
Hasta hace no tanto, ser jefe era el sueño de muchos trabajadores. El porqué y el para qué de todos sus movimientos profesionales. El premio … a los esfuerzos, a su supuesta valía. Y conllevaba (se supone que aún lo hace) más libertad de acción y decisión, también más dinero… Así que la propuesta de ascenso, tradicionalmente, hacía mucha ilusión a casi todo el mundo. Y, aunque siempre ha habido gente que lo ha visto como un horror, en el pasado eran tachados de excéntricos… Pero ahora no tanto. Y por una simple razón: cada vez es menos raro que alguien decline esta oportunidad. Según un reciente informe de Infojobs, el 57% de los trabajadores españoles no está interesado en un ascenso y los dos motivos principales son que creen que va a poner su vida patas arriba y que, encima, ni siquiera tienen claro que vaya a suponer una mejora salarial. Pero sí más estrés, tener que gestionar a compañeros y meter más horas.
Algunos teóricos ya se han sumergido en este asunto para desentrañar el ‘misterio’ de las negativas a ser jefes. Cal Newport –profesor de Ciencia Computacional de la Universidad de Georgetown y autor de ‘Hazlo tan bien que no puedan ignorarte’ (ediciones Península)– ha concluido que una de las reglas para ser feliz en el trabajo –todas las que apunta son diametralmente opuestas a lo que siempre se ha dicho– es no aceptar los ascensos sin cuestionarlos. Según Newport, debemos pensar por qué hay gente que nos quiere colocar en ese lugar y (normalmente) pagarnos más por ello. Y darnos cuenta así de que no va a ser gratis. ¿Estamos dispuestos? ¿Estamos preparados? «La clave está en decidir cuándo es el momento de demostrar valor en las decisiones laborales: si sabes medir los tiempos, te espera una vida laboral fantástica, pero, si te confundes y caes en la primera trampa al buscar una mayor autonomía, el desastre acechará», resume Newport. Es decir, la primera norma es no aceptar por el subidón y por dar una alegría a nuestro ego, sino pensárselo bien. Dos expertos desgranan los porqués más habituales del rechazo.
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Porque desequilibra tu vida
Se habla mucho de que es la generación Z (ahora veinteañeros) la que declina responsabilidades laborales, y puede ser que lidere este fenómeno, pero detrás hay mucha más gente de todas las edades que sigue su ejemplo. «Las personas con propósitos de vida distintos a escalar en el organigrama laboral buscan más un equilibrio entre la vida profesional y personal», indica PilarLlácer, experta en Recursos Humanos, especialista en ética de los negocios y asesora de empresas. Subir en el escalafón suele ser un obstáculo para conciliar. Y eso es una ‘red flag’. La experta indica que «lo que se ha roto definitivamente es un modelo de éxito profesional, que ya no es sinónimo de ascender».
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Porque el modelo está viejo
No es que la gente se asuste cuando le plantean un ascenso y suelte un ‘no’, la cuestión es que «el presencialismo y el modelo de liderazgo de antaño ya no valen y están siendo deconstruidos», indica Llácer. Ya nadie quiere sumarse a un sistema que va camino de desaparecer, con no pocos disgustos por el camino.
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Porque no te tira el estatus
«Ya no nos gusta tanto el sentido de la jerarquía, ni el estatus; todo esto se ha perdido. Ya ni siquiera el reconocimiento salarial motiva como antes». Así lo entiende Fernando Botella, experto en recursos Humanos y CEO de Think&Action: «Antes, ser jefe hacía que los demás te respetaran y te reconocieran, pero ya no es así. Hoy puede parecer una carga… Incluso pueden llegar a señalarte con el dedo como diciendo ‘pobre hombre’».
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Porque no te interesa mandar
Actualmente se valoran mucho más las competencias emocionales, una colaboración más horizontal, estar en equipos de trabajo poderosos… «Liderar sí tiene pedigrí, pero mandar como jefe no», resume Botella.
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Porque paras de crecer
A veces, cuando nos ofrecen un puesto, esto lleva aparejado dejar de hacer cosas de tu profesión que te gustan. Por ejemplo, un cirujano puede tener que dejar de operar (o hacerlo menos); un periodista, de escribir; un científico, de estar en el laboratorio a diario… «A veces nos hacen jefes y paramos de crecer, paramos de crear y también paramos muchas veces de poder influir de forma positiva en los demás, a diferencia de cuando trabajamos colateralmente o transversalmente», resume Botella.Y esto echa para atrás a muchos profesionales.
¿Y ellos qué dicen, merece o no la pena?
¿Y si preguntásemos a los jefes si están contentos con la decisión de aceptar el ascenso que tomaron en su día? En ‘petit comité’, muchos te dirán eso de «no merece la pena».Sin embargo, los pocos estudios que se han hecho al respecto van en sentido contrario. Según un informe de Pew Research Center, los jefes están más satisfechos que los ‘curritos’ de a pie con su cometido laboral, con su situación financiera y hasta con su vida familiar. Eso sí, la mitad de los que se habían ‘apeado’ de la jefatura por el motivo que fuese afirmaban que no volverían a asumir un puesto de responsabilidad, porque se está más tranquilo como empleado. Eso sí, los investigadores concluyeron que había algo de ‘trampa’ en estas conclusiones. El caso es que los jefes solían tener más edad que los empleados y esa podría ser la razón de su satisfacción, más que su cargo. Es decir, que los empleados, cuando son más mayores, ganan en tranquilidad y en satisfacción con su trabajo y sus ingresos.
Enlace de origen : ¿Un ascenso? No gracias, las razones para renunciar a ser jefe