Mi querida Chiquita y otros secretos de Espartero

«Mi querida Chiquita. Salí hoy desde Lerma bastante débil por la marcha que hice a caballo. Tras leer tu misiva me siento con muchas fuerzas. (…) Ya sabes que te adora tu Baldomero». El tal Baldomero no es otro que Espartero, y su querida Chiquita, doña Jacinta, su esposa. La carta es una de las muchas que el militar, estando en campaña, escribe a su mujer, en Logroño, entre 1834 y 1840.

Casi doscientos años después, el Ayuntamiento de la capital riojana ha recibido copia digital de 5.880 documentos del duque de la Victoria, entre ellos 568 misivas como esa dirigidas a la duquesa. También hay telegramas, nombramientos de su etapa en el Partido Progresista, felicitaciones, mapas, folletos, documentos varios sobre asuntos de administración pública e incluso su propio testamento. Hasta poemas de su puño y letra. Un interesante patrimonio documental que ahora obra en poder del Archivo Municipal para consulta pública.

«Creo que a él le gustaría que estuviera aquí», dijo este martes el propietario del archivo privado original, Pablo Montesinos-Espartero y Velasco, descendiente y heredero de Baldomero Espartero, al ceder una copia digitalizada al alcalde Pablo Hermoso de Mendoza. Este, por su parte, lo agradeció, tanto por el significado simbólico del gesto como por las vías de consulta e investigación que abre.

El braguetazo

Baldomero Espartero (Granátula, Ciudad Real, 1793-Logroño, 1879) y Jacinta Martínez de Sicilia y Santa Cruz (Logroño, 1811-1878) contrajeron matrimonio en la entonces iglesia colegial de La Redonda en 1827, siendo él un prometedor brigadier dieciocho años mayor que ella, que era quien poseía título nobiliario. El enlace, que parecía ‘un braguetazo’ y probablemente lo era, resultaría provechoso para ambas partes y el transcurso del tiempo, aquel convulso siglo XIX español, lo corroboró. La carrera de Espartero, siempre ascendente pero siempre supeditada a los vaivenes de una época y un país de constantes cambios, desde la regencia hasta el exilio, llegó a poner a su alcance la corona de España. Yse dice que si él la rechazó fue por su Logroño y por su Chiquita.

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Entre otras cosas, por eso resulta tan interesante esta adquisición: porque permite conocer el lado humano de los personajes más allá de las figuras que ha legado la Historia. La correspondencia abarca desde su vida personal, donde se puede apreciar su lado más íntimo, hasta cuestiones referidas a las operaciones militares, base de la fama de la que gozó el duque de la Victoria y príncipe de Vergara, pero una cuestión en la que también se refleja el dolor de una pareja separada a la fuerza.

Además hay otras cartas de Espartero empresario,misivas a proveedores u otras personalidades del mundo del vino de la época de las que se desprenden sus primeras experiencias en un sector en el que llegó a ser, junto con el marqués de Murrieta, uno de los grandes impulsores del vino en el siglo XIX en Logroño.

Yse observa, por último, cómo Jacinta mantenía a su marido informado sobre la opinión pública. De ella no se conservan cartas, pero a Espartero, en una de las suyas, le bastan cinco palabras para expresar la unión entre ambos: ‘Mis glorias son tus glorias’. Era su consejera, su persona de confianza y, por lo que parece, su amada.

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