Jueves (1) | OTAN
–
Puede que, envueltos como estamos en nosotros mismos, no nos demos cuenta de una cosa: somos muy raros. Nuestro modo de vida lo es. Las democracias son una minoría muy minoritaria en el mundo, y las democracias en las que el bienestar de la sociedad en su conjunto es el principio inviolable son una minoría aún más minoritaria.
Vivimos nosotros, un ramito de países europeos y un par más de países desperdigados por ahí, en la mejor sociedad humana existente desde que las sociedades humanas existen. No perfectas, pero sí enormemente defendibles.
Esas sociedades se basan en unos cuantos consensos inevitables, pero hoy déjenme que me fije en uno: en que entre todos hemos decidido gastarnos el dinero en hacer que todos seamos lo más iguales posible. Eso significa, por ejemplo, que si en un colegio de Calahorra hay una niña que no pronuncia bien la erre, haya una profesional dedicada y altamente cualificada que emplea un buen número de horas de su tiempo pagado por todos para ayudarla. ¿Podría esa niña vivir con su defecto del habla? Seguro. Pero su vida sería un poquito peor. Y hemos decidido que merece la pena intentar evitarlo.
Y así con todo, desde los servicios sociales a la sanidad o toda la educación. Eso cuesta un montón de dinero, tanto como para poner a los países a hacer equilibrios presupuestarios en una eterna cuerda floja.
Una sociedad así nunca dejará de tener enemigos. Algunos internos, aquellos que escuchan «solidaridad» y les entra una calentura. Y muchos externos, del tipo Putin, Trump y similar. Autócratas o aspirantes a serlo siempre odiarán cualquier cosa basada en el esfuerzo común de iguales.
Toca, pues, de vez en cuando, defender lo que tenemos. Aunque sea a base de difíciles gimnasias mentales. Ahora mismo: la OTAN nos exige que nos gastemos nada menos que el 5% del presupuesto en pistolas (un porcentaje tan enorme que nadie cumple ahora mismo) porque a) hay que defenderse de Putin y b) lo pide el mejor amigo de Putin, un tal Trump.
No sé si hay que hacer eso; mucho dinero me parece; más, dicen quienes han hecho el cálculo, del que todas las administraciones españolas se gastan en educación. Pero si tenemos que dedicar a pistolas lo que ahora dedicamos a hacer que esa niña de Calahorra hable bien, que sea porque nosotros lo hemos debatido y decidido. Y no porque lo dice un señor de piel naranja.
Jueves (2) | Muro
A los dos lados de una pared
Lo de consensuar las cosas que decía un par de centímetros más arriba está muy bien, pero tiene un problema: hay momentos en los que el acuerdo es cosa difícil. A ver, por ejemplo, quién acuerda nada con Sánchez ahora mismo. Los de enfrente, porque huelen sangre. Los de al lado, porque temen contagiarse de la tiña que ahora mismo desprende el Gobierno.
El presidente, hasta ahora tan cómodo con separar a los españoles a ambos lados de una pared (no está solo en tan lamentable empeño) empieza a ver que su muro se resquebraja, y no es fácil quedarse defendiendo una brecha en una muralla que, para muchos, ni siquiera es la suya.
Así que permítanme que no espere grandes acuerdos de país en los próximos meses. Por ahora, todos están de acuerdo en solo una cosa: mirar con ansiedad la prensa a ver quién saca el siguiente audio, la siguiente esquina, la última vergüenza. Cada uno a su lado del muro, eso sí. No nos mezclemos.
Jueves (y 3)
El papelote para forrar
La historia que nos llega siempre tiene algo de casualidad. Es la casualidad la que hace que un hueso de dinosaurio se conserve entre otros millones que se han perdido. Es la casualidad la que hizo que un casco histórico se congelara y nos llegara, oh milagro, intacto. Es, en fin, casualidad que un señor del siglo XVI necesitara algo para proteger un libraco y no tuviera a mano más que un pergamino sin valor. Así nos ha llegado ese pergamino, un documento del siglo X que no fue a la basura porque alguien lo usó como forro.
Límite de sesiones alcanzadas
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.
Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Sesión cerrada
Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.
Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.
Este contenido es exclusivo para suscriptores
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Enlace de origen : Más pistolas,menos profesores