
La directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, reaccionó este miércoles con furia a la filtración que ha expuesto al aparato de Inteligencia estadounidense, concentrado ahora … en operaciones de espionaje en Groenlandia en apoyo de la campaña de Trump para adquirir la isla. Gabbard arremetió contra el diario ‘The Wall Street Journal’ por publicar un explosivo artículo que desvela la orden que dio la semana pasada a los jefes de los servicios secretos para intensificar la recogida de información sobre el enclave, un esfuerzo que subraya la determinación de la Administración de Donald Trump de hacerse con su control.
El espionaje se focaliza en dos importantes temas de la estrategia de adquisición: conocer más sobre el movimiento de independencia de Groenlandia, y sondear las actitudes de los habitantes locales sobre la extracción de recursos por parte de EE UU en la isla. La directiva clasificada de Gabbard, llamada Orden de Groenlandia, solicitó igualmente a las agencias que identifiquen individuos, tanto en el enclave como en Dinamarca, que potencialmente apoyen los objetivos de Trump.
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La operación involucra a la CIA, la Agencia de Inteligencia de Defensa y la Agencia de Seguridad Nacional, e incluye herramientas como satélites de vigilancia, interceptación de comunicaciones y espías en el terreno. Gabbard acusó a ‘The Wall Street Journal’ de violar la ley y socavar la «seguridad y la democracia« nacionales, señalando que el diario debería «avergonzarse» por ayudar a actores del Estado profundo (Estado administrativo) con el fin de «perjudicar» al presidente «politizando y filtrando información clasificada».
El Gobierno de Dinamarca reaccionó este miércoles de inmediato a las revelaciones de ‘The Wall Street Journal’ con la convocatoria del embajador de Estados Unidos en Copenhague para pedirle explicaciones por el posible espionaje sobre Groenlandia. «No nos espiamos entre amigos. He leído el artículo y me preocupa mucho», ha advertido el ministro de Exteriores danés, Lars Lokke Rasmussen, en declaraciones a la cadena pública DR en las que dijo echar en falta algún desmentido contundente por parte de autoridades de Washington.
Entre las múltiples fuentes anónimas citadas por el rotativo, un exfuncionario de Inteligencia criticó en esa misma línea la iniciativa señalando que «los recursos para recabar Inteligencia son limitados», por lo que las agencias suelen enfocarse en «amenazas, no en países aliados». Desde su primer mandato, sin embargo, Trump ha expresado su determinación a adquirir Groenlandia, ya sea por medio de la compra, anexión, o incluso, el uso de la fuerza.
«Necesitamos Groenlandia para la seguridad nacional e incluso la seguridad internacional, y estamos trabajando con todos los involucrados para lograrlo», señaló Trump en su discurso al congreso en marzo. «De una forma u otra, vamos a conseguirlo».
Groenlandia, la isla más grande del mundo sin ser un continente, es un territorio autónomo del Reino de Dinamarca, miembro de la OTAN y un aliado de décadas. Su escasa población, de tan solo 56.000 habitantes, en su mayoría indígenas Kalaallit, se concentra en la costa suroeste de la capital Nuuk, con el 80% de su territorio deshabitado, cubierto de hielo. Los grandes subsidios del Gobierno danés representan aproximadamente una quinta parte del PIB de la isla.
Dos intentos de compra
Su posición en el Ártico y los importantes depósitos de recursos, incluidos los preciados minerales de las tierras raras, uranio y hierro, además de las reservas de gas y petróleo, convierten a Groenlandia en un objetivo de alto interés estratégico tanto para la seguridad nacional de EE UU como para la carrera por la hegemonía tecnológica contra China. El calentamiento global, causante del deshielo del Ártico, podría ayudar a los negacionistas del cambio climático al hacer más accesibles sus recursos naturales, cuya extracción hasta ahora resultaba difícil. El territorio autónomo alberga actualmente bases militares danesas y estadounidenses.
Estados Unidos invadió Groenlandia durante la Segunda Guerra Mundial, tras la ocupación del continente por la Alemania nazi y estableció bases militares y de radio a través de todo el territorio. El interés de seguridad de Washington por la isla se remonta a más de un siglo atrás, e incluye dos ocasiones de intentos de compra fallidos en 1867, después de vender Rusia el territorio de Alaska a EE UU, y en 1946.
Con todo, en 1951, un acuerdo de defensa con Dinamarca granjeó a EE UU un prominente papel en la defensa del territorio, así como el derecho a construir y mantener bases militares, incluida la Base Espacial Pituffik, que forzó la reubicación de la población Kalaallit.
El siniestro de un B-52 que acarreaba plutonio radiactivo en 1968 contaminó los terrenos de caza, causando deformaciones en la fauna de la isla, así como un nuevo desplazamiento forzado de la población. El problema ha enturbiado las relaciones de Groenlandia con Dinamarca y EE UU, dejando a la isla sin decisión en sus propios asuntos, ya que su política exterior es competencia del Gobierno danés, y, en último término, de la UE.
Una simple ojeada al mapa del globo explica la creciente importancia estratégica del Ártico, no solo como ruta clave en el comercio global que podría sobrepasar en rapidez y eficiencia económica a los canales de Suez y Panamá sino también como emplazamiento estratégico militar clave para reforzar su seguridad nacional en un momento en que Washington observa de cerca el incremento de la capacidad militar rusa y china en la región.
Mientras Rusia ocupa el mayor territorio del Ártico, seguido de Canadá (también en la lista de adquisiciones de Trump), el acceso a la ruta helada deja a EE UU en una posición de desventaja, con solo la costa de Alaska. A pesar de que el 85% de los groenlandeses se oponen la anexión, el ministro de Exteriores danés señaló la disposición de Dinamarca a contemplar los intereses «legítimos» de Washington en la región. «Vemos el rearme de Rusia. Vemos el interés de China», dijo Rasmussen.
Enlace de origen : Estados Unidos niega las denuncias de espionaje en Groenlandia