
Ver la luz al final de un túnel de 31 años. Un rayo de esperanza en una tormenta de juicios, apelaciones y condenas. Así se … siente Cándido Ibar, padre de Pablo Ibar, norteamericano con sangre guipuzcoana que lleva más de tres décadas entre rejas de cárceles estadounidenses por un triple asesinato del que siempre se ha declarado inocente. Ahora, 31 años después de aquel lejano 1994, sus abogados aseguran tener «un testimonio sólido» que afirma conocer «la identidad de los verdaderos asesinos». Cándido tiene 81 años y desvela a este periódico que su «único deseo es poder abrazar a Pablo fuera de prisión». Actualmente reside en Zarautz, con su sobrino, y trata de hacer vida normal «dentro de lo que cabe».
Hace año y medio que se mudó al municipio guipuzcoano. «Vivo con mi sobrino de parte de mi primera mujer, la madre de Pablo. Zarautz es una maravilla, estamos muy a gusto», comenta Cándido. «Tengo 81 años pero intento cuidarme, salgo a andar o juego en el frontón con el hijo de mi sobrino. Vamos para arriba, pero intento mantenerme lo más en forma posible».
La forma física viene «de genética», algo que comparte con su hijo. «Pablo hace mucho deporte, intenta mantener su físico y así se mantiene bien mentalmente. Física y mentalmente está muy bien, y sobre todo esto último es muy importante». No es nada fácil sobrellevar esta situación. En 1994 ingresó en prisión acusado de los ‘crímenes de Miramar’, en Florida, donde dos asaltantes allanaron una vivienda y segaron la vida de las tres personas que se encontraban en su interior. Desde entonces, Ibar ha pasado 31 años entre barrotes, 16 de ellos en el corredor de la muerte en la Prisión Estatal de Florida, hasta que en 2016 el Supremo de este estado anuló la pena capital. En la actualidad, sigue cumpliendo la condena de cadena perpetua en el Centro Correccional de South Bay.
«Se ha generado confusión»
Esta última variación en el tipo de condena que se le aplica «ha creado confusión» en muchas personas. «Aquí en España hay confusión. Mucha gente me ve y me dice que ya ha salido, pero no es así. Le han quitado la pena de muerte, pero está en la cárcel para toda la vida», relata Cándido.
El reciente hallazgo de los abogados de Pablo cambia las cosas. O al menos, «las mueve». El proceso llevaba un tiempo parado, y «eso es lo peor que puede pasar», admite el padre de Ibar. «Yo lo describiría como un túnel, bastante largo, en el que de repente aparece una luz que te hace pensar que puede haber una salida». Aunque en un procedimiento tan largo y mediático, con la justicia estadounidense de por medio, no va a ser nada fácil. «Va a ser un recorrido largo y complicado porque todo lo que ha habido en Broward County ha sido difícil, y esto también traerá complicaciones, pero de momento son buenas noticias. Es un rayo de esperanza».
Las buenas noticias también han llegado al Centro Correccional de South Bay en Florida. Según cuenta su progenitor, Pablo Ibar está «más animado» desde que ha recibido esta alentadora novedad. «No he podido hablar directamente con él, pero su mujer, su hermano y sus hijos sí lo han hecho y me han dicho que se le ve con mejor ánimo». El escenario es ahora diferente para Ibar. «De estar esperando una apelación en la que no se sabe qué va a pasar, ahora tiene dos opciones. Hay una apelación y también tenemos este último descubrimiento. Le ha dado un poco de aúpa».
Por ahora, Cándido no puede visitarlo porque no se encuentra en el país, pero sus allegados más cercanos sí pueden hacerlo. «La última vez que estuve allí fue hace tres años, ahora no puedo porque vivo aquí. Su mujer, sus hermanos y sus hijos sí pueden comunicarse con él a través del teléfono de la cárcel. Los hermanos van una vez a la semana». Tanya Ibar, su mujer desde que ingresó en prisión, ha conseguido visitarlo allí. Su hijo mayor, que ya tiene 18 años, también podrá hacerlo a partir de ahora.
La importancia de la familia
Cuando enfrentas una pena de muerte, el apoyo de los tuyos puede ser diferencial para mantenerte en tus cabales. «Cuando recibió la primera condena nunca faltamos un sábado de visitas. Siempre iba su mujer o iba yo, y creo que eso ha sido un apoyo muy grande para él. En el corredor de la muerte veías a otros presos que llevaban meses sin recibir una visita y estaban prácticamente sonámbulos. Esa es la diferencia, pierdes la percepción de todo», recuerda Cándido.
El aliento de la sociedad también ha sido esencial para Ibar, aunque las formas de contactar con él hayan cambiado. «En aquel tiempo se le podían escribir cartas y él las contestaba. Le llegaban de toda España pero ya no funciona así. Desde la pandemia no hay correo, no puede ni escribir ni recibir nada, ningún preso puede hacerlo y esto limita aún más la comunicación con él».
Después del largo suplicio judicial que ha mantenido a Ibar encadenado a las cárceles de Florida, resulta imposible no mirar atrás. «Las esperas son mucho más duras después de tanto tiempo. Ellos dan un plazo para presentar la apelación, pero no tienen un plazo para devolver una respuesta. Tengo 81 años, me gustaría ver a mi hijo fuera y abrazarlo, pero todavía estamos lejos».
Cándido responde con asombrosa entereza a la pregunta de si cree que volverá a ver a su hijo en libertad. «Espero que sí, nunca he perdido la esperanza. Algo tiene que pasar y esto es una buena señal. Se ve que hay movimiento, así que ya veremos». El optimismo parece haber llegado también a Pablo. «Le han dado una opción más, y muy buena de momento», pero Cándido no las tiene todas consigo. «La corte allí es muy complicada, pero si hay pruebas…».
Lo que no cambiará –tal y como relata ‘El Diario Vasco’, independientemente del rumbo que adopte el caso, es el apoyo de su familia. «El varapalo del último juicio fue duro, a mí me dejaron muerto. Su mujer tiene una buena familia y estamos muy unidos. El soporte de sus hermanos también es importante y ánimos no le van a faltar, porque vamos a seguir con él hasta el final».
Enlace de origen : El padre de Pablo Ibar: «Mi único deseo es poder abrazar a Pablo fuera de prisión, pero todavía estamos lejos»