Cuando a mediados de septiembre apareció el primer cadáver mutilado en la costa noreste de Trinidad y Tobago, nadie tuvo dudas de que la república … entraba en una nueva y sorprendente era dentro de la larga guerra contra el narcotráfico caribeño. El muerto tenía el rostro abrasado y le faltaban varias partes. Las autoridades lo relacionaron de inmediato con el misil que EE UU largó el 2 de septiembre sobre una presunta narcolancha del clan del Tren de Aragua, cuyos once tripulantes volaron en pedazos. Luego llegaron más cadáveres destrozados a las playas.
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Desde ese instante, el ejército esadounidense ha dirigido entre doce y quince ataques contra los transportistas de la droga en el mar Caribe y el Pacífico Oriental y contabilizado al menos sesenta víctimas mortales. La tensión crece. Máxime, después de que distintas informaciones apunten a que el Pentágono prevé un asalto directo sobre Venezuela para destruir laboratorios, aeropuertos y muelles vinculados a la droga, además de castigar a sus productores. Donald Trump negó esta opción el viernes, pero el miedo ha sido sembrado. El líder chavista, Nicolás Maduro, ha movilizado este fin de semana a sus más de 5.000 milicias populares y concentrado al ejército en la frontera con Colombia. También ha enviado un mensaje de auxilio a Rusia, China e Irán. Les pide misiles, radares y ayuda para reparar los viejos Sukhoi Su-3 soviéticos de su fuerza aérea.
En su contexto
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13 buques de guerra
tendrá a partir de esta semana próxima EE UU en el Caribe. El despliegue aeronaval lo presidirá el portaviones ‘USS Gerald Ford’ e incorpora un submarino nuclear, seis destructores, tres buques anfibios y dos cruceros lanzamisiles. -
Bombarderos y F-35
Además del operativo naval, el Pentágono cuenta en la zona con cazas F-18, F-35, helicópteros Blackhawk, drones y un avión Poseidón de reconocimiento. Durante varios días ha hecho volar a sus bombarderos frente a la costa de Venezuela como demostración de su despliegue a las autoridades chavistas -
5.336 circuitos
de Unidades Comunales Milicianas ha puesto en alerta este fin de semana el régimen chavista, «Más de seis millones de milicianos y milicianas hay en el país, es el ejército unido libertador», dice Maduro.
La región vislumbra una guerra en toda regla. El Ministerio de Defensa de Trinidad y Tobago ha decretado la «alerta general», acuartelado a sus tropas en las bases y anulado los permisos en la Policía. Su primera ministra, sin embargo, es clara defensora de los bombardeos «El dolor que los cárteles han infligido a nuestra nación son inmensos. No tengo ninguna simpatía por los narcotraficantes; el ejército estadounidense debería eliminarlos a todos», ha declarado Persad-Bissessar. Su país figura entre los de mayor criminalidad del mundo debido precisamente a la epidemia de drogas que lo mantiene en estado de emergencia desde 2024.
No todos los gobiernos son tan claros. La mayoría sabe que sus comunidades viven de los ingresos del turismo y de los recursos de la mar como la corvina y la caballa. Los misiles lo ahuyentan todo. Los pescadores han dejado de faenar o lo hacen pegados a la costa y siempre de día. Hasta la ONU ha asegurado que los bombardeos estadounidenses son contrarios al Derecho Internacional, pero el pánico al dron persiste entre los civiles y a algunos gobernantes tampoco les entusiasma quejarse en voz alta dada su dependencia de EE UU en materia de cooperación. «Nos enfrentamos a una situación extremadamente peligrosa e insostenible. La paz es fundamental para todo lo que hacemos en esta región, y ahora se ve amenazada», advirtió, no obstante, este sábado la primera ministra de Barbados, Mia Mottley.
Maduro tiene posiblemente motivos para sentir recelo y abonarse a la tesis de que la Casa Blanca quiera utilizar la guerra al narco para sacarle del poder. Trump lo vincula con el tráfico ilegal de sustancias en base fundamentalmente a la colonización que los cárteles han hecho dentro de los aparatos gubernamental y militar. Washington está cargando el peso de la prueba sobre su país, aunque no es menos cierto que el 70% de los cargamentos los maneja el Cártel del Golfo colombiano, que cultiva, produce y transporta la cocaína e incluso canaliza la de otros países como Perú. Paga sobornos a los militares, compra a operadores que controlan las rutas marítimas y supuestamente ha hecho de zonas como el Chocó y el golfo de Uraba auténticas lanzaderas,
«Creo que Venezuela siente presión. No vamos a permitir que nuestro país se arruine»
Donald Trump
Estados Unidos
Más del 50% de los ataques estadounidenses se han registrado entre Venezuela y Trinidad. De ahí que a estas islas arriben los cadáveres amputados con cierta frecuencia. Las aguas son empleadas fundamentalmente por traficantes que van hacia Europa y África Occidental. Por lo general, transportan cocaína y hachís; no el fentanilo que inunda las ciudades estadounidenses como denuncia Donald Trump. Pero a éste los bombazos le permiten cortar todos los canales y lanzar un mensaje que amedrenta a los clanes.
