A Calahorra se le encoge doblemente el corazón en Jueves Santo. La cofradía de la Vera Cruz y el Grupo Paso Viviente emocionan siempre por … partida doble, como volvieron a hacer ayer a través de dos de las citas más multitudinarias de la Pasión en la ciudad. Con Quintiliano como testigo y a la luz del mediodía, la Virgen Dolorosa y el Cristo de Medinaceli (talla de 1580 realizada por Juan Fernández de Vallejo) se reencontraron en el corazón del municipio bimilenario ante un silencio roto por tambores y cornetas.
El amor y el dolor se unían de nuevo, sostenidos a hombros por una treintena de trabadores, que hacían posible una Semana Santa más que la Virgen y su hijo, cargado con la cruz, compartiesen uno de sus momentos más duros. La escena hablaba de despedida y del dolor por el sufrimiento de un hijo. «No es una cosa que pasó hace dos mil años. Es una cosa que pasa ahora», recordaba el párroco de la cofradía de la Vera Cruz, Javier Fernández, tras el momento del encuentro entre ambos y para el que leyó un precioso poema de Gabriel y Galán.
I. Á.
Ya juntos, la Dolorosa y el Cristo de Medinaceli emprendieron el camino hasta el templo de San Francisco, desde donde hoy, Viernes Santo, partirán en la procesión del Santo Entierro.
Pero si el corazón se encogía por la mañana con el Encuentro, con el ocaso del sol lo hacía el alma. La Escenificación de la Pasión de Cristo de Paso Viviente estremecía a los miles de espectadores (entre ellos el obispo de la Diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, Santos Montoya) que un año más se acercaron hasta la avenida de Valvanera para seguir el relato, basado en el Nuevo Testamento, de las últimas horas de Jesús de Nazaret. Una historia contada con rigor, llena de detalles y de sentimiento encontrados, como la alegría de la entrada de Jesús en Jerusalén entre ramas de olivos y alabanzas; la traición de Judas; la angustia de María delante de la cruz o la esperanza de la resurrección.
Enlace de origen : De la emoción del Encuentro a la Resurrección