La decisión del presidente Trump de suspender los esfuerzos para llegar a un acuerdo diplomático con Venezuela ha generado preocupación en el país caribeño por … el temor a que el gobierno de EE UU pueda estar urdiendo una escalada militar contra el presidente Nicolás Maduro, al que considera un narcotraficante. En una carta al Congreso la semana pasada, la administración Trump dijo estar involucrada en un «conflicto armado» formal con los cárteles de la droga, a quienes considera «organizaciones terroristas» cuyos miembros tacha de «combatientes ilícitos».
En los últimos meses, el encargado de Trump para negociar con Maduro, Richard Grenell, ha enfocado sus esfuerzos en lograr un acuerdo que favorezca a las empresas estadounidenses en el acceso al petróleo y minerales venezolanos y evite un conflicto mayor. Con la esperanza de poner fin al enfrentamiento, Maduro ofreció la entrada a los negocios de petróleo y oro, existentes y futuros, a las firmas estadounidenses bajo contratos preferenciales, así como revertir el flujo de las exportaciones de petróleo venezolano de China a EE UU, y recortar los contratos energéticos y mineros con empresas chinas, iraníes y rusas.
Pero Trump rechazó las concesiones de Maduro y durante una reunión con militares de alto rango el jueves pasado llamó a Grenell y le ordenó que detuviera todo acercamiento diplomático con Venezuela. La abrupta decisión afianza la idea de que las intenciones de la administración van más allá del control de los inmensos recursos petrolíferos del país, que cuenta con los mayores depósitos del mundo, o incluso de restringir el comercio de China, Rusia e Irán en la región.
El secretario de Estado, Marco Rubio, el cargo más poderoso de la Casa Blanca en este momento y arquitecto de la campaña de hostigamiento a Venezuela, ha liderado la ofensiva dentro de la Administración para derrocar a Maduro, cuestionando el enfoque diplomático de Grenell. Rubio ha impulsado la línea dura de presión militar, que hasta ahora incluye ya cuatro ataques letales a supuestas narcolanchas, la última el viernes pasado, que han dejado un saldo de 21 muertos. También una rápida escalada de despliegue de fuerzas de al menos ocho buques de guerra y un submarino nuclear en el Caribe.
EE UU considera a Maduro un narco y asegura estar en un «conflicto armado» con los cárteles de la droga
Rubio, también asesor de seguridad nacional de Trump, ha invertido mucho de su capital político pasado en un cambio de régimen en Caracas, acusando a Maduro de líder ilegítimo y de «fugitivo de la justicia estadounidense», y ha ofrecido 50 millones de dólares por su captura.
La agenda de Rubio de cambio de régimen en Venezuela, Cuba y Nicaragua, en beneficio de las viejas aspiraciones políticas del exilio latinoamericano en Florida, replica el guión de la vieja guardia cubana de Miami. Como hijo de exiliados cubanos, Rubio cree que el derrocamiento de Maduro enviará un claro mensaje al gobierno de Cuba.
La Dama de Hierro
El ‘New York Times’ señalaba el lunes pasado que la frustración de Trump ha ido en aumento por el hecho de que «Maduro no haya accedido a las demandas estadounidenses de renunciar voluntariamente al poder» y su continua refutación de que los funcionarios venezolanos no están envueltos en el narcotráfico.
Aunque el departamento de Estado sostiene que el objetivo del Gobierno es la lucha contra los cárteles de la droga, Rubio apoya abiertamente al grupo de oposición venezolana en el exilio que incluye a la flamante nueva Nobel de la Paz, María Corina Machado, excandidata presidencial y líder del principal movimiento de oposición de Venezuela, así como a Pedro Urruchurtu y Edmundo González, a quien Biden reconoció como ganador de las últimas elecciones venezolanas.
Machado, a quien Rubio llama la Dama de Hierro venezolana, ha establecido una considerable influencia dentro del ámbito MAGA trumpista para impulsar su idea de que el desarrollo económico en Venezuela es imposible sin el derrocamiento de Maduro. Su alianza con la campaña de Trump ha posicionado en el centro de la agenda del presidente la cuestión de cambio de régimen en Venezuela.
El presidente venezolano ofreció concesiones a firmas norteamericanas para rebajar la tensión, pero Trump las rechazó
María Corina Machado ha ganado influencia en el trumpismo y situado en la agenda el cambio de régimen en Venezuela
En medio de la disputa entre la línea de presión militar de Rubio y la búsqueda de una solución diplomática de Grenell, Machado ha insertado su propia propuesta económica en Washington que incluye unos beneficios de 1.700 millones de dólares en quince años para las empresas estadounidenses, condicionada a que su movimiento lidere la transición política en el país.
El asesor de Machado, Urruchurtu, declaró en septiembre que la oposición ha elaborado un plan de transición para las primeras cien horas después de la destitución de Maduro, durante el cual se llevaría a cabo la transferencia de poder a González. Cambio que deberá hacerse por la fuerza «para desmantelar una estructura delictiva, y eso incluye una serie de acciones y herramientas».
Rubio ha ido allanando el camino de la cooperación y asistencia regional en sus visitas a países afines de Latinoamérica, incluido Ecuador, cuyo presidente Daniel Noboa ha sido objeto de acusaciones de narcotráfico a través de su compañía de exportación bananera Noboa Trading.
La sombra de Irak
Con todo, la administración norteamericana no parece buscar arreglos sino una intervención militar en Venezuela. La filtración de documentos sobre una unidad anfibia especial de la Marina estadounidense apostada en la costa venezolana lista para un plan de sabotaje de puertos y líneas de transporte ha alimentado una fuerte especulación en los medios sobre una posible operación militar contra el gobierno de Caracas, que es consciente de la amenaza y asegura estar preparándose para cualquier eventualidad.
La filtración en sí revela las fuertes divisiones dentro de la Casa Blanca sobre el potencial desastre que supondría una invasión armada de Venezuela, un país con complicadas condiciones de terreno y más del doble del tamaño de Irak, cuya invasión inicial requirió 160.000 efectivos militares estadounidenses. Además, está la promesa de Trump de no abrir más frentes bélicos, aunque ya la rompió brevemente para bombardear Irán.
Enlace de origen : El temor a la invasión agita al chavismo