La reforma emprendida por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca ha desatado una oleada de críticas que llegan desde más … allá de la oposición y a la que se suman historiadores, críticos de arte y nostálgicos. Esta semana han comenzado las obras para construir el imponente salón de baile que el líder republicano considera «muy necesario» y que costará 250 millones de dólares. El mandatario quiere que albergue a casi mil personas y eventos de gran envergadura.
El proyecto se sufragará exclusivamente con aportaciones de empresas privadas y de «patriotas generosos» que simpatizan con el magnate. Este modelo de financiación ha suscitado preocupación entre algunos expertos legales, quienes afirman que podría equivaler a pagar por «colarse» dentro la Administración. El Gobierno mantiene en secreto la identidad de los patrocinadores que han comprometido fondos, aunque se ha filtrado que YouTube aportará 22 millones de dólares como parte de un acuerdo con Trump relacionado con una demanda por la suspensión de su cuenta tras los disturbios de 2021 en el Capitolio. Coincide con las recientes declaraciones en las que el mandatario sugirió que algunos donantes estaban dispuestos a pagar más de 20 millones.
Además de la polémica por la financiación, las obras también han generado críticas por la desaparición de una parte del histórico edificio así como de sus ricos elementos ornamentales . «Lo están destruyendo», ha dicho Martha Joynt Kumar, politóloga y profesora emérita de la Universidad de Towson. «Estos cambios son irreversibles. Están destruyendo esa historia para siempre». El National Trust, una organización creada por el Congreso para preservar edificios históricos, también advirtió de que el monumental salón, de casi el doble del tamaño que el edificio principal y sus dos alas, «abrumará a la propia Casa Blanca».
En febrero, cuando se hizo público el proyecto, Trump se defendió de las críticas alegando que la obra no iba a «interferir en el edificio actual». De hecho, insinuó que las obras no le afectarían sustancialmente, pero lo cierto es que las excavadoras han reducido a escombros el ala este. La reforma, que representa la mayor modificación estructural desde 1948, comenzó sin la pertinente aprobación de la agencia federal.
Veladas de élite
La Casa Blanca adquiere la apariencia de la mansión de Trump para acoger a figuras influyentes
Y éste no es el primer cambio que realiza. Ya renovó las paredes y la decoración del Despacho Oval, aunque éste es un privilegio de cada nuevo inquilino. Sustituyó el retrato de su predecesor, Joe Biden, por una imagen del intento de asesinato que sufrió en Pensilvania, aunque lo más criticado es que haya colocado filigranas y adornos dorados por doquier, muy al gusto de su mansión de Mar-a-Lago. También ordenó retirar las flores del mítico Jardín Rosado que fue obra de Jackie Kennedy. Pavimentó el terreno y colocó las mismas mesas y sombrillas que cuenta en su mansión de Palm Beach.
El derribo del ala este termina con una época. Allí ofrecieron ruedas de prensa Lyndon B. Johnson y casi todos los presidentes de EE UU. Laura Bush y otras primeras damas solían enseñar la colección de arte de esta parte del edificio, cuya construcción supervisó Roosevelt mientras Harry Truman puso los remates finales.
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