Donald Trump se encuentra camino del Parlamento hebreo después de haber aterrizado en el aeropuerto de Ben Gurion. El máximo dirigente de EE UU se … ha reunido con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y con su homólogo hebreo, Isaac Herzog, quien ha asegurado que «el legado del presidente Trump será recordado durante generaciones por el Estado de Israel y el pueblo judío».
Trump ha conversado a pie de pista con sus enviados especiales, Steve Witkoff y Jared Kusnher, y su hija, Ivanka Trump, que llevan en Jerusalén desde el pasado viernes. En su discurso ante la Cámara, ha anunciado que su propósito es hablar de «paz».
El líder estadounidense considera que la liberación de los rehenes y el acuerdo de alto el fuego en Gaza «podría ser la cosa más importante en la que haya estado involucrado nunca». Así lo ha manifestado al portal de noticias Axios durante el vuelo que le conduce a Jerusalén. El presidente de Estados Unidos se ha mostrado muy satisfecho de cómo discurre el proceso hasta el momento y confesado que fue «fantástico» ver a medio millón de personas el sábado en la plaza de los Rehenes de Tel Aviv festejando la inminente libertad de los cautivos.
El líder republicano ha asegurado al medio informativo que los ataques con el programa nuclear de Irán el pasado junio resultó un factor clave para el proceso de paz al debilitar al principal aliado de Hamás en la región. También ayudo a sentar a los países árabes en la mesa de negociaciones con Israel y Hamás, ha dicho el mandatario estadounidense, que será galardonado con la Medalla Presidencial de Israel, según ha desvelado este lunes su homólogo hebreo, Isaac Herzog.
Trump ha querido disipar dudas sobre un posible horizonte bélico en Gaza después de que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijera este domingo que la campaña militar no ha terminado y señalara que el «enemigo intentaría recuperarse» para «atacar» de nuevo. «La guerra ha terminado», ha subrayado el inquilino de la Casa Blanca desde el Air Force One, antes de advertir sobre su disgusto si alguno de los actores de este acuerdo le «decepcionase». «Creo que la gente está cansada» de un conflicto que ha durado «siglos», ha añadido el presidente, quien ha reiterado que tiene «garantías de Israel y Hamás para perseverar en favor de la paz.



Trump visita este lunes Oriente Medio, en el ambiente más entusiasta que podía imaginar alguien de su personalidad y de su ego. El sábado por la noche, medio millón de israelíes corearon repetidamente su nombre en la plaza de los Rehenes de Tel Aviv, durante la última vigilia desde finales de 2023 para pedir la liberación de los secuestrados por Hamás.
Muchos de los reunidos, a sabiendas de su decepción por no haber recibido el Nobel de la Paz, gritaron que merecía mucho más que el galardón del comité noruego. Y su enviado especial, y amigo personal desde hace cuatro décadas, Steve Witkoff, elogió desde la tribuna de oradores su «audaz liderazgo» que «ha unido a naciones que antes estaban divididas por generaciones de conflicto». Si en alguna ocasión el líder republicano soñó con un reconocimiento internacional así -y seguro que han sido muchas veces-, esta es, desde luego, la hora Trump.
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El mandatario ha volado desde Washington a Israel y Egipto para recoger las mieles del alto el fuego en Gaza y el reencuentro de los rehenes con sus familias. La primera escala es Jerusalén, donde llega a las 9.20 horas (las diez y veinte en España) para hablar ante el Parlamento, un reconocimiento que la Cámara hebrea no ha otorgado a un presidente estadounidense desde George W. Bush en 2008. No está previsto que viaje a Tel Aviv y se haga la foto en la plaza de los rehenes por motivos de seguridad. En cambio, se entrevistará en privado con el primer ministro Benjamín Netanyahu, altos mandos del ejército y familiares de los cautivos liberados en un acto simbólico sobre los esfuerzos estadounidenses para su rescate. En la Knéset, ante los diputados de todas las ideologías, su objetivo consistirá en «mostrar el compromiso de Estados Unidos con la estabilidad y la reconstrucción de la región».
El dispositivo de seguridad es, simplemente, espectacular. Desde el domingo muchas calles de la ciudad permanecen vacías, cerradas a los transéuntes al igual que decenas de carreteras y el espacio aéreo. Trump tiene muchos enemigos entre las facciones proiraníes y aquellos afines a Hamás que no aceptan forzar a su milicia a dejar las armas en Gaza. Decenas de miles de policías nacionales hebreos, agentes de fronteras, miembros de los servicios de seguridad de Israel y EE UU, así como unidades militares de élite, controlarán cada paso del mandatario esradounidense, que después partirá hacia Egipto.
Allí le aguarda su presidente, Abdel Fattah Al Sisi, satisfecho por el discurrir del proceso, con el ánimo de firmar de modo solemne el acuerdo de alto el fuego que a finales de la semana pasada rubricaron discretamente los negociadores israelíes y palestinos. Anoche aún no se había precisado si la ceremonia tendría lugar en la ciudad-balneario de Sharm El-Sheikh, donde se han desarrollado las conversaciones o en El Cairo. Al acto asistirá una veintena de líderes occidentales -Emmanuel Macron, Keir Starmer, Friedrich Merz o Giorgia Meloni, entre otros- y árabes, además del secretario general de la ONU, António Guterres; el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan.
Seguridad extrema
Miles de policías siguen los pasos del mandatario, que hablará en el Parlamento en Jerusalén y luego se trasladará a Egipto
A título póstumo
Apenas estará unas horas en la región, ya que este martes entregará en Washington la Medalla Presidencial a Charlie Kirk
Marginado durante el mandato de Joe Biden, con el que mantuvo serias divergencias, Trump recuperó al líder de Turquía en la actual negociación. La semana pasada, en un momento decisivo del diálogo, Erdogan envió a su jefe de Inteligencia, Ibrahim Kalin , a participar en las conversaciones en Egipto y recordarle al líder de Hamás Al-Hayya que era su última posibilidad de frenar la guerra. Lo mismo que le dijeron los gobiernos árabes. La negativa inicial del jefe islamista a todo el documento cambió en 48 horas.
El presidente español, Pedro Sánchez, quien ha defendido reiteradamente la solución de los dos Estados, también ha sido invitado a la ceremonia, que su homólogo estadounidense convertirá en una cumbre rápida sobre los próximos retos en Gaza. Desea afianzar su plan de veinte puntos, con la instauración de una fuerza multilateral de seguridad y la reconstrucción del territorio como objetivos inmediatos. Según un comunicado de la presidencia egipcia, el encuentro persigue «poner fin a la guerra, reforzar los esfuerzos por la paz y la estabilidad en Medio Oriente y abrir una nueva etapa de seguridad regional». Será la primera vez que Sánchez y Trump se encuentren después de que esta semana el segundo sugiriese la posibilidad de expulsar a España de la OTAN por incumplir el 5% del gasto en defensa.
Una mujer ondea una bandera de EE UU y exhibe un retrato de Trump en la Plaza de los Rehenes.
Reuters

