Temple de Urdiales y audacia de Talavante

La paciencia es algo que los aficionados a los toros tienen por arrobas y este sábado, en el coso multiusos de Arnedo se puso a prueba. El inicio del festejo se retrasó porque los galenos se demoraron. Con verónicas parsimoniosas saludó Urdiales al abreplaza que no acabó de emplearse en el caballo. El riojano se puso en el platillo para firmar un quite por ceñidísimas chicuelinas. Urdiales brindó a Javier Rubio, presidente del Club Taurino de Arnedo, e inició la faena por estatuarios y se lo sacó con muchísima torería a los medios. Diego esculpió todas y cada una de las embestidas del pronto Jandilla. Con paciencia, de uno en uno, llegaron naturales largos. Regresó a la diestra y, dando tiempos, llevó al astado embebido en la muleta. Hizo todo con suma suavidad, despacio, andando entre muletazos para que el animal, que no andaba boyante de fuerza, repusiera. Y llegó una tanda más sentida aún que las anteriores, prácticamente en los medios, con Urdiales entre los pitones con un toque que parecía una caricia que desembocaba en derechazos llenos de torería. Cortó un apéndice.

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