El domingo, a las 3.00 horas, serán las 2.00. Llega el cambio horario que prepara el invierno, una rutina más que siempre … genera comentarios, ajustes y dudas sobre si dormimos una hora más o una menos. Una cuestión de arraigo pero a la que han renunciado ya muchos países en todo el planeta. La petición a la Unión Europea de Pedro Sánchez de suprimir el cambio de hora, que ya se llegó a plantear hace unos años, parece contar con un elevado consenso popular y en nuestra región, tanto desde el ámbito empresarial y económico como desde el sanitario se aboga por una estabilidad para que no tengamos que volver a retrasar o adelantar nuestros relojes.
Medio siglo lleva aplicándose el cambio horario en nuestro país, desde que la crisis del petróleo impusiese en el continente europeo un modelo que permitía acompasar el reloj a la producción y aprovechar las horas de luz para ahorrar energía. Sin embargo, ese beneficio parece cada vez más limitado debido a los avances tecnológicos o a nuestro estilo de vida. Con el principal argumento a favor anulado, ganan peso otros contrarios al cambio, como el perjuicio sobre la salud de las personas debido al brusco cambio de ritmo, agravando los trastornos del sueño o problemas cardiovasculares.

Horario de invierno
21 de diciembre
21 de junio
Horario de verano
21 de diciembre
21 de junio

Horario de invierno
21 de diciembre
21 de junio
Horario de verano
21 de diciembre
21 de junio

