La experiencia cosmopolita de ser un erasmus

Irene Echazarreta

Cuando Marysia Kowalczyk, estudiante de la Universidad Juan Pablo II de Lublin (Polonia), llegó a La Rioja para tomar parte en el programa Erasmus+, sintió mucha curiosidad por cómo se iba a desarrollar esta experiencia compartiendo momentos con hablantes nativos. A la región llegó por la recomendación de sus profesores y por las buenas sensaciones que le transmitió una compañera de la universidad. No se equivocaban. Desde entonces, su satisfacción por realizar sus estudios del Grado en Lengua y Literatura Hispánica en la Universidad de La Rioja (UR), no puede ser mayor.

«Es difícil, pero estoy contenta. Hay alguna asignatura que me resulta muy complicada, porque estudiar en otro idioma es muy duro, pero estoy aprendiendo mucho y creo que mi nivel de español ha mejorado». En estos cinco meses, además de viajar y quedar con otros erasmus, también ha aprendido a arreglárselas en otro país y con otro idioma, circunstancias que «me ayudan a ser responsable y madura». «Gracias al Erasmus, me he superado a mí misma en situaciones que nunca antes había tenido».

Sin embargo, cambiar sus clases de la universidad polaca por otras situadas a casi 3.000 kilómetros de distancia no siempre resulta tan sencillo. «No es fácil echar de menos a mis amigos y familia. Muchas veces regreso al piso y no tengo con quién hablar». A pesar de esta situación, su pretensión es quedarse en La Rioja hasta el próximo semestre. Luego el destino dirá si regresa a Polonia o continúa en España.

Como ella, Elba Larrondo decidió participar en dos programas de movilidad. «Como alumna de Estudios Ingleses, tuve claro que esta oportunidad iba a ser enriquecedora». Por ello, se decantó en 2019 por irse de Erasmus+ a Roma. «Era mi destino ideal. Estuve de pequeña y me pareció la ciudad más bonita que había visitado». En cuanto se percató de que podría realizar su estancia durante un año, no lo dudó ni un instante. «Aprendí italiano con acento romano a la perfección. Me sentí tan a gusto que me quedé hasta agosto, con confinamiento incluido, en la residencia con las chicas italianas». Le supo a poco esta experiencia y, por eso, en febrero de 2021 se marchó un semestre a Seúl. «Me pareció una cultura por descubrir, con una visión del mundo nueva».

«La movilidad internacional es un plus en la formación de nuestro alumnado»

María ángeles martínez

Vicerrectora de estudiantes

Ambas estancias le permitieron estudiar y aprender nuevos idiomas, viajar o crecer a nivel personal. En esa pretensión por seguir enriqueciendo su trayectoria personal y profesional, esta graduada en Estudios Ingleses por la UR se fue a Los Ángeles para tomar parte en el programa de auxiliares de conversación. «Es la forma ideal de tener experiencia como profesora y de conocer el sistema de educación de EE UU». Desde septiembre, «enseño español y otras materias en un colegio con un programa bilingüe de inglés y español». Ahora solo le queda seguir disfrutando de esta nueva experiencia.

Desde hace unos años, en el marco del programa Erasmus+, también tiene cabida tanto el personal docente e investigador (PDI) como el de administración y servicios (PAS) de la UR. En el caso de Ana María Ridruejo, que pertenece al colectivo PAS de Rectorado, realizó varias estancias de cuatro días en la Universidad de Pau (Francia), Córcega (Francia), Foggia (Italia), Sassari (Cerdeña-Italia) y en Atlantic Language School Galway (Irlanda), donde hizo un curso intensivo de inglés.

«Decidí participar en los programas Erasmus que ofrece la UR para el personal funcionario para aprender las lenguas francesa e inglesa, conocer culturas y gentes de otras ciudades y países, integrándote en sociedades distintas, así como por el gran crecimiento personal y profesional que conlleva». Su experiencia no pudo ser mejor. «Pude mejorar mi nivel de inglés y francés, establecer relaciones personales muy buenas, conocer costumbres y culturas y adquirir una sensación de libertad e independencia». También le permitieron crecer a nivel personal, adquirir competencias transversales y aprender otras metodologías de trabajo. De ahí su intención de tomar parte este año en una nueva experiencia, aunque «aún no he pensado dónde».

A Francisco Domínguez Matito, como catedrático de Literatura Española, siempre le llamó la atención participar en los programas de movilidad por su posibilidad de «contribuir a la internacionalización de la UR, así como para ampliar mi propia experiencia docente e investigadora más allá del ámbito nacional». De hecho, se erigen como «un gran atractivo profesional para contrastar mi experiencia docente con la de otros profesionales europeos, así como con estudiantes interesados en la Lengua y Literatura española». Por ello, participó en las dos modalidades del programa: como docente e investigador. «Todas las experiencias han sido interesantes y fructíferas».

«He tenido la oportunidad de impartir docencia a estudiantes de Lengua y Literatura Hispánica en universidades extranjeras muy prestigiosas, y he podido acceder, mediante las ayudas del programa Erasmus, a instituciones de investigación o centros documentales importantes para la cultura española». Por ello, estas estancias «son uno de los hitos más importantes y enriquecedores de mi trayectoria personal y profesional, me han dejado una impronta imborrable». Tal es así que «pienso repetir la experiencia en cuanto la UR publique la siguiente convocatoria». De hecho, tiene «tareas pendientes» en Italia. «Para los hispanistas, es un país de enorme importancia por sus relaciones históricas y culturales con España».

Una «puerta» hacia el empleo

En la actualidad, la Universidad de La Rioja tiene convenios con más de 200 universidades para garantizar el intercambio y el enriquecimiento de su estudiantado. «La movilidad internacional es un plus añadido en la formación de nuestro alumnado», asegura María Ángeles Martínez Calvo, vicerrectora de Estudiantes y Extensión Universitaria de la UR. De hecho, «les permite adquirir nuevos conocimientos y competencias, incrementa su empleabilidad y les abre la puerta hacia una carrera profesional internacional, ya que desarrollan habilidades de comunicación interculturales que mejoran sus oportunidades laborales». A todo ello «hay que sumar la aportación personal de conocer in situ la cultura, la lengua y la sociedad del país de acogida, así como los contactos y amistades con personas de otros países».

Por todo ello, más de 2.100 estudiantes han tomado parte en algún programa de movilidad internacional de la UR. Solo en el presente año académico, 126 alumnos se encuentran de intercambio, lo que supone cerca de un 15% más de las movilidades que se llevaban a cabo antes del COVID. Una cifra que se debe, en parte, a que «las restricciones de movilidad redujeron considerablemente la participación en los programas de movilidad internacional en el curso 21-22». Por ello, «al estudiantado que solicitó realizar una movilidad internacional para el curso 22-23, se sumaron aquellos que no pudieron realizarla en el 21-22».

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