
Dicen que una imagen vale más que mil palabras. Si eso es cierto, las 20.000 páginas de correos electrónicos de Jeffrey Epstein palidecerán frente … a los 500 gigabites de fotos y vídeos que el FBI se incautó en un de las casas del inversor financiero cuando fue detenido en 2019 en el aeropuerto de Teterboro, una pista de New Jersey para aviones privados en la que aterrizan los ricos de Nueva York. Epstein venía de Francia y ya no tuvo tiempo de volver a poner pie en sus mansiones de Nueva York o Florida. En esta última consiguió que sus allegados pusieran a buen recaudo los documentos y discos duros que había en la casa, previsiblemente enviados a su mansión de las Islas Vírgenes, según el abogado de sus víctimas, Spencer Kuvin. El caso se movió mucho más rápido en Nueva York, donde no tuvo margen de reacción.
El FBI ya tenía una orden judicial para registrar la casa del Upper East Side de Manhattan que le cedió a finales de los años 90 el fundador de Victoria’s Secret, Lex Wexner. En esos siete pisos los agentes encontraron pruebas abrumadoras de las acusaciones de abuso sexual y tráfico de menores que le acompañaron hasta un presunto suicidio en la cárcel. ¿Quién estaba en esas fotos?
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Muchos esperan encontrar a su amigo Donald Trump, de quien dijo, según los emails hechos públicos el miércoles, que «sabía lo de las chicas» y le había pedido a su socia, Gysleine Maxwell, «que parase», contó el financiero al periodista Michael Wolff desde la prisión. Para entonces ya ni se hablaba con el hoy inquilino de la Casa Blanca, después de haber pasado 15 años codeándose en el mismo círculo de fiestas exclusivas y clubes selectos de Nueva York y Palm Beach. Trump era ya presidente de EE UU y Epstein, un presidiario sentado sobre un montón de escándalos con los que podría destruirlo. En otro correo anterior, escrito en 2011, Epstein aseguró que Trump había pasado «horas» en su casa con Virginia Giuffre, la chica que años después escribiría en sus memorias que temió «morir como una esclava sexual», aunque nunca le atribuyó irregularidad alguna a Trump.
Mucho después de que la relación entre ambos se agriase, Epstein todavía vigilaba de cerca los pasos del magnate. Pedía información a sus pilotos de cuándo iba y venía de Palm Beach, la playa de Florida en la que se asientan ricos y famosos. Epstein conocía sus secretos más oscuros y no se había forjado una buena opinión del magnate neoyorquino de tabloides y reality show al que vio convertido en presidente. «He conocido a gente muy mala», escribió en un correo de 2017, «pero nadie tan malo como Trump. No tiene ni una sola célula decente en el cuerpo». El financiero aseguró al exsecretario del Tesoro Larry Summers que Trump era un psicópata «al filo de la demencia», a lo que el presidente de Harvard preguntó con más curiosidad aparente que preocupación: «¿Acabará Trump por quebrar y caer en la locura?». Aquella fijación era constante. «Yo soy quien puede tumbarlo», dijo Epstein en un mensaje de texto dirigido a un interlocutor no identificado, parte de una cadena de ‘iMessages’ en la que alguien le decía que todas las acusaciones de la oposición contra el presidente «se desvanecerían» porque «solo quieren hundir a Trump».
Epstein llegó a calificar al actual presidente norteamericano como un psicópata «al filo de la demencia»
Epstein no le perdía de vista. Después de todo, su compañero de juergas había llegado a la cúspide del poder y ahora él tenía información privilegiada del presidente de EE UU. Le describía como alguien tan deslumbrado con la imagen de chicas en bikini que un día en que las miraba fijamente se estampó contra una puerta de cristal «dejando allí la huella de su nariz», contó a un periodista de ‘The New York Times’. «¿Te gustarían fotos de Donald con chicas en bikini en mi cocina?», le preguntó a Landon Thomas Jr. en 2015, cuando Trump estaba en pleno ascenso político.
El periodista, que fue despedido cuando se supo que recibía dinero del lobista Paul Manafort -jefe de la primera campaña de Trump- asegura que Epstein no llegó a pasarle ninguna imagen. Lo que sí existe, según Kuvin, es una montaña de vídeos y fotografías que el FBI tiene bajo llave: «Eso es lo que el público necesita ver», dijo. «Las cintas y los discos duros incautados en Manhattan, Palm Beach y las Islas Vírgenes contienen la verdadera historia. No los correos». Y esa historia aún no ha salido a la luz. La decisión del portavoz del Congreso, Mike Johnson, de poner a votación la semana que viene la publicación de toda la documentación podría ser clave, pero nadie cree que lo haga sin tener atados los votos.
Enlace de origen : «No he conocido a nadie tan malo como Trump», escribió Epstein