Hace treinta años España pasó la noche del 12 de agosto en vela mirando al cielo. Los astrónomos y expertos anunciaron una tormenta de meteoritos como no se había visto en más de cien años, los periódicos contaban con pasión la historia y los informativos abrían con la noticia ante un verano seco de agua y de noticias frescas. Las crónicas explicaban lo maravilloso que iba a ser el espectáculo y que se iba a repetir la escena que había asustado siglos atrás a los que vieron algo parecido en noviembre con las Leónidas, otras estrellas fugaces famosas.
Y aunque luego no fue para tanto lo que el cielo nos regaló, desde ese año se puso en el calendario veraniego una cita con la Constelación de Perseo a mediados de agosto. Se convirtió en tradición mirar al cielo cuando se acerca el día de San Lorenzo, la mejor época para ver meteoritos en la noche y poder pedir deseos a tutiplén entre estrella y estrella fugaz.
Este sábado es la noche de las lágrimas de San Lorenzo. Lluvia de estrellas al noroeste del firmamento. Y en realidad, y aunque se las denomine así, no son estrellas sino meteoros: partículas de un cometa, del tamaño de un grano de arena o, las más grandes, como canicas, que se desintegran con un fogonazo a un centenar de kilómetros de altura por la fricción que sufren al penetrar en la atmósfera terrestre.
El ‘padre’ de las Perseidas es el 109P/Swift-Tuttle, un astro de 9,78 kilómetros de diámetro bautizado así en honor a quienes lo descubrieron en 1862. Tarda 135 años en completar su órbita alrededor del sol y algunos de sus fragmentos que se desprendieron de él atraviesan la atmósfera cerca de la constelación de Perseo, semidiós griego, hijo de Zeus, que se casó con Andrómeda tras rescatarla del castigo de Poseidón por culpa de la vanidad de su madre, Casiopea.

A la caza de las Perseidas
Las ‘estrellas’ son en realidad fragmentos del cometa 109P/Swift-Tuttle, cuya órbita alrededor del Sol es de 133 años
109P/SWIFT
-TUTTLE
Meteoroide
Órbita de la Tierra
En su órbita, el cometa deja
meteoroides (gases, polvo y materiales rocosos)
Los meteoroides se chocan con la atmósfera de la Tierra a gran velocidad:
Las partículas se desintegran en la atmósfera con un
destello brillante, que es la estrella fugaz

A la caza de las Perseidas
Las ‘estrellas’ son en realidad fragmentos del cometa 109P/Swift-Tuttle, cuya órbita alrededor del Sol es de 133 años
109P/SWIFT
-TUTTLE
Meteoroide
Órbita de la Tierra
En su órbita, el cometa deja
meteoroides (gases, polvo y materiales rocosos)
Los meteoroides se chocan con la atmósfera de la Tierra a gran velocidad:
Las partículas se desintegran en la atmósfera con un
destello brillante, que es la estrella fugaz

A la caza de las Perseidas
Las ‘estrellas’ son en realidad fragmentos del cometa 109P/Swift-Tuttle, cuya órbita alrededor del Sol es de 133 años
Órbita del
109P/Swift-Tuttle
Los meteoroides se chocan con la atmósfera de la Tierra a gran velocidad:
En su órbita,
el cometa deja
meteoroides (gases, polvo y materiales rocosos)
Meteoroide
109P/SWIFT
-TUTTLE
Órbita de la Tierra
Las partículas se desintegran en la atmósfera con un destello brillante, que es la estrella fugaz
Todas las constelaciones de esta historia novelesca de la mitología griega están cerca. Y Casiopea, con forma de ‘W’, nos ayuda a situar la estrella polar y a la vez centrar la zona donde más estrellas fugaces caen. Hay que buscar esa uve doble y mirar al sur o ‘debajo de ella’ . Allí se encuentra la una ‘Y’ extraña que forma la constelación de Perseo. Por ahí pasa el cometa que nos ofrece el espectáculo y hacia ahí hay que dirigir la mirada.
La visita de las Perseidas se produce cada verano, entre mediados de julio y finales de agosto, y su periodo de máxima actividad se produce en torno al 10 de agosto –de ahí que se conozcan popularmente como ‘lágrimas de San Lorenzo’, pues es el día del santo–, cuando pueden observarse hasta cien meteoros por hora. No resulta fácil predecir exactamente el momento en que se producirá este pico, pero sí aproximarse lo suficiente para que la espera no se convierta en una frustrante pérdida de tiempo.
Los consejos siguen siendo los de siempre: Encontrar un sitio oscuro, cuanto más mejor; llevar algo para tumbarse y para abrigarse, aunque este año la ola de calor que estamos sufriendo quizá nos haga estar más cómodos.
Nada de prismáticos ni telescopios: solo buena compañía y, mientras se habla, mirar al cielo y estar cargado de deseos: uno por cada estrella fugaz. Porque los destellos son muy rápidos y no hay que perder la vista al horizonte ni un momento.