Horario de invierno
Horario de verano
21 de diciembre
21 de diciembre
21 de junio
21 de junio
En todo el planeta, los países que cambian la hora ya son minoría. Este sistema se aplica en la UE, Estados Unidos, Canadá, Egipto o Chile, entre otros pocos más. Por contra, son numerosos los estados que lo han abandonado, manteniéndose en el horario de invierno o estándar: China, Rusia, Turquía, Argentina, México, Brasil, India…
Tras un sondeo favorable a suprimir el cambio de hora, la Comisión Europea abrió la puerta en 2018 a iniciar ese camino. Sin embargo, la decisión debía tomarse de forma unitaria. Ante ese dilema chocaban realidades opuestas, desde los países del norte del continente, con pocas horas de luz en invierno y muchas en verano, hasta los del sur, más cercanos al ecuador y con menos vaivenes.
Ahora, a unos días de volver al horario de invierno, resurge el debate. La Federación de empresas de La Rioja (FER), en palabras de Pedro José Sáez, su responsable de asesorías, se muestra «abierta a la máxima estabilidad en los horarios, sin cambios que puedan crear algún impacto negativo en la actividad de las empresas y trabajadores». Abogan, por lo tanto, por la supresión de esta variación bianual, sin valorar si el cambio horario supone un ahorro para las empresas.
Sin impacto energético
También desde esa vertiente, Luis Manuel Cerdá Suárez, profesor de la Facultad de Economía y Empresa de UNIR, indica que «el nacimiento del cambio horario tiene mucho que ver con un momento de crisis y nos fuimos acostumbrando a él, pero el impacto positivo del supuesto ahorro energético es reducido y cada vez menor. Hay cierto consenso científico en que ya resulta marginal, algunos estudios lo cifran en un 1,5 o 2%, otros, casi nulo». Cerdá Suárez subraya que «hoy en día, existen grandes avances en sistemas empresariales, de organización y planificación y de oferta y demanda» que minimizan el efecto del cambio horario.
Todavía más contundente y relevante es la opinión que llega desde el sector de salud. Aumento del riesgo de infartos, problemas del sueño o desajustes emocionales son algunas de las posibles consecuencias del cambio horario. Carlos Ruiz, jefe de servicio de Neumología del Seris y uno de los responsables de la Unidad del Sueño, avisa de que «la próxima semana habrá más gente con apatía, irritabilidad, cansancio…», después del cambio horario, que «provoca mayores desajustes en niños, adolescentes y ancianos, así como en ese 10% de personas que son muy madrugadoras o muy trasnochadoras y en los que sufren insomnio». «En general, vamos a tener mayor presión del sueño por la tarde, tendremos ganas de dormir antes», añade.
LAS FRASES
«Hay cierto consenso científico en que el ahorro energético es cada vez menor y ya resulta marginal»
Luis Manuel Cerdá
Profesor de Economía de UNIR
«En los mayores que viven en residencias, el cambio puede provocar cierto desajuste y nerviosismo»
Fernando Martín
Geriatra y director médico Viamed
Por su parte, Fernando Martín, geriatra y director médico de Viamed La Rioja, comenta que «en el caso de los mayores ingresados en residencias o centros de larga estancia, el cambio de hora puede provocar puntualmente nerviosismo y cierto desajuste en sus horarios, especialmente porque en cuanto se hace de noche piensan que ya es hora de cenar y dormir». Sin embargo, señala que «el efecto es generalmente mínimo y de pocos días», si bien incide en «los hábitos adquiridos durante toda la vida de prolongar las tardes» que influye en la preferencia por anocheceres más tardíos.
Antonio Carballo, psicólogo y coordinador del programa Saludablemente, del Servicio Riojano de Salud, apunta que «se produce un ‘jet lag’ con repercusiones físicas en la regulación de la insulina o el cortisol» y recalca que «desde el punto de vista de la salud, es mejor un horario fijo, sin variaciones, y el de invierno».
LAS FRASES
«Se produce un ‘jet lag’ con repercusiones físicas en la regulación de la insulina o el cortisol»
Antonio Carballo
Coordinador de Saludablemente
«Lo razonable es quedarnos en el horario de invierno, el estándar, que es el que mejor se adecua a nuestra biología»
Carlos Ruiz
Jefe de Neumología
En caso de suprimir el cambio, el siguiente debate que surgirá es qué horario nos quedamos: el de invierno (hora media de Greenwich GMT +1) o el de verano (GMT +2). La primera opción implica que el sol sale y se pone más temprano y es la preferida por los médicos y psicólogos, la que resultaría según su punto de vista más beneficiosa para nuestra salud. «Lo lógico y razonable es eliminar el cambio horario y quedarnos en el de invierno, que es el estándar, y es que está científicamente demostrado que es el que mejor se adecua a nuestra biología», comenta Carlos Ruiz, que es también miembro de la Sociedad Española del Sueño que reclamaba en un comunicado que «este sea el último cambio horario».
«Ahora, con una hora más de luz por la mañana, pasaremos a un horario más adecuado, que se sincroniza mejor con nuestro reloj interno, con los ritmos biológicos circadianos, que regulan los centros del sueño y la vigilia», añade Carlos, Ruiz, indicando que «depende de dos sincronizadores muy potentes: la luz y la oscuridad y la melatonina». Precisamente, el psicólogo Antonio Carballo enfatiza «que el sueño es una variable fundamental en la salud mental y es uno de los síntomas a los que más atención prestamos en cualquier patología psicológica».
Amaneceres nocturnos
La segunda alternativa, la de mantener fijo el horario de verano (GMT +2), nos alejaría más aún de la ‘lógica’ solar, si bien es la opción más popular entre la población, ya que permitiría alargar más los días. Con esta solución, nuestros hábitos estivales no variarían. Sin embargo, en invierno amanecería especialmente tarde, a partir de las 9.00 horas durante prácticamente tres meses, con la rutina laboral o escolar de la mayoría de riojanos iniciada a la luz de la luna. «El horario de verano también tiene aspectos positivos a sopesar, ligados a cuestiones sociales y relacionales. Es comprensible que alguien que acaba a las 18.00 horas de trabajar quiera salir de día y tener posibilidades de ocio», reseña Antonio Carballo.
España es un país con peculiaridades sociales, culturales y laborales. En comparación con el resto del continente, comenzamos a trabajar más tarde, con jornadas más largas y fragmentadas, retrasamos las comidas y cenas, hacemos más vida de ocio y consumo vespertina y nocturna y nos acostamos con el reloj cercano a la medianoche. «En nuestro país tenemos unas costumbres sociales muy arraigadas, pero desde el punto de vista de la fisiología, cuando oscurece hay que dormir y al amanecer, despertarnos, ese sincronizador hace que tengamos un sueño de calidad, profundo y reparador», concluye Carlos Ruiz.
La disyuntiva entre amaneceres tardíos o anocheceres más tempranos
A partir del próximo domingo, la noche caerá antes en toda la región, imponiendo una nueva rutina que invita a recogerse antes en el hogar y que, en realidad, era la lógica cronológica que mantenía fija nuestro país hasta hace medio siglo, la del horario de invierno. En el caso de que este criterio se impusiese y abandonásemos el adelanto de marzo, por ejemplo, el 21 de junio Logroño amanecería a las 5.42 horas y el anochecer llegaría a las 20.51 horas, sesenta minutos antes que lo que ocurre ahora. Se acortarían entonces esas larguísimas tardes estivales, chocando con nuestra idiosincrasia.
Quizá por ello goza de mayor apoyo popular la opción de mantener el horario de verano (GMT +2) durante todo el año. Sin embargo, el desajuste matutino sería sobresaliente en este caso en los meses más fríos, con amaneceres muy retrasados en el reloj, para cuando gran parte de la población ya ha puesto en marcha su día a día. En este caso, el 21 de diciembre la capital riojana vería el sol pasadas las 9.30 horas «y que haya luz al despertarnos es bueno para nuestros ritmos biológicos», reseña el neumólogo Carlos Ruiz.
Enlace de origen : El ámbito sanitario y el empresarial de La Rioja apoyan acabar con el cambio de hora