Unas jóvenes, no tendrán más de 20 años, toman un zumo, un café y un bocatita en la terraza. Dentro, un hombre ha dejado su boina encima de la mesa y pasa, y se para en alguna de ellas, las páginas de Diario LA RIOJA. Mientras, en la barra, una pareja saborea unas refrescantes cervezas mientras charla sobre cuál será la próxima parada en su visita a Logroño. Esa estampa es habitual en el Café Moderno, el más antiguo de la capital riojana. Una mezcla que ha convertido al emblemático establecimiento hostelero de la capital en «un punto de encuentro para gente de todas las edades». Así lo define Mariano, representante de una de las cuatro generaciones de la familia Moracia que han regentado, y regentan, un lugar que nació como parte de un sueño, el de la familia Martínez Zaporta.
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Dirección.
Plaza Martínez Zaporta, 7. -
Horario.
De 09.30 a 02.00 horas, todos los días de la semana excepto el martes. -
Precios.
El menú del día, compuesto por platos de comida casera, tiene un coste de 15 euros. Los desayunos, por su parte, varían entre los 3 y los 4 euros, dependiendo de lo que se pida.
Un recorrido que se acerca a los 110 años
Don Facundo Martínez Zaporta escogió la que por entonces se conocía como plaza de la Imprenta para dotar a Logroño de un lugar singular en el que, además de un teatro y otros espacios, se hallara un café. Este último abrió sus puertas en 1916 bajo el nombre de Café Madrid y después tomó otras denominaciones (Novelty y Oriental) hasta que a mediados de los años 30 se convirtió en el Moderno. Y así ha pasado a la historia tras décadas abierto al público.
Los Moracia, el alma del Moderno
Ya con el nombre de Moderno, emergió la figura de una familia que se acabó convirtiendo en el alma, y las manos, del Moderno. Natural de Nalda, Mariano Moracia fue uno de los seis primeros socios que pusieron en marcha el establecimiento, ya con su actual denominación. Y en 1936 ya era el único propietario.
Mariano superó momentos difíciles, como la Guerra Civil, y poco a poco fue construyendo un legado que pasó después a manos de Julián, su hijo; Mariano, su nieto; y Adrián, su biznieto y actual cara visible del café. «Cada uno de nosotros hemos ido adaptando el Moderno a los tiempos que nos han tocado vivir», expone Mariano, el rostro de la tercera generación que se hizo cargo del café. «Ahora lo lleva Adrián, mi hijo, y ha conseguido que venga más gente joven que nunca», añade con una sonrisa.
De la mano de Adrián, se ha dado importancia al servicio matutino. «Antes tenían mucha más relevancia las tardes o la hora del vermú», afirma Mariano Moracia. «Pero ahora, con los desayunos, se crea un ambiente muy bueno en el café, con mucha gente joven, además de los clientes de toda la vida que no han dejado de venir», apostilla. «Porque tenemos clientes que nos visitan desde hace más de 50 años», remata su reflexión.
Un referente
«El Moderno se ha convertido en un referente para muchas personas», afirma con satisfacción Mariano Moracia antes de explicar que, para lograr ese hito, el café ha ido evolucionando «pero sin perder nunca su esencia». Solo hace falta darse una vuelta por el local principal del Moderno para encontrarse con guiños a épocas pasadas a través de máquinas de escribir antiguas, una báscula de las que hace décadas que no se ven y fotos de muchos de los clientes que han comido o cenado, o simplemente han parado a tomar algo, en el bar de la hoy plaza Martínez Zaporta. También de sus paredes cuelgan numerosos reconocimientos y, como testigo de todo ello, un reloj Coppel que sigue dando la hora, tal y como ha hecho durante más de 100 años.
Evocaciones al pasado que conviven con el presente, ya que el Moderno ha sabido crecer y abrir espacios nuevos, como la Bodeguita, el Ambigú o el Encuentro. Novedades que amplían la oferta del café y que permiten, por ejemplo, la celebración de eventos privados a la carta.
La fama del Moderno ha llegado hasta tal punto que Mariano Moracia asegura que hay turistas que únicamente acuden al local para verlo. «No es raro ver que entra alguien, se da una vuelta por el café, mira todo lo que hay en las paredes y, con las mismas, se va», destaca.
De la partida de cartas al Fibra de Pájaro
Esa mezcla de pasado, presente y futuro se deja notar, además de en la decoración del café o en la variada clientela, en aquello que se puede hacer en el Moderno. La gama de servicios va desde lo más tradicional (degustar por 15 euros un menú de comida casera, jugar la partida de cartas con los amigos y leer el periódico mientras se disfruta de un café) hasta otros mucho más novedosos. Entre estos últimos destacan los ya citados desayunos que se pueden degustar en la amplia terraza de la plaza Martínez Zaporta y algo que convierte al Moderno en un lugar único los sábados por la noche. Un momento que lleva nombre de canción, Fibra de Pájaro.
Moracia explica que todo surgió en unas fiestas de San Mateo. «Teníamos a un chico argentino trabajando aquí y su hermano (Daniel Bravo) era un ‘showman’», recuerda. «Se nos ocurrió hacer algo por las noches y de ahí nació la idea de cantar la canción ‘Fibra de Pájaro», rememora.
A partir de entonces, y ya han pasado más de 15 años, todos los sábados a medianoche los clientes del Moderno cantan a pleno pulmón ese tema. «Y viene gente de Sevilla, de Cádiz, de Valencia y de todos los lados a vivir ese momento», certifica Mariano Moracia. «Se ha convertido en el himno del Moderno», concluye. Un himno para más de 100 años de historia.
Enlace de origen : El más antiguo de Logroño