¿QUÉ VOY A VER EN EL CIELO?
Buscamos el NORTE porque allí está la constelación de Perseo, radiante de estas estrellas fugaces. Para localizarlo, debemos fijar la vista en la ESTRELLA POLAR, de la constelación de la Osa Menor
Estrella Polar
Camelopardalis
La constelación
aparecerá por el
Noreste e irá ganando altitud
Es el radiante de los meteoros, es decir, el punto de donde parecen ‘salir’

¿QUÉ VOY A VER EN EL CIELO?
Buscamos el NORTE porque allí está la constelación de Perseo, radiante de estas estrellas fugaces. Para localizarlo, debemos fijar la vista en la ESTRELLA POLAR, de la constelación de la Osa Menor
Estrella Polar
Camelopardalis
La constelación
aparecerá por el
Noreste e irá ganando altitud
Es el radiante de los meteoros, es decir, el punto de donde parecen ‘salir’

¿QUÉ VOY A VER EN EL CIELO?
Buscamos el NORTE porque allí está la constelación de Perseo, radiante de estas estrellas fugaces. Para localizarlo, debemos fijar la vista en la ESTRELLA POLAR, de la constelación de la Osa Menor
Estrella Polar
Camelopardalis
150-160
meteoros/hora
La constelación
aparecerá por el
Noreste e irá ganando altitud
Si se cumplen las mejores previsiones, podrían llegar a 500 por hora
Es el radiante de los meteoros, es decir, el punto de donde parecen ‘salir’
Las Perseidas son las más conocidas porque coinciden con el verano, pero no son necesariamente las más espectaculares. Unos sesenta chaparrones de estrellas caen cada año, y algunos, como el de las Leónidas, a mediados de noviembre, ha deparado registros espectaculares de miles de bólidos por hora. Aunque con números más discretos, las Perseidas batieron récord aquel 1993 con cerca de 300 por hora, como consecuencia del paso del cometa, que fue visible desde la Tierra en 1992. Fue importante, como ya habíamos dicho
La Rioja, lugar privilegiado
No hay que irse muy lejos para disfrutar de las Perseidas con una gran calidad. Desde julio de 2012, la Reserva de la Biosfera en La Rioja Baja se convirtió en el primer Destino Turístico Starlight español. Este reconocimiento indica que desde Laguna de Cameros a Cornago el cielo nocturno es perfecto para la observación del firmamento. Son zonas con muchos días despejados, la nitidez y transparencia de los cielos el 50% de las noches es de gran calidad y apenas hay interferencias luminosas que estropeen el negro de la bóveda estelar. Además este año tendremos suerte porque la luna está en fase decreciente. Comenzó esta fase el 8 de agosto y será nueva el próximo miércoles. Su luz así no molestará para poder disfrutar no solo de las perseidas, también de la Vía Láctea y el resto de constelaciones y planetas que nos ofrece el firmamento.
¿Y por qué llora San Lorenzo?
La noche de las lágrimas de San Lorenzo no es sólo de disfrute. Muchos profesionales investigan el fenómeno. Pero la mayoría son aficionados y curiosos que trasnochan para ver las lágrimas de San Lorenzo, que recuerdan las que vertió este mártir, que vivió en el siglo III, cuando el emperador romano Valeriano decidió cocinarlo a la parrilla.
Según la tradición, el mártir aún tuvo humor de pronunciar su «assum est, inqüit, versa et manduca», traducido castizamente como «ponedme del otro lado, que de éste ya estoy asado». Aunque siendo rigurosos, el día 12 habría que hablar de ‘lágrimas de Santa Hilaria (de Augsburgo)’. Corría el siglo IV cuando fue quemada viva. La apresaron junto a la sepultura de su hija, que había corrido idéntica suerte poco antes. Sin duda, también se ganó su derecho a llorar en la tierra y desde el cielo.
Enlace de origen : Una noche para ver llover luz