Los franciscanos se van… y los vecinos se quedan sin parroquia

Instalaciones de los franciscanos en Calleja Vieja, muy próximas a avenida de Madrid. / JUSTO RODRÍGUEZ

La Diócesis ofrece como alternativa la iglesia de Santo Domingo de Silos, cerca de República Argentina, tras la marcha de los frailes el 31 de agosto

María José Lumbreras

Los frailes franciscanos han cumplido su plan de salida de Logroño y los feligreses de su parroquia tendrán como nueva referencia la de Santo Domingo de Silos, en el entorno del final de República Argentina y Las Gaunas. La clausura del convento y de la parroquia de los Franciscanos ha obligado a una reorganización del mapa logroñés para dar servicio a todos los fieles y, ya hace unos días, el obispo, Santos Montoya, informó a la parroquia de Santo Domingo de Silos de que asumía el servicio pastoral a quienes hasta ahora iban a la iglesia de la Calleja Vieja, junto a la avenida de Madrid, confirmaban en la Diócesis.

El día 31 de agosto, los franciscanos celebraron en el convento, ahora ya vacío, su última eucaristía. El domingo anterior había tenido lugar una misa de despedida y ahora ya se han ido desplazando a sus respectivos nuevos destinos, señalaba a este diario fray Joaquín Zurera, el ministro provincial de la orden.

«Ahora estamos pendientes de ver cómo se procede con la casa y tomar las decisiones oportunas», indicaba el ministro franciscano. La parcela en la que se ubica el convento, en Calleja Vieja, es de notables dimensiones y, además del edificio conventual, cuenta con el museo misionero amazónico.

«Estamos pendientes de ver cómo se procede con la casa y tomar las decisiones oportunas», dicen en la orden

Así, la orden de frailes menores, también llamados padres franciscanos, ha dejado la ciudad después de más de medio siglo. Su llegada a La Rioja se produjo en 1920 para establecer un seminario en Anguciana dedicado a formar jóvenes misioneros para el Perú. Cincuenta años después se trasladaron a la capital, a su domicilio en Calleja Vieja.

La decisión de cierre tomada por el gobierno central de la provincia franciscana de la Inmaculada Concepción, a la que pertenece Logroño, se comunicó hace ya tiempo a los cuatro religiosos –tres de ellos sacerdotes– con los que contaba la orden en la capital y ellos lo fueron anunciando a los fieles que integraban su entorno más próximo. El más joven de los cuatro sobrepasa los 60 años, más de 70 tiene el segundo y más de 80 los dos restantes.

La ausencia de relevo generacional ha supuesto el cierre del convento y, esta vez, también de la parroquia, en la que no ha sucedido lo que pasó con la de los jesuitas, que, tras su marcha, continua su labor de manos de la propia diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño.

«Es la realidad que tenemos y que nos toca vivir. La ausencia de vocaciones, unida a que cada vez somos más mayores, nos impide mantener muchos de los conventos que tenemos. Cada año mueren 15 frailes, no entran hermanos nuevos y no se puede llegar a todo. En Logroño, como en Lérida, Cádiz, Cehegín (Murcia) y Pego (Alicante) también este año, se ha apostado por el cierre», indicó hace unas semanas fray Joaquín Zurera.

La marcha de los franciscanos de Logroño pone el punto y final a la orden en el conjunto de la comunidad, pues ya desde la provincia de Aránzazu (en la que se integraba la región, salvo la capital) se dieron «retiradas» recientes como la del monasterio de Santa María la Real de Nájera o antes aún en Alfaro.

Antes que los franciscanos, que se han marchado de una forma más discreta, se fueron los cuatro jesuitas que quedaban, allá a finales del curso pasado. En este caso, el centro educativo de la Compañía de Jesús, con 1.800 alumnos y 130 profesores, sigue funcionando a través de una fundación y, la parroquia, de la mano de la Diócesis.

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