La peor DANA del siglo, que se ha cebado con absoluta dureza con el área metropolitana de Valencia, ha dejado también muchos milagros e historias de superviviencia. Una de ellas es la del camionero calagurritano Arturo Gutiérrez, quien después de que el pasado martes saliese a las seis de la mañana de Logroño en ruta hacia la Comunidad Valenciana se vio atrapado durante doce angustiosas horas en una corriente de lodo, coches y camiones en el polígono El Oliveral de la localidad de Ribarroja del Túria. Una tapia y el haber salido de su camión con antelación le salvaron la vida. Ayer, en Calahorra, en su casa, a donde llegó el jueves por la noche después de que su padre y hermano se desplazaran a Valencia para intentar recogerlo, a pesar de las recomendaciones de no viajar hasta este provincia, respiraba aliviado y agradecido por poder contarlo.
Lo ocurrido («que nunca se me va olvidar») lo relata con todo detalle. Recuerda que eran las cinco de la tarde cuando, después de circular durante tiempo «prácticamente parados» y con lluvia, «me quedaban 400 metros para llegar al barranco que separa los dos polígonos» que se encuentran en la zona. «Llegó un momento en el que el tráfico se paró y las calles quedaron bloqueadas de coches y camiones», rememora. Fue entonces cuando «el caudal subió» y «empecé a ver en el agua como el chapapote del Prestige, ramas, maleza…» En ese momento «escuché a una persona gritar: ¡el barranco!».
El desbordamiento era ya un hecho. «El agua venía encañonada hacia el camión y los coches y los contenedores empezaron a flotar», continua.
Arturo GutiérrezRiojano atrapado en la DANA«Ni con un millón de palabras se puede describir el nivel de destrucción que había»
Salir del vehículo era una necesidad. Sin embrago, con varios coches flotando junto a las dos puertas de la cabina se hacía sumamente complicado. «O salgo del camión o me ahogo», se dijo. Por suerte, un «coche que flotaba a mi derecha se fue; dejó un hueco; abrí la puerta y pude salir y subir a una tapia que estaba justo al lado». Había podido coger «la chaqueta y el móvil» con el que inmediatamente llamó a su mujer para advertirle de lo que pasaba y a la vez tranquilizarle de que él «estaba bien».
Imágenes del estado en el quedó el camión de Arturo una vez que descendió el agua en el Oliveral.
I. Á.


Charo, su mujer, vivió las siguientes horas angustiada, pegada al teléfono («aunque solo le pedía que mandase un WhastApp cada media hora para no gastar bateria) y a la televisión donde se iban sucediendo las imágenes dantescas del paso de la DANA.
El nivel del agua continuaba subiendo. «Me tocaba ya los pies y al darme la vuelta vi que tenía detrás otra tapia más alta a la que me subí», cuenta. La decisión, una vez más, le salvó la vida. Minutos después «un coche que flotaba se chocó contra la primera tapia y ésta se vino abajo». «Si llego a estar ahí, con la fuerza de la corriente no sé donde hubiese aparecido», decía ayer. Desde esa tapia las imágenes que podía vislumbrar con la noche encima y la angustia por saber que en cualquier momento su teléfono se quedase sin batería eran tan dramáticas como la suya. «En el techo de la terraza del bar de enfrente estaban subidas cuatro personas y desde las instalaciones de Ibermutua oíamos todo el rato golpes a los cristales», cuenta. Las horas «pasaban muy despacio», sostiene. «Como salga de ésta pondré una placa en la tapia, en la que se lea que aquí ha sobrevivido Arturo Gutiérrez», pensó antes de ser rescatado.
A la una de la madrugada llegaron los efectivos de emergencia. El nivel del agua ya empezaba a descender y comenzaron a trasladar a las personas atrapadas por la corriente a las plantas superiores de Ibermutua. «Vinieron tres. Un guardia civil, un bombero y otra apersona, que llegaron sin lancha y cogidos entre ellos», describe agradecido con su actuación. Ya en «Ibermutua, las chicas se portaron muy bien. Nos dieron ropa de enfermeros para cambiarnos y sábanas». «Ni con un millón de palabras se puede describir el nivel de destrucción que había», sostienía al recordar las imágenes que aparecieron ante sus ojos con la luz del sol.
Este contenido es exclusivo para suscriptores
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Enlace de origen : «O salía del camión o me ahogaba»