
El día de los Santos Mártires, última jornada de las fiestas patronales de Calahorra, acogió el cierre del ciclo taurino con una corrida de … toros de lidia a pie. Momentos antes del paseíllo, las cuadrillas lanzaban papelillos al ruedo para señalar los terrenos menos expuestos al viento, que terminó por traer algunas gotas de lluvia. Pasadas las seis y seis de la tarde, los diestros hicieron el paseíllo entre los aplausos de un público deseoso de disfrutar de una tarde de toros.
Sebastián Castella abrió plaza saludando al primero con el capote a manos bajas. El toro apenas recibió un picotazo en el caballo y, tras dos pares de banderillas, el palco ordenó el cambio de tercio. Castella cuidