El Corregidor: un mercado local que resiste al paso de los años en Logroño

María Aguirre

Logroño

Lunes, 13 de octubre 2025, 15:01

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El 1 de marzo del año 1960, la capital riojana se aventuró a abrir un nuevo comercio en pleno centro de Logroño: el Mercado del Corregidor. Unas semanas más tarde, el día 29 de ese mismo mes, los comerciantes empezaron a descargar sus productos y a llenar sus negocios y en la actualidad, el recinto cuenta con 20 en activo. Aunque todos ellos ofrecen género local y un servicio cercano a sus clientes, esperan que para final de este 2025 su número de puestos se eleve a 24.

El objetivo de este mercado hace 65 años estaba claro: «ofrecer mucho producto de proximidad». Así lo ha señalado esta mañana el presidente de la Asociación del Mercado del Corregidor, Enrique Rituerto, cuyo apellido da también nombre a su charcutería ubicada en este mismo espacio. Junto a ella, otros comercios siguen dando vida a este pasaje ubicado en la calle Duquesa de la Victoria número 7. Entre ellos se encuentran fruterías, pescaderías, panadería, conservas, una tienda de pastas o una cafetería.

Cuatro historias diferentes

Cada uno de ellos cuenta con una evolución e historia diferente. Hay quienes llevan generaciones manteniendo el negocio, ya considerado familiar, mientras que otros llegaron años más tarde con la idea de ofrecer «un juego diferente al mercado». Este es el caso de José Javier Macaya, de El 23 Cafés, que se instaló hace cuatro años y medio, aproximadamente. En este establecimiento, detalla, «desde el primer día después de la pandemia que se pudo abrir la hostelería» lleva sólo su cafetería. Ubicada en mitad del mercado, y con servicio de terraza, cuenta con una barra en la que pueden elegirse diferentes opciones de bocatitas, además de refrescos y cafés. «Este mercado tiene más gente, y yo creo que se ha aceptado muy bien el hecho de poder venir a hacer la compra y tomar un café o almorzar», cuenta.

Por su parte, Carlos Aragón, que cuenta con una frutería y una verdulería a su nombre recuerda que «me salí de la escuela y vine a ayudar cuando tenía sólo 14 años, y ya estuve aquí todos los días». Tanto fue así que acumula una experiencia de 49 años en el mercado, 41 de ellos detrás del mostrador. «El negocio era de mi cuñado, pero he estado muy contento porque la clientela es muy fiel y te hacen estar muy a gusto», especifica, antes de hacer balance de cómo han transcurrido todos estos años. «El comienzo fue totalmente diferente a como es ahora. Entonces estábamos aquí y teníamos filas y filas de gente, pero luego vinieron las grandes superficies y nos empezaron a fastidiar por todos los sitios», señala. Una reflexión que le hace concluir con lo siguiente: «Tienen que ayudar más al pequeño comercio».

En este último punto también incide Javier Hijazo, que lleva trabajando 38 años en la Charcutería Rituerto: «En un Logroño con poquitos habitantes, hay más supermercados de los que debería haber, por lo que la gente se habitúa a comprar al lado de casa y dejan de venir a los mercados». «Todo ha cambiado mucho, antes nosotros teníamos hasta una televisión para que la gente pudiese ver la novela mientras esperaba, porque ha llegado a haber hasta cuatro filas». Un panorama comercial que, aunque ahora es distinto, le hace mantener las ganas de seguir apostando por continuar él: «Aunque la competencia es muy grande, vamos a seguir luchando y ofreciendo buen servicio, calidad y atención».

José Javier Macaya, de El 23 Cafés. Justo Rodríguez
Carlos Aragón, de la Frutería y Verdulería Aragón. Justo Rodríguez
Javier Hijazo, de la Charcutería Rituerto. Justo Rodríguez
Patricia Reinares, de Alimentación y Pastas Nieves. Justo Rodríguez

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Una idea que también comparten el presidente de la Asociación del Mercado del Corregidor, Enrique Rituerto, y el presidente de La Rioja, Gonzalo Capellán. «Ofrecemos un mix de experiencia y juventud, además de todo lo que conlleva un mercado tradicional en el que se conoce y se aconseja a los clientes sobre productos riojanos», apostilla Rituerto. Por su parte, Capellán agrega que «el mercado se ha adaptado a esos cambios en los usos, en los gustos, en la experiencia de compra y ha ido incorporando también novedades. Pero también se ha visto el dinamismo en seguir haciendo parte de esa tradición, que es lo que les diferencia».

Algo que conoce bien Patricia Reinares, de Alimentación y Pastas Nieves, un negocio de sus suegros Nieves y Alfredo. «Ellos llevaban aquí toda la vida, y mi cuñada y yo cogimos el relevo como propietarias hace diez años», cuenta. «Antes incluso se tenían los productos a ras de suelo. Todo ha cambiado mucho, pero vamos a seguir luchando en la medida de lo posible para mantenerlo vivo y cada vez venga más gente joven y aprecie el producto de su tierra».

Porque el objetivo con el que nació hace más de seis décadas, de ofrecer género local y cercanía, va más allá de lo que hay en las cadenas de supermercados. «Al final, el producto fresco y el trato de proximidad con la gente es mucho más bonito que ir a la gran superficie», asegura Reinares.

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