Al pop hay que agradecerle muchas buenas canciones, muchos himnos de juventud y nostalgia. Al pop, por tanto, también hay mucho que perdonarle, igual que al rock, al rap, al heavy… Todo es equilibrio en esta vida. A una banda pop como Aiko El Grupo se le pueden perdonar muchas cosas, como que tengan que afinar la guitarra en la primera canción, que aparezca en medio del escenario la que parecía su administradora de redes sociales en pleno directo y les grabe como si tocase un instrumento más, como que sus canciones sean superficiales y un poco tontas, sin demasiada trascendencia. Pero lo imperdonable es que la cantante y guitarrista Lara Miera salga a tocar calzando unas ‘crocs’. Dónde quedan las puestas en escena de Madonna, Lady Gaga, Beyoncé… Hubieran sido más transgresoras unas pantuflas.
Al fin y al cabo, tocaron rápido, casi a ritmo de punk. Y contaron con un grupo de fans en primeras filas que corearon sus canciones. Aiko El Grupo es la banda apéndice de Repion, que lidera Teresa con su hermana Marina Iñesta, guitarrista de Mikel Erentxun. La banda es un chicle sabor melón, con letras como la de ‘A la mierda’ que filosofa «Otra persona que no me quiere. Me miro preocupada mientras me seco el pelo» y la de ‘Niños furbito y niñas lo que sea’, que rima «Vaya día que llevo, me ha salido un grano nuevo», pero que, de pronto sorprende con la versión, bastante digna, de ‘Toro’ de El Columpio Asesino. Intensidad demostraron como un grupo de rock, también fuerza, pero las letras… son demasiado jóvenes, si es que se puede ser demasiado.
MUWI vivió su primer día grande, que en realidad es el segundo, ya con el recinto a pleno rendimiento. Lo cierto es que, a pesar de su historia, para lo feo que es el espacio Valbuena como aparcamiento, porque supone una masa de vehículos apelotonado, el festival ha sabido sacarle partido, dotarlo de atractivo y convertirlo en un notable recinto de conciertos estivales.
También pop, pero con más entidad, es Rozalén, una de las cabezas del cartel del MUWI de este año. La que se esperaba que fuera la Amaral de esta edición y llenar. La afluencia fue ya sobresaliente y renovó al público puesto que de la juventud que imperaba en Aiko El Grupo se dio paso a una mayoría absoluta de adultos. La manchega presentó, sobre todo, las canciones de su último disco, ‘El abrazo’. La suya es una voz tremenda, una forma de cantar entre la canción tradicional española, copla, jota y folk, pero inmersa en el pop actual, con una banda al completo y, sobre todo, un compromiso artístico y personal que la engrandece. Así, ha logrado integrar con naturalidad en su espectáculo a una intérprete de lengua de signos, Beatriz Romero, sin la que ya no se conciben sus canciones.
Rozalén es una música casi religiosa, que esparce buenas sensaciones y enseñanzas. Quizá el mayor mérito haya sido encajar a una artista como Rozalén, que pasa de la jota al rap y la cumbia como quien cruza de calle sin mirar, en un festival en origen indie pero el público lo agradeció. Ella recordó su paso por Viniegra de Abajo, el sufrimiento de su pueblo por la dana y desarrolló un directo suave, agradable, emotivo.
Al cierre de esta edición empezaban a tocar Califato 3/4. Por delante todavía quedaba otro de los platos fuertes de este MUWI, el regreso de León Benavente.
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Enlace de origen : Rozalén acaricia el MUWI con su voz