«La Rioja es un paraíso para mí, me ha dado sosiego y tranquilidad»

Viernes, 17 de octubre 2025, 22:12

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Padre de seis hijos, abuelo de diez nietos y bisabuelo de dos biznietos, Manuel Ruiz Hernández (Madrid, 1934) llegaba a Haro hace 65 años de la mano de su mujer, Josefina Pedreira –fallecida tal día como hoy en 2022–, para trabajar en la Estación Enológica. Y de aquí no se ha movido, ha echado raíces, ha impartido conocimientos entre viticultores y bodegueros –y lo sigue haciendo– y ha merecido premios como el Impronta del Año 2025.

–Este galardón parece un regalo adelantado a su cumpleaños, que llega en nueve días. ¿Qué siente?

– Siempre me agradan los premios, porque he aceptado retos en situaciones muy difíciles. Me he forrado a lanzar ideas. Estoy aquí en Haro pero me cuentan que en Rumanía también conocen mis trabajos. Hay que trabajar con cabeza. Aunque uno viva en un pueblo, ha de tener audacia para llegar a sitios lejanos.

–Es riojano por elección, como dice usted, y aquí ha tenido a sus seis hijos. ¿Qué le ha dado usted a La Rioja y qué ha recibido usted de esta tierra?

– No cuantifico lo que he dado porque empecé con una vocación del apostolado de la técnica que me impuso don Cristóbal Mestres en Villafranca del Panadés y así he seguido toda mi vida. Lo he hecho por Rioja y por donde he pasado, tratando de enseñar y de transmitir conocimientos. Es necesario prender la llama de la creatividad en la gente. En el mundo rural han aparecido grandes pintores y poetas. Pero también técnicos. Unamuno decía ‘que inventen ellos’, pero eso no va conmigo, ni tampoco la idea de Antonio Machado de que el español solo usa la cabeza cuando embiste. ¿A qué viene eso?

–¿Y qué le ha dado a usted La Rioja?

– Sosiego y tranquilidad para afrontar los diferentes retos, para investigar, para escribir libros. ¡A ver si encontráis otro que haga más libros! He contactado con universidades de todo el mundo, con treinta enológicas de diferentes países… Y todo ello desde aquí, desde un pueblo como Haro.

Futuro

«Aún tengo en la cabeza un montón de proyectos, soy feliz cuando me levanto cada mañana con trabajo por hacer»

–Lleva 65 años en La Rioja. ¿En qué ha cambiado esta tierra?

– No noto los cambios fácilmente. Y me he encastrado perfectamente con La Rioja, ha sido un paraíso para mí. Creé un refrán que dice ‘Uva gorda y hermosa, para vino mala cosa’ y lo han aceptado. Me gustaría que esta tierra volviera a sus raíces, pero desde 1985 se pensó, en España y en todo el mundo, que había acabado el régimen anterior y que tocaba ser rico. España entraba entonces en el Mercado Común, eso le ha venido bien al que vende y no al que produce.

–Está a punto de cumplir 91 años. ¿Envejece bien como los buenos vinos?

– Me encuentro bien, sí. Cuando voy de paseo del brazo de mi hija, la gente me saluda. Me ven con mi visera y mi bastón, pero es a ella a la que preguntan qué tal mi cabeza. Y yo me callo pero pienso: si me preguntaran a mí, notarían cómo estoy por mi conversación. ¿Verdad? (risas).

–Estamos en un momento especialmente delicado para los viticultores, a quienes usted siempre ha tenido muy presentes y a los que tanto ha enseñado. ¿Qué mensaje les mandaría?

– Que aprovechen realmente esas enseñanzas y consejos, no puedo decirles otra cosa. El futuro es de la materia prima, pero el mercado no quiere que la gente sepa esos mecanismos para obtener la mejor materia prima, porque así cree que la soltará cuanto antes. Por eso insisto tanto en conocer a fondo todo sobre la uva.

Denominación

«El mayor reto que tiene Rioja es cumplir el reglamento, pero en todos los momentos»

–¿Y qué les pediría a las bodegas, más allá de que paguen mejores precios?

– Realmente les pediría que piensen en las raíces, que sean respetuosos con quienes producen las uvas. Sin raíces no hay nada. Hace 50 años, cuando empezó la democracia en España, había un partido político, UCD, que sabía que yo tenía ideas técnicas diferentes y me pidieron ayuda para potenciar sus bienes regionales (en el mundo del vino). La Rioja, Navarra, Castilla y León, Aragón e incluso País Vasco, donde UCD no tenía presencia, contaron conmigo y mi consejo fue: mantener la raíz. No matarse por vender sino evitar adulterar la raíz para preservar el futuro.

–La Denominación Rioja cumple 100 años. ¿En qué debe cambiar para preservar el futuro y recuperar tiempos mejores?

– El mayor reto tiene que ser cumplir el reglamento, en todos los momentos. Hace años me pidió un grupo de bodegas que escribiera en el periódico que había que permitir más rendimientos por hectárea. Eso era ponerse la soga al cuello.

–¿El arranque de viñedo es la solución?

– Es la solución económica. Porque si al agricultor no le sale rentable producir la uva, no se va a morir de hambre. Está abocado a buscar otro cultivo. Parece mentira que todos crean que a través de la economía, poniendo multas o lo que sea, se va a corregir una trayectoria.

–Usted ya hablaba hace 30 años de que los altos rendimientos conducían a una baja calidad y antes, en 1973, hizo un mapa de suelos que sigue siendo una referencia. ¿Cree que le podían haber hecho más caso?

– Yo vine con el entusiasmo de hacer de Rioja una región como Burdeos o Borgoña. Allí, por ejemplo, tienen este mapa de suelos. Pero cuando yo lo presenté oficialmente me dijeron que era inoportuno. Al gran capital no le interesaba. Le convenía decir que todo era igual y todo bueno. Y no es así.

–¿De qué se siente más orgulloso de su paso por Rioja?

– De la familia que hemos formado. Fue un acierto venir a esta tierra.

–¿Qué le ha faltado por hacer?

– Aún tengo en la cabeza un montón de proyectos. Estoy con frascos, microbios, fermentaciones… Soy feliz cuando cada mañana tengo trabajo. No voy a descubrir cosas mágicas, pero disfruto estudiando e investigando. Siempre dije a mis hijos: aprended de mamá y de mí, estamos con un libro en la mano constantemente.

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