Precocidad e inmediatez parecen haberse convertido en las máximas que rigen nuestro estilo de vida. Y el deporte no es una excepción. Los equipos con … recursos han dedicado el último lustro a fichar talento. Joven. Vital. Vigoroso. Y, sobre todo, avalado por los datos. En un deporte como el ciclismo, caracterizado por el fondo, la fuerza y la resistencia de los corredores, la tecnología y el control de los números resultan una cuestión central a la hora de cazar a las próximas promesas del pelotón mundial. Y es que, en los últimos cinco años, el tiempo necesario para ascender a la élite se ha reducido de forma drástica. Mientras que los ciclistas nacidos en torno a 1995 -que hoy rozan los 30- tardaban una media de cinco años en llegar al World Tour -la máxima división- desde que dejaban la categoría júnior, las nuevas generaciones han recortado ese camino a tres.
«Los equipos con dinero quieren potencia. Quieren tener consigo al próximo joven referente antes de que venga otro y se lo lleve», explica José Luis Arrieta. El ex ciclista de Banesto, que en los últimos años ha pasado por la dirección deportiva de equipos como Movistar y el Decathlon-AGR2, admite que cada vez son más los ciclistas que pasan de categoría junior a World Tour. Una carrera por fichar talento que ha venido marcada, en parte, por casos de éxito muy concretos. El más sonado es el del belga y doble oro olímpico en los Juegos de 2024 Remco Evenepoel (2000). Cuando, con solo 18 años, una extraordinaria temporada como juvenil y ninguna andadura por la categoría amateur y sub-23 da el salto directo al profesionalismo, abre, sin todavía saberlo, una nueva forma de búsqueda de los campeones del futuro: la de la profesionalización del ciclismo de base.
Desde que el belga subió al QuickStep en la temporada de 2019 al menos un ciclista ha saltado la categoría sub-23 en cada una de las cinco generaciones que le han sucedido. Lo que se traduce en una nueva realidad para el mundo de la bici que exige una adaptación y abre varias incógnitas. Entre ellas, cuál es el futuro de las categorías intermedias y cuán longevas van a ser las carreras deportivas de aquellas promesas que están explotando.
Iván Romeo, del Movistar Team, tras ganar una etapa de la Dauphiné..
AFP

«Fichar talento económicamente no es una apuesta arriesgada. Desarrollarlo, desde luego, es una estrategia a largo plazo. No todos los equipos pueden hacerlo», reflexiona Gorka Gerrikagoitia. El ex ciclista y actual director del Cofidis asegura que los nuevos talentos del pelotón necesitan «menos tiempo de maduración», aunque admite que pocos son capaces de ascender de categoría junior a profesional y «dar un altísimo nivel». Y es que la llegada de todos los ciclistas jóvenes comparte una característica común: los resultados.
Innovación
La tecnología ha sido una de las claves del proceso de profesionalización de las categorías inferiores
«En ciclismo, si no controlas los datos, no controlas nada», admite Arrieta. La tecnología ha sido una de las claves del proceso de profesionalización de las categorías inferiores. Si la captación de talento se hace a edades tan tempranas es, en parte, por la irrupción de herramientas de recopilación de datos como los potenciómetros y las pruebas de esfuerzo. Información que se comparte en aplicaciones de entrenamiento y están al alcance de preparadores físicos, managers y directores deportivos.
¿Tanto mueves, tanto vales?
Entre todas las métricas posibles, el perfil de potencia del deportista -extraído del potenciómetro- es hoy el gran filtro de acceso a categorías superiores. Este dispositivo permite medir cuántos vatios es capaz de generar un corredor durante intervalos críticos de esfuerzo: desde sprints de cinco segundos hasta esfuerzos sostenidos de tres horas. El dato clave es la relación entre vatios y peso corporal (W/kg), una fórmula sencilla que permite estimar si un juvenil puede igualar, o incluso superar, los valores de un ciclista profesional. Cifras que pueden llegar a abrir las puertas de un equipo World Tour, sin pasar por el proceso amateur. «Se les testa para conocer su capacidad y proyectar hasta dónde pueden llegar. Los datos que están dando ahora mismo los de 18 y 20, son impresionantes, dan números cada vez más altos», afirma Gerrikagoitia.
Soderqvist, Romeo y Christen, en el podio del Mundial de ciclismo en ruta disputado en Suiza.
EFE

En este sentido, la dinámica de rejuvenecimiento del pelotón es «innegable», según Arrieta y seguirá avanzando en el futuro. En la temporada 2025, el año de nacimiento más representado en la categoría reina del ciclismo es el 2001 -es decir, los ciclistas que en 2023 dejaron de ser sub-23-, seguida de los nacidos en el 98 y 96. Aún así, la precocidad no es patrimonio de la generación Z. Peter Sagan, ganador de todos los Monumentos y triple campeón del mundo, ya era profesional con 19 años. Eddie Merckx no tenía ni 21 cuando se alzó con su primera Milán-San Remo. En el deporte, siempre ha habido casos de promesas precoces. «El problema viene cuando los equipos se obsesionan en buscar ese talento joven como sea», argumenta Arrieta, lo que plantea otra incógnita: ¿Qué ocurre con aquellos ciclistas que tardan más en desarrollar su potencial?
