
El 1 de marzo de 1960, un martes, abría las puertas el Mercado del Corregidor de Logroño. Nueve meses antes nacía Enrique Rituerto, actual presidente … de la asociación de comerciantes de este recinto, que quiere recuperar el impulso de antaño, «al menos lo estamos intentando», tras pasar una «travesía del desierto» prácticamente desde principios de siglo. «Hemos de aprovechar este momento de inercia positiva», dice este carnicero que hace unos meses salía del negocio familiar –abierto cuando arrancó el mercado– pero ya piensa en nuevos proyectos comerciales.
– Con 65 años los trabajadores ya pensamos en la jubilación laboral. Este mercado acaba de cumplir esa edad y parece que aún tiene mucho recorrido.
– Estamos ahora un grupo de gente peleando para que nuestro mercado tenga futuro, porque lo hemos pasado mal durante muchos años. Han cambiado mucho las necesidades, los hábitos, los gustos… y hay que adaptarse. Y todo esto hay que unirlo con la aparición de las grandes superficies comerciales, que permiten otro tipo de compra, mucho más impersonal pero que ofrece mayores posibilidades en cuanto a aparcamiento, a poder cargar dos o tres carros y hacer la compra para una o dos semanas…
– Esa travesía del desierto de la que habla, ¿ha durado mucho?
– Más de lo que nos hubiera gustado, yo diría que la situación empezó a torcerse hace unos 30 años. Luego llegó un momento ya en el que nos repartíamos la miseria. Y poco a poco empezamos a ver la luz al final del túnel.
– ¿Cuál es el secreto de resistir en un contexto tan complicado y que ya ha afectado de lleno a otros mercados de la ciudad?
– No hay secreto, creo, más allá de no desfallecer y de encontrar una segunda generación que se haga cargo del negocio. Pero también influye que el comercio que se hereda tenga un atractivo y una clientela que permita seguir adelante.
– ¿Qué previsiones de futuro tienen en el Corregidor?
– Los que somos optimistas creemos que hay que seguir luchando, posicionándonos y buscando la diferenciación con el producto de kilómetro cero del que tanto se habla pero que aquí es cierto porque tenemos huertas en Logroño y la verdura que se está vendiendo ahora se ha cortado esta misma mañana. Se han abierto tres o cuatro puestos en los dos últimos años, hemos instalado también unos buzones para recoger paquetería que puede parecer la antítesis de un mercado pero ofrecemos un servicio al cliente, hemos colocado también a la entrada del mercado unas taquillas frigoríficas que funcionan con una clave y que permiten al cliente hacer un pedido y que el comerciante lo guarde ahí y se pueda retirar cuando uno quiera.
Mal momento del comercio
«Ojalá no tuviéramos que pedir ayuda a las instituciones, pero en nuestra situación sí la necesitamos»
– ¿Qué necesita este mercado y todos los de Logroño?
– Lo más importante, adaptarnos a los gustos y necesidades del cliente y aprovecharnos de la cercanía a las huertas o a las granjas para dar un producto fresco fresco. Pero también tenemos que aprender y formarnos, saber transmitir recetas a los clientes con los productos que vendemos por ejemplo… Un mercado es un microcosmo y tenemos que saber los gustos y necesidades de los clientes para satisfacerles.
– ¿Es suficiente el respaldo que reciben de las administraciones públicas?
– Si tenemos que pedir, pues pedimos, ¿verdad? Pero ojalá no tuviéramos que solicitar ayudas. Aunque tal y como está la cosa, son necesarias, está claro.
– El relevo generacional es uno de los grandes problemas de los autónomos. ¿Cómo se está abordando esta situación en el Mercado del Corregidor?
– Yo creo que está muy vinculado al comercio que se recibe, porque es un trabajo muy sacrificado, donde hay que levantarse pronto. Por ejemplo, los dueños de las fruterías o de la pescadería de nuestro mercado seguro que están en Mercarioja entre las cuatro y la seis de la mañana, y luego tienen que venir aquí toda la mañana al puesto. Los carniceros van a ver a sus proveedores locales para ver cómo están los animales que luego van a comprar… No es fácil tomar el relevo generacional pero aquí creo que lo vamos consiguiendo, al menos se están rejuveneciendo los puestos con gente nueva.
Duquesa de la Victoria
«Con la primera reforma de la calle hubo clientes que nos dijeron que ya no volvían a comprar»
– Y fuera del mercado, ¿cómo ve el comercio en la ciudad?
– Veo que está sufriendo, que estamos teniendo dificultades. Hace no muchos años nuestro comercio textil, por ejemplo, era una referencia y venía mucho gente de San Sebastián o de la Ribera navarra. Ahora eso no sucede. Hay cosas que no ayudan como el tema del tráfico, la dificultad para llegar en coche a muchos sitios, para aparcar… Me parece bien dar espacio a las bicicletas pero no hay que denigrar tanto al coche, que nos dado mucho.
– ¿Cómo han vivido ustedes la reforma de la calle Duquesa de la Victoria?
– ¿Cuál? Porque aquí hemos estado en obras cuatro o cinco años. No ha sido fácil y hubo clientes que vinieron a despedirse, que nos dijeron que después de estar mucho tiempo viniendo a comprar aquí iban a dejar de hacerlo por la dificultad que tenían para llegar y para aparcar. La segunda reforma ha sido más ‘light’, al menos nos han escuchado a los vecinos y comerciantes.
– ¿Qué tipo de clientela es la más habitual aquí?
– La del barrio pero también de las afueras de Logroño y de los pueblos cercanos porque los grandes tiques en el mercado los hacemos con gente de Avenida de Madrid, de Oyón, de Viana… Pero eso también le pasa por ejemplo al mercado de San Blas.
– Cita usted este recinto comercial, quizá la referencia de Logroño en cuanto a mercados. ¿Perdió una oportunidad de crecimiento cuando podía haber apostado por dar cabida a establecimientos hosteleros?
– Yo desconozco qué proyectos ha habido y cuáles eran las condiciones. Sí sé que en muchas ciudades de España están funcionando mercados importantes donde la hostelería y los gastrobares son un aliciente importante para atraer y retener clientes, están enfocados al turismo.
Abiertos una veintena de establecimientos y cerrados diez puestos
Un puesto de hongos, otro de dulces y otro de encurtidos habían sido las últimas incorporaciones al Mercado del Corregidor hasta que la semana pasada abría un comercio de venta exclusiva de aceite de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Rioja. Y para antes de final de año Enrique Rituerto espera que se instalen un puesto de venta de vino, conservas y embutidos y otra carnicería. Este negocio, precisamente, es el más habitual en la instalación mientras que solo hay una pescadería –también conviven panaderías, pastelerías, fruterías, una cafetería…– En total hay abiertos una veintena de establecimientos, pero suman más de treinta puestos, con lo que quedan vacíos una decena. Alrededor de 75 trabajadores dan vida a este mercado de lunes a sábado.
Enlace de origen : «El mercado es un microcosmos y hay que saber cómo satisfacer al cliente»