El presidente estadounidense no tiene dudas: nadie utiliza lanchas ‘go fast’ de cuatro y cinco potentes motores para pescar o realizar un trayecto turístico. El Pentágono ha mostrado imágenes donde se observa que las embarcaciones tampoco tienen aparejos de pesca, hamacas o utensilios deportivos. Además, la Administración sostiene que son fáciles de identificar ante un ojo experto por las modificaciones estructurales que reciben para poder trasladar varias toneladas de droga a gran velocidad sin romperse. A la vuelta suelen regresar con armas o ingentes cantidades de dinero para su lavado.
Manifestación a favor del régimen chavista y en contra de una posible intervención estadounidense.
EFE
Control de sospechosos
Los ataques parecen haber conmocionado ya a las bandas, según algunos medios americanos. Aunque invierten grandes sumas en seguridad, se enfrentan a un sofisticado despliegue tecnológico de vigilancia mediante satélites, drones y sistemas infrarrojos montados en los cazas F-18. Las filtraciones sobre entradas y salidas de lanchas rápidas son frecuentes y la Policía colombiana mantiene cierto control sobre las idas y venidas de decenas de patrones y tripulantes vinculados a la droga. También la CIA tiene agentes en la región: aquí hay colillas, aquí han fumado.
Llamada de Caracas
El régimen chavista ha solicitado a Moscú, China e Irán misiles, radares y ayuda técnica, hasta para reparar sus cazas
Nueva fórmula
Los clanes han empezado a ‘externalizar’ los viajes a bandas o navegantes sin recursos para que corran los riesgos
Cuando el Pentágono cree que un cargamento sale a mar abierto, envía un helicóptero artillado silencioso o un dron MQ-9 Reaper. Y luego envía a las agencias la foto de la explosión. EE UU acumula un largo historial de lucha contra el tráfico de drogas pero la idea de volar las lanchas es novedosa. Las salidas se han espaciado, los cárteles se ven obligados a mejorar su seguridad o buscar itinerarios alternativos, posiblemente deban pagar más dinero en sobornos y han comenzado a ‘externalizar’ los envíos. Contratan a otras bandas, mercenarios o pescadores en graves dificultades económicas para que hagan lo lances y corran el riesgo de ser alcanzados por un misil. «Mandan navegantes que aceptan el riesgo a cambio de un pago alto. Muchos dejan un anticipo a sus familias porque saben que tal vez no regresen», manifestó recientemente un agente antidroga al medio ‘Semana’.
¿Qué puede suceder en las próximas semanas? Trump ha negado que piense atacar territorio venezolano, aunque ha autorizado a la CIA desarrollar operaciones encubiertas. Sin embargo, los cambios de guión del líder republicano son proverbiales. Expertos en Defensa llaman la atención sobre el despliegue militar en el Caribe, solo comparable al de la guerra del Golfo. Conduce navíos y un submarino nuclear en la zona tras la llegada el viernes del crucero lanzamisiles ‘USS Gettysburg’, solo queda por recibir esta semana entrante al portaaviones ‘USS Gerald Ford’. Su grupo de ataque resulta más que suficiente para emprender un desembarco.
Del poderoso Cártel del Golfo a los ‘soles’
El Pentágono comenzó su actual guerra contra el narcotráfico en septiembre en el Caribe pero paulatinamente la está centrando en la vertiente del Pacífico, donde se han registrado los últimos ataques. Todo tiene una razón. Hasta la década de 1990 -y especialmente durante la anterior-, la droga salía por aguas caribeñas, pero en los últimos veinticinco años los clanes han consolidado la ruta del océano como la más adecuada para transportar la cocaína a Estados Unidos.
En esta situación tiene mucho que ver el Cártel del Golfo, ‘autoridad’ en esta ruta y el mayor canalizador de droga no solo colombiana, sino también peruana y boliviana. Con todo su poder, no es sin embargo, el único clan que opera en Colombia y Venezuela. Al contrario, existen otras organizaciones notablemente peligrosas como la del Llano o la conocida Tren de Aragua, surgida en las cárceles venezolanas y contra la que el presidente Donald Trump ha declarado personalmente la guerra tras su penetración en Estados Unidos.
Sin embargo, en su cruzada actual la Casa Blanca va detrás del ‘Cártel de los Soles’, una antigua trama que fue bautizada con este nombre en 1993 por la implicación de generales y comandantes venezolanos, cuyo rango castrense se distingue con insignias en forma de sol cosidas en el uniforme. El grupo no tiene una estructura estandarizada. La forman células diferentes con ramificaciones en el ejército y la Administración, lo que ha permitido a la Casa Blanca vincular a este cártel con el Gobierno de Maduro.
Enlace de origen : El despliegue aeronaval de EE UU tensiona el Caribe mientras Venezuela pide ayuda a Rusia