
Morante de La Puebla sorprendió el domingo a todos los aficionados presentes en la plaza de Las Ventas al cortarse la coleta y anunciar su … retirada definitiva de los ruedos por un problema de salud mental que arrastra desde hace dos décadas. El torero sevillano anunció hace unos meses que padece un «trastorno disociativo», agravado desde hace un par de años por un «cuadro depresivo mayor» que empeoró todavía más una enfermedad ya de por sí «muy compleja, muy triste y muy dolorosa», según sus propias palabras.
No es la primera vez que un trastorno de este tipo trunca o complica sobremanera la carrera de grandes figuras. La gimnasta estadounidense Simone Biles se vio obligada a renunciar a varias finales de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 siendo la gran favorita tras padecer varios episodios de ‘twisties’ en los entrenamientos, una falta de sincronización entre el cuerpo y la mente causada por la presión de la competición y que resulta especialmente peligrosa en actividades como la gimnasia.
Pero la lista es mucho más larga. Kurt Cobain, Diana de Gales, Marilyn Monroe, Amy Winehouse, Jim Carrey, Ben Stiller o Angelina Jolie también han tenido que lidiar a lo largo de su carrera con problemas de salud mental y continuas crisis emocionales, causadas en estos últimos casos por otra de esas enfermedades que dificulta –y mucho– la vida cotidiana de quien la padece: el trastorno límite de la personalidad (TLP), una patología tan compleja como desconocida a pesar de ser mucho más común de lo que pensamos. Según los cálculos más conservadores, solo en nuestro país la sufren más de 600.000 personas, pero podrían superar el millón. Y no, no tiene nada que ver con un retraso madurativo ni con una discapacidad intelectual, aunque el término ‘límite’ a menudo lleve a confusión.
Pánico al abandono
«Afecta no solo a la manera en que los pacientes se sienten consigo mismos sino también a su relación con los demás. Y eso les causa muchísimos problemas a todos los niveles. Se trata de un trastorno grave y muy complicado de abordar, que se caracteriza, entre otros rasgos, por una marcada inestabilidad emocional. Sienten todo de una manera muy intensa, sobre todo las emociones negativas. Se cabrean más, sufren más… Y en cuestión de horas pueden pasar de estar muy bien a muy mal. Su vida es como una montaña rusa emocional, de ahí que muchas veces se confundan estos cambios bruscos del estado de ánimo con lo que popularmente se entiende como trastorno bipolar y que muchas veces lo que esconden es un TLP. La bipolaridad es otra cosa», aclara la doctora Rosa Molina, psiquiatra del Hospital Clínico San Carlos (Madrid).
También es habitual que las personas con este trastorno presenten comportamientos impulsivos que les pueden llevar a dejar el trabajo de un día para otro, lanzar un plato en una discusión porque se sienten incapaces de gestionar la rabia o autolesionarse. Pero no solo eso. «Es un tipo de personalidad con tendencia a verse envuelta en situaciones peligrosas como relaciones sexuales inseguras, abuso de drogas, atracones de comida, compras compulsivas o conducción temeraria, precisamente por esa falta de control emocional», añade la autora de ‘Mis microtraumas’ (Ed. Paidós).
Por ejemplo, un comentario en el trabajo que a cualquiera le puede sentar mal, pero que no va más allá de un cabreo momentáneo, en una persona con TLP puede desencadenar una crisis emocional de tal calibre que la empuje a dejar el empleo de un día para otro porque no soporta la rabia, la vergüenza y el miedo a no ser suficiente.
Y esto nos lleva a otro de los rasgos de comportamiento que también suelen compartir las personas con trastorno límite de la personalidad: el pánico atroz a ser abandonadas. El simple hecho de que su pareja tarde en responder a un mensaje puede ser interpretado en su cabeza como un gesto de distanciamiento y esto le lleva a reaccionar de manera descontrolada y desesperada con llamadas insistentes, ataques de ira, ansiedad… y en los casos más graves con amenazas de muerte o autolesiones. De hecho, es frecuente que las personas con TLP sigan un patrón de relaciones intensas e inestables.
Tratamientos
No solo les pasa con las parejas, también suelen tener dificultades para relacionarse con su entorno por sus continuos cambios de parecer. «Por la mañana te puede poner en un pedestal y le pareces la mejor amiga del mundo y a la tarde te monta un ‘pollo’ de cuidado porque no has dejado el trabajo para acompañarla al médico, por ejemplo. Pasan del amor al odio a una velocidad abrumadora», describe la doctora Molina. También es habitual que esa desregularización emocional les lleve a tener pensamientos suicidas, por lo que es importante diagnosticar esta enfermedad lo antes posible.
La buena noticia, asegura la especialista, es que se puede tratar. Aunque el TLP es un trastorno crónico –suele debutar en la adolescencia y se diagnostica formalmente en la edad adulta–, «no es una sentencia». El enfoque terapéutico de elección es la psicoterapia, especialmente algunas modalidades diseñadas específicamente para este trastorno, como la terapia dialéctica conductual, la basada en la mentalización o la focalizada en la transferencia, todas enfocadas en mejorar la capacidad para gestionar las emociones negativas y las relaciones interpersonales.
Otra opción son los psicofármacos, que no tratan el TLP como tal, pero sí los síntomas asociados, como pueden ser la depresión o la ansiedad que muchas veces lo acompañan. En algunos casos, también se emplean antipsicóticos atípicos para ayudar al autocontrol. De hecho, los especialistas en salud mental insisten en que con el paso de los años y el tratamiento, los síntomas del TLPsuelen mejorar notablemente. «Con el tiempo, muchas personas aprenden a manejar mejor sus emociones e impulsos para poder llevar una vida adaptada y satisfactoria», tranquiliza la doctora Rosa Molina.
Enlace de origen : El trastorno que sufre Morante pero que también afectó a Angelina Jolie o Lady Di