
Aún queda un mes de verano y muchos días de altas temperaturas en los que con seguridad se iniciarán nuevos incendios forestales, pero la … inédita ola de fuegos que llegó a tener hasta 25 grandes siniestros arrasando el noroeste de España al mismo tiempo, la avalancha de llamas que en solo 20 días ha quemado 325.000 hectáreas (la superficie de la isla de Mallorca), ha tocado a su fin.
El fuerte descenso de temperaturas y el notable aumento de la humedad de los últimos tres días permitió a los equipos de extinción de Galicia, Castilla y León y Asturias tomar por primera vez la iniciativa, atacar directamente las llamas y perimetrar, contener, y en muchos casos incluso controlar, más de una decena de macrofuegos que, en ocasiones, llevaban entre dos y tres semanas avanzando sin control.
El buen aprovechamiento por los dispositivos de esta ventana de oportunidad meteorológica ha dado un vuelco a la situación del martes y también la puntilla a las tres semanas de agosto que han calcinado la mayor cantidad de arbolado, pastos y monte bajo de las últimas tres décadas en España.
El único de los grandes monstruos que queda activo es el de Falgar (León), pero ya se ha cortado el avance de las llamas
El vuelco ha permitido que el viernes por la tarde solo quedase sin contener uno de los grandes monstruos de fuego que han sobresaltado al país, el de Fasgar, que desde hace 21 días arrasa miles de hectáreas de la comarca leonesa del Bierzo. Pero incluso este siniestro ha empezado su cuenta atrás, pues los efectivos forestales consiguieron cortar el avance del fuego y no descartan lograr su estabilización en horas. En esa misma fase de contención entró hoy el otro gran fuego que quedaba vivo del jueves, el zamorano de Porto, el que acorraló una docena de pueblos en el lago de Sanabria y que ya ha descendido a nivel 1, el previo a su control.
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Lo cierto es que, por primera vez en tres semanas, ni en Galicia ni en Asturias ni en Extremadura hay un solo fuego de alto riesgo activo y la mejoría en Castilla y León es tal que amaneció sin un solo vecino evacuado por las llamas de su casas, cuando hasta hace tres días la media diaria superaba los 2.000 o 3.000 desalojados, cifra que alcanzó los 10.000 en las peores jornadas de la avalancha de fuegos. Otros síntomas de fin de etapa son que solo quedan dos carreteras comarcales cerradas por las llamas y que se autorizó la reapertura de la ruta del Cares, en Picos de Europa, entre León y Asturias.
La directora general de Protección Civil, la encargada de evaluar a diario la situación de los fuegos en todo el país, no disimuló hoy su satisfacción. Tras 20 días de tensión y sobresaltos, describió el momento como «muy favorable, lleno de optimismo y de esperanza». No obstante, Virginia Barcones, pidió a todos, instituciones, dispositivos y ciudadanos, no bajar la guardia, porque, aunque el sábado aún será un buen día para rematar la extinción en el noroeste, va a producirse un gran ascenso del peligro de incendios forestales en el sureste del país por la conjunción del fuerte aumento de temperaturas y la llegada a tierra del flamígero viento conocido en Andalucía como terral. El primer aviso ya se dio el jueves, con el inicio de un violento fuego en la almeriense Sierra de la Atalaya, en Lubrín. Barcones pidió «mantener la tensión», no vaya a ser, dijo, que el drama acabe en una parte del país (el noroeste) y comience en otra (el sureste).
Proporciones desconocidas
La avalancha de incendios que ahora termina, iniciada en plena segunda ola de calor, el fin de semana del 9 y 10 de agosto, ha elevado las hectáreas arrasadas desde el 1 de enero a 378.710, según la última estimación del sistema Copernicus, una cifra sin parangón desde 1994. Los incendios fuera de control llegaron a tal punto que hubo dos siniestros de récord que rondaron las 30.000 hectáreas (Molezuelas, en Zamora, y Larouco, en Orense), quemaron el tesoro histórico y natural de Las Médulas y en dos semanas abrasaron el 15% de la provincia de Orense. Pero es que, según desveló el Ministerio de Transición Ecológica, la mitad del terreno arrasado en esas tres semanas, unas 160.000 hectáreas, pertenece a espacios naturales protegidos, en los que el fuego dañó zonas críticas para la supervivencia de 395 especies animales en riesgo de extinción o con alguna clase de protección especial, como pueden ser los urogallos, las cigüeñas negras o los osos pardos.
Esta catástrofe de fuego le ha costado la vida a cuatro personas (una en Madrid y tres en León), ha causado heridas muy graves a más de una docena de ciudadanos, obligó a desalojar de sus casas a 35.917 vecinos, cortó el AVE de Madrid a Galicia durante una semana y precisó del refuerzo de los equipos de extinción de diez países.
Obliga a desalojar su pueblo con un fuego a 20 metros de las casas
El juez de guardia de Ponferrada (León) ordenó hoy el ingreso en la Unidad Psiquiátrica del Hospital del Bierzo de un joven de 20 años que la tarde anterior había provocado de forma «premeditada e intencionada» un incendio forestal que puso en peligro las propiedades y la vida de los vecinos de su pueblo, Berlanga del Bierzo, una localidad leonesa con algo más de 200 vecinos.
El chico, sobre las 17:30 horas del jueves, según recoge el atestado de la Guardia Civil, inició un fuego con tres focos distintos en un paraje situado a unos 20 metros de las casas, lo que obligó a desalojar a la carrera a todos los vecinos ante el rápido avance de los llamas. El siniestro pudo ser controlado unas dos horas después tras la intervención de helicópteros, hidroaviones y numerosos efectivos antiincendios terrestres. Con este arrestado son ya 198 los presuntos incendiarios puestos a disposición judicial por las fuerzas de seguridad del Estado durante este verano en España.
Enlace de origen : La ola de incendios toca a su fin tras cuatro muertes y 325.000 hectáreas calcinadas