Las fresas albinas llegan a las fruterías

Fresas rojas y blancas, con otras bayas, en un frutero en Madrid Fusión. / C.A.M.

Alimentación. Las fresas ya no tienen que ser necesariamente rojas. En Madrid Fusión se han podido ver fresas blancas procedentes de cultivos andaluces

César Álvarez

Hasta ahora, el color rojo intenso era uno de los mejores indicadores de que las fresas estaban en el momento óptimo de consumo, sin embargo, ese tópico ha caído. Ahora una fresa completamente blanca puede tan ser exquisita y sabrosa como la más encarnada.

Este semana, algunas fresas –rojas y blancas– han sido utilizadas en el escenario polivalente de Madrid Fusión como elemento decorativo junto a otro notable número de frutas y verduras que le dotaban de color. Junto a ellas lucía la bandera andaluza que revelaba su origen.

La peculiaridad de estas frutas reside, en primer lugar en su aspecto externo. Si las fresas ‘tradicionales’ en un buen estado de maduración se presentan rojas con pequeñas motas blancas, las nuevas fresas presentan el aspecto exactamente contrario. Son blancas pero con un tímido moteado rojo. En ambos casos, las hojas son verdes.

En Asia, las fresas blancas son casi veneradas y puede llegar a pagarse 60 euros por una docena

Su sabor también rompe con lo tradicional porque es el resultado de la suma del habitual en las fresas rojas pero mezclado con el de la piña –de hecho estas fresas blancas son conocidas como las pineberry– que le dar un marcado carácter exótico a estas frutas.

Claro que ese exotismo se paga porque, el kilo de estas fresas albinas puede rondar los 40-60 euros en el mercado, aunque en Asia, si la fresa blanca es de calidad no tiemblan en pagar 60 euros por una docena de esas fresas.

Antigua extravagancia

La existencia de la fresa blanca no es algo nuevo, si bien es cierto que ha sido en los últimos tiempos cuando ha comenzado a saltar fronteras y alcanzar nuevos horizontes.

Todo parece indicar que esta fruta llega a Europa a principios del siglo XVIII y que tiene su origen en los bosques chilenos, desde donde llega a los mercados de China y Japón que la han adoptado como un símbolo de exclusividad y lujo. Tanto es así que la han bautizado como shiroi houseki, es decir, ‘joya blanca’. Antes, lo agricultores holandeses la recuperaron de la extinción en 2003 por su bajo rendimiento productivo.

La ausencia –durante su fase de cultivo– de una proteína que hace que adquiera el tono rojo es lo que hace que por fuera apenas tenga una leve tonalidad rosácea, mientras que en el interior permanece con un blanco inmaculado. La hibridación natural mediante la fusión de otras dos variedades como Fragaria chiloensis y Fragaria virginiana genera esa falta de proteína y, en consecuencia, esa ‘nueva’ fruta.

Fase de prueba

En España, en la provincia de Huelva –donde existen grandes extensiones de terreno dedicadas al cultivo de la fresa– ya hay algunas explotaciones que han comenzado a plantar –todavía de forma casi testimonial– esta fresa albina. El alto precio con el que se comercializa y la altísima demanda existente en los mercados asiáticos han animado a muchos agricultores de la zona de Lepe a probar cómo se comporta este cultivo sobre el suelo de sus explotaciones.

Nutricionalmente, el rendimiento de ambas frutas es prácticamente el mismo, con independencia del color que las adorne.

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