La rendición de siete senadores en la guerra de los presupuestos ha abierto una crisis interna en el Partido Demócrata que acaba con la poca … fe que quedaba entre las bases. En la noche en que cerca de dos millones de funcionarios respiraban aliviados por la previsible vuelta a sus puestos de trabajo, los programas de la noche se caracterizaban por la frase de estupor e indignación que dio título al show de Jon Stewart, el humorista político de más audiencia: «I can’t f**** believe it!» (No me lo puedo creer).
La audiencia ni siquiera se reía. Era un ejercicio de indignación colectiva ante «un colapso de calibre mundial por parte de los demócratas», criticó Stewart. «Ahora que finalmente tenían a Trump acorralado y las urnas habían demostrado que los votantes estaban de su lado, justo cuando parecía que le habían dado la vuelta a la situación, se echaron atrás», lamentó Seth Meyers en el programa ‘Late Night’.
Jimmy Kimmel, Stephen Colbert y todos los presentadores críticos con Trump, a los que el presidente quiere expulsar de las pantallas, volvieron sus espadas contra los líderes demócratas que trazaron una raya en la arena, prometiendo que no la cruzarían hasta que se renovaran los subsidios sanitarios, pero se rindieron incomprensiblemente a los 41 días, cuando los vientos soplaban a favor. «Resultó que todo lo que Trump tenía que hacer era amenazar con dejar sin comida a los pobres para conseguir lo que quería. ¡Seguro que no lo vuelve a hacer!», ironizó Kimmel.
Con menos humor, pero la misma rabia, la presentadora estrella de MSNBC, Rachel Maddow, declaraba que «ni Trump, ni nadie más que los demócratas» es responsable de haberles hecho quedar como un partido «débil, confuso, dividido y sin dirección».
Arrecian las críticas por haberse convertido en una formación «débil, confusa, dividida y sin dirección»
La claudicación del ala disidente, que ha pactado con la oposición para reabrir el gobierno, llegaba días después de los mejores resultados electorales que haya tenido el partido desde las elecciones de 2020. Justo cuando el propio Trump asumía indignado que el cierre de gobierno estaba perjudicando a los republicanos y les ordenaba que le pusieran fin de una vez. Siete demócratas y un independiente se le adelantaron en clamar para sí la derrota, ofreciéndole lo que Trump consideró «un buen trato», en el que los legisladores republicanos solo se comprometen a poner a votación la propuesta para renovar los subsidios sanitarios, que ya ha fracasado previamente.
«Palabras vacías», criticó el senador Bernie Sanders, para quien el fin de los subsidios ocasionará la muerte de 50.000 personas cada año por falta de atención sanitaria. Teme que lo que se haya perdido con este voto de rendición no sea solo la única herramienta de presión que tenía la oposición para salvar los seguros médicos de 15 millones de personas: «El presidente va a decir, ¿veis? El Partido Demócrata es débil y sí, yo soy un autoritario. Quiero más poder y nadie me puede detenerme».
Que rueden cabezas
Por mucho que el líder de la formación en el Senado, Chuck Schumer, haya intentado desligarse de esa decisión votando en contra, todo el mundo sabe que estaba al tanto de las negociaciones que se llevaban a cabo y le culpa al menos de no haber sabido mantener el control del grupo parlamentario. «Schumer ya no es eficaz y debería ser reemplazado. Este trato nunca debería haber ocurrido sin su consentimiento», pidió el congresista demócrata californiano Ro Khanna. «Si no puedes liderar al partido en la lucha para evitar que se disparen las pólizas de los seguros médicos, ¿por qué vas a luchar?», se preguntó.
«Esto ya no se trata de ellos, sino de nosotros. No vamos a esperar más a que los demócratas encuentren el valor», anunció en un comunicado el grupo de activistas Indivisible, que fue clave para la derrota de Trump. «No podemos permitirnos un Partido Demócrata débil y cobarde mientras los autoritarios invaden nuestras ciudades, aterrorizan a nuestras comunidades y amenazan nuestra democracia».
El movimiento, que cuenta con más de un millón de voluntarios y 6.000 grupos locales, se ha propuesto no apoyar a nadie que no exija la dimisión de Schumer. «Podemos forzar su dimisión», les advirtió el senador Sanders. «La cuestión es, ¿quién va a reemplazarle? Empecemos por involucrar a la gente en el proceso electoral». Y eso es, después de este fiasco, más difícil que nunca.
Enlace de origen : El fin del cierre de gobierno abre un cisma en el Partido Demócrata de EE UU

