando a su perfil genético la prescripción de fármacos. Incluyendo esa información en el historial clínico para que, tanto el paciente como el sanitario, puedan tener acceso a él y mejorar así la terapia.
Cuántas veces ha ocurrido que un medicamento funciona para unos y no para otros, esto en parte puede tener que ver con la genética de cada persona. Atender mejor a estos detalles ayuda a ver el cuadro completo que permite una mejor relación médico-paciente.

Adrián Llerena
, responsable de Medea, recuerda perfectamente el comienzo del proyecto. «Fue el día en el que el Papa Francisco se echó a cuestas el Vaticano y nosotros la cruz de Medea. Fuimos a buscar fondos a un sitio distinto, al que Sanidad no suele ir, que fue al de innovación industrial. Especialmente cuando tenemos un sistema de salud que tiene la inercia de prestar servicios, pero la innovación no la tiene puesta en valor. Aun así funcionó». Medea es la única iniciativa de este sentido a nivel mundial que está llevándose a cabo.

El proyecto se ha gestado en el Centro de Investigación Clínica del Área de Salud de Badajoz (CICAB), donde se ha creado la Unidad de Farmacogenética y Medicina Personalizada que lleva el proyecto, de alcance inicialmente regional. El lugar escogido fue Extremadura porque es una población pequeña que solo tiene un sistema de salud y sin grandes diferencias o inequidades sociales. La población está alimentada de forma similar y tienen un único sistema de historia clínica electrónica que cubre tanto primaria como especializada. Y a ello se suma un fuerte sentido de pertenencia a la comunidad.

Visión dinámica
El proyecto despegó el 1 de junio y se han estudiado 474 pacientes y hay 85 investigadores involucrados en 33 centros, a coste cero, incluyendo desde centros de salud pequeños hasta el sistema de trasplante hepático. Se intenta abarcar no solo la superespecialización, sino también los centros de familia en los lugares más recónditos. Y los sanitarios no están cobrando, sino que, tal como indica Llarena, «se está tirando de altruismo» para llevarlo a cabo. Los pacientes se han elegido empezando por los de más necesidad: oncología y personas con trastornos mentales graves. Se han desplazado un equipo de un psiquiatra, un especialista en farmaclínica y tres enfermeros que van a los centros de rehabilitación psicosocial. El objetivo es toda la población, pero priorizando los pacientes en lo que esto tendrá más utilidad.

Para Llerena es un proyecto ‘glocal’, es decir se inicia en un lugar donde controles bien las características, con alto empoderamiento de la comunidad para pensar en la humanidad. Se trata de reconceptualizar el biomarcador genético en el contexto de la evolución del paciente. El coordinador de Medea confiesa que esto cuesta que se entienda porque se piensa de forma estática y compartimentando por especialidades, en lugar de ver al paciente en su conjunto. Cuando un sujeto se medica, esto interacciona con los otros medicamentos que está tomando o ha tomado, su estilo de vida, así como con su alimentación, entre otras variables únicas de ese paciente. Y estos condicionantes van variando a lo largo de una vida.

«La población debe entender que un fármaco es el último recurso y tienen un precio o un riesgo de reacciones adversas que son la sexta causa de muerte», comenta Llerena

La primera fase del proyecto supone reunir la información de 3.000 pacientes, luego surge un concurso de empresas de Inteligencia Artificial y genética para que desarrollen los sistemas que harán posible que esa información esté en una base de datos compartida por el sistema sanitario. Y el siguiente paso es la evaluación del programa que se haya desarrollado. Es una coinnovación entre sistema público-privado. La gran barrera ha sido cambiar la mentalidad, poniendo en valor el conocimiento que genera este trabajo. El obstáculo a nivel de los profesionales sanitarios es usar la genética de un modo que no estaba en sus planes de estudio.

Para Llerena, «la población debe entender que un fármaco es el último recurso y tienen un precio o un riesgo de reacciones adversas que son la sexta causa de muerte». Proyectos como Medea sientan las bases de la medicina de precisión y preventiva. «Evitar algo que la gente no ha incorporado inicialmente como un problema no es sencillo. Igual que tenemos un coche y tenemos un plan de seguridad vial…¿por qué no lo tenemos con los medicamentos?», se pregunta Llarena. Se trata de apostar también por una medicina basada en la prevención y el autocuidado y no solo en el diagnóstico y el tratamiento.

El responsable del proyecto Medea también plantea la necesidad de un software cuántico para farmacogenética, ya que los ordenadores ordinarios no servirán para manejar o almacenar la ingente cantidad de información que supone tener el perfil genético de toda una población. De hecho, es un proyecto distinto en el que también colabora.

Todos estos proyectos adquieren una especial importancia en España por ser uno de los países con mayor cantidad de gente de la tercera edad. Cuando se tiene una población envejecida donde aumenta el uso de fármacos Llerena incide en la importancia de la genómica, en general, y de los test genéticos, en particular. El día de mañana todo el mundo tendrá su cartilla genética. Y la primera piedra para edificar ese futuro ya se ha puesto en Extremadura.

source https://www.abc.es/economia/abci-gran-plan-mundial-genetica-ensaya-extremadura-202110200110_noticia.html

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