Visitamos la Andorra de Ourense y los tres pueblos promiscuos de Chaves

Domingo, 24 de agosto 2025, 19:03

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Un gallo afónico de canto difícil nos despierta. Otro gallo tenor de quiquiriquí vibrante nos desvela. Hemos dormido en la Casa Dos Gallos, un edificio de piedra situado en A Frieira, en el vértice exacto de este viaje: a veinte metros de los marcos número uno de las fronteras de España y Portugal, en el límite entre Pontevedra y Ourense. A un lado, el Miño, que aquí deja de ser frontera fluvial. Al otro, su afluente el Troncoso, que toma el relevo fronterizo.

Por unas pasarelas de madera, llegamos al antiguo puesto fiscal portugués. Cruzamos el Troncoso por un puente peatonal y ascendemos hasta un bar-bodega de nombre irrebatible. Se llama Aquí começa Portugal, sirve un vino albariño etiquetado Aquí começa Portugal y se encuentra en el punto más septentrional del país, donde, efectivamente, empieza Portugal. Delante del local, una inscripción en el pavimento avisa de que estamos en la aldea de Cevide, kilómetro cero del país.

El dueño del bar se llama Mario y es enfermero en Ponte de Lima, «pero no quería que mi aldea se perdiera y llevo 20 años promocionándola». Mario abre los fines de semana su Aquí começa Portugal, que se ha convertido en destino iniciático de moteros y turistas de todo el país, un centro de peregrinación rayana desconocido en España.

«Mis padres vivían del contrabando y yo mismo pasé inmigrantes clandestinos por esta frontera. Se decía que debajo de las vides había más plátanos de Canarias que uvas porque desde aquí surtíamos de fruta española de contrabando al norte de Portugal. Durante la II Guerra Mundial, por aquí escaparon 500 judíos huyendo de Hitler», cuenta la historia secreta de la frontera más septentrional de su país.

Volvemos a España por un bosque de ribera, cruzamos la frontera por un moderno puente helicoidal y seguimos nuestro viaje. La siguiente etapa es el Couto Mixto o la Andorra que no pudo ser. En la Raya seca de Ourense hay tres pueblos, Santiago, Rubiás y Meaus, que, entre los siglos XII y XIX, no fueron españoles ni portugueses, sino un microestado de 26.9 kilómetros cuadrados llamado Couto Mixto. Tenían autogobierno, sus vecinos estaban exentos del servicio militar y de pagar impuestos, podían dar asilo a los prófugos de la justicia y comerciar libremente por un Camiño de Privilexio.


Albariño fronterizo. Mario con su vino Aquí Começa Portugal.


E. R.

El tratado de Lisboa de 1864 estipuló que el Couto Mixto pasara a España a cambio de tres pueblos de la provincia de Ourense: Lama d’Arcos, Soutelinho da Raia y Cambedo. Son los pueblos promiscuos: quedaron en plena frontera y muchas de sus casas tenían una puerta a España y otra a Portugal para favorecer el contrabando. La solución fue fácil: se movió la frontera 100 metros y se acabó el problema.

Cruzamos estos pueblos perdidos. Hay muchas casas derruidas, todas con varias puertas, las carreteras a España son mejores que la que lleva a Chaves, capital del distrito, a los muertos los entierra una funeraria española, el pan es portugués… Parece como si quisieran mantener su carácter promiscuo, ajenos a las divisiones fronterizas negociadas en Madrid y Lisboa.

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