Competencia
Los equipos con recursos quieren fichar al próximo joven referente antes de que venga otro y se lo lleve
«Nos estamos dejando gente por el camino. Lógicamente, con 18 años nadie está formado físicamente ni fisiológicamente y se está dejando sin opciones a deportistas que en tres o cuatro años podrían empezar a brillar», lamenta Arrieta. El director deportivo no oculta su inclinación por la maduración lenta, el paso natural por categorías inferiores y, sobre todo, la paciencia. Es el caso del alavés Jokin Murguialday (2000), nuevo fichaje del Euskaltel: «Yo salté al profesionalismo porque ya tenía suficiente nivel de amateur», relata. Tras pasar varias temporadas en el Caja Rural, fichó por la formación naranja el año pasado y admite que, para él, lo más duro de saltar de nivel ha sido asumir la velocidad y tensión que se vive en las carreras. La principal preocupación del director del Cofidis también va en consonancia con Arrieta: teme que estos jóvenes talentos pierdan el interés por la categoría amateur demasiado pronto. «Los chavales ahora miran directamente al campo profesional, tienen miras demasiado altas. Creo que eso va a hacer que muchos se desanimen», lamenta.
Juguetes rotos
Para la psicóloga Amaia Ramírez, los primeros años de incorporación a la élite suelen ser los más duros. «Las prisas no son buenas, y querer demostrar el talento el primer año suele ser un error que lleva muchas veces a la frustración del deportista», explica. De modo que la paciencia se vuelve cualidad fundamental a la hora de introducir a una promesa al equipo, dejando que se adapte a la categoría. La realidad de los equipos y de los managers, sin embargo, dista de tener algo que ver con el estoicismo. De forma paralela a la ascensión de jóvenes talentos, también son muchos los que dejan la categoría mucho antes de desarrollar todo su potencial por frustración. El caso estrella,según Arrieta, es el de las promesas que fichan recién salidas de juveniles y cuando acaba su primer contrato, ya no encajan en el equipo: «Cuando tienes un juguete roto con 21, 22 años, tampoco te preocupa si tiene estudios o formación. Hay más juguetes nuevos para comprar, pues se compra y ya está».
La clave, para Ramírez, es mantener unas expectativas claras en el ciclista y eso solo lo puede hacer el equipo: «Empieza a pesar mucho más esa carga física y psicológica cuando los resultados no son los que esperabas», relata. En ese sentido, Murguialday lo tiene claro: sabe que dentro del pelotón hay un salto de nivel entre las estrellas y el resto. «A la salida parece que arrancan la moto y no les vuelves a ver hasta la meta», comenta con humor.
Consecuencias
Queda por ver el futuro de las categorías intermedias y cuánto durarán las carreras de las promesas
Evitar esos momentos de frustración entre quienes se introducen en un equipo profesional pasa por tener una buena planificación deportiva. «Cuanto más claro tiene el deportista qué tiene que hacer, mayor percepción de control y motivación tiene para hacerlo», aclara Ramírez. Para Arrieta, combinar carreras WorldTour con otras de categoría inferior -como el Giro Baby o Tour de Porvenir- es lo ideal para no perder ese «instinto de pelea», por las victorias. «Porque la detección de talento precoz es una realidad, pero no la norma», matiza. De momento, en la máxima categoría del ciclismo profesional sólo hay 14 ciclistas que han pasado directamente, entre ellos, Markel Beloki (Vitoria, 2005), Juan Ayuso (Barcelona, 2002) y Carlos Rodríguez (Almuñecar, 2001).
Mientras se suceden los casos de ciclistas que brillan precoces, directores y equipos empiezan a preguntarse por cuántos años serán capaces de defender ese rendimiento. «Es difícil saberlo, pero creo que veremos cómo los corredores se empiezan a retirar antes». En paralelo, la brecha entre categoría profesional y amateur va en aumento. En solo un año, los fichajes procedentes de filiales han crecido un 4%, mientras los que llegan desde equipos amateur o continentales se reducen. Las grandes escuadras prefieren formar a sus jóvenes desde dentro, pero eso debilita a la base. La clave, dice Ramírez, está en no exigir todo demasiado pronto: «El talento necesita contexto, recursos y tiempo. No se puede correr en una liga sin antes aprender cómo se juega».
Enlace de origen : Los adolescentes asaltan la élite del ciclismo: ¿por qué ascienden cada vez más jóvenes?