Trump sabe que este viaje es importante para él. Quiere proyectar una imagen de liderazgo personal sobre la normalización de Oriente Medio y la búsqueda de la paz mundial. Le falta Ucrania. Ya hay rumores de que en las próximas semanas su gabinete podría redoblar los esfuerzos con Rusia para establecer una nueva reunión con Putin. El líder republicano es consciente de que el silencio de las armas en Gaza es aún frágil, por lo que quiere garantizarse el apoyo de los socios árabes.
Pero tampoco su viaje será largo. Alrededor de doce horas estará en Oriente Medio. El presidente quiere regresar a Washington para conceder este martes la Medalla Presidencial de la Libertad al referente conservador Charlie Kirk, asesinado hace un mes por un francotirador juvenil durente un mitin en la Universidad de Utah.
Ivanka Trump, hija del mandatario estadounidense y mujer de Jared Kushner, uno de los grandes artífices del acuerdo sobre la Franja, habló el sábado por la noche para la multitud congregada en la plaza de los Rehenes. Les dijo que venía en su nombre. «¡Donald Trump! ¡Donald Trump!», coreaban medio millón de almas. «El presidente quería que yo compartiera que él los ve, los escucha, y está con ustedes siempre. Siempre», recalcó Ivanka. «El regreso de cada rehén no es solo un momento de regreso a casa y alivio. Es un triunfo de fe, de valentía y de nuestra humanidad compartida», añadió emocionada.
El enviado estadounidense Steve Witkoff, en Tel Aviv, junto a Ivanka Trump y Jared Kushner.
Reuters

Un capote a Netanyahu
Por su parte, Witkoff agradeció en su turno de palabra el esfuerzo clave de los países árabes y musulmanes y echó un capote a Benjamín Netanyahu en medio de una ola de silbidos de desaprobación. «Creánme, ha sido una figura muy importante. El primer ministro y su equipo han sacrificado muchísimo por este país». Abucheos.
La efervescencia que el inquilino de la Casa Blanca ha desatado en Israel contrasta con el entusiasmo limitado en su propio país. Los menores de 30 años rechazan en general a Israel y la reputación de este país se encuentra en su momento más bajo en EE UU. Muchos consideran que el presidente ha sido demasiado indulgente con la masacre en Gaza y la política moral de Netanyahu. Le reprochan además que haya sancionado a las universidades y enviado a la Policía a las protestas en los campus bajo el argumento de un supuesto antisemitismo.
Y, por si fuera poco, algunos analistas han señalado en los últimos días que la paz que Trump busca fuera de las fronteras con su política exterior contrasta vivamente con la creciente tensión generada en Estados Unidos por el despliegue de la Guardia Nacional en Washington, Portland o Chicago. Horas antes de despegar hacia Jerusalén, un juez federal limitó las atribuciones de este Cuerpo en su despliegue en Illinois. El gobernador de este Estado, el demócrata J.B. Pritzker, escribió en X: «Donald Trump no es un rey y su Administración no está por encima de la ley».
Netanyahu advierte que la campaña militar no ha terminado
«Mañana (por este lunes) marca el comienzo de un nuevo camino. Un camino de construcción, un camino de sanación y, espero, un camino de unidad», declaró anoche el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en un mensaje grabado en vísperas de la anunciada liberación de los rehenes por parte de Hamás. Es «una noche de lágrimas; una noche de felicidad», añadió sobre el «histórico» regreso de los cautivos, «que algunos no creían que sucedería jamás».
Netanyahu admitió indirectamente que su gestión de la crisis no ha sido bien recibida por un importante sector de la población ni por todo el espectro político, máxime tras el rechazo a la tregua del sector ultra de su gabinete. «Sé que tenemos muchas diferencias. Pero hoy, y espero que también en el período que se avecina, tengamos todas las razones para dejarlas de lado», pidió antes de reclamar de nuevo la «unidad» para conseguir «victorias espectaculares». El primer ministro recordó finalmente que la campaña militar no ha terminado y «aún nos esperan importantes desafíos de seguridad. Algunos de nuestros enemigos intentan recuperarse para volver a atacarnos».
Enlace de origen : Trump se dirige al Parlamento hebreo para hablar de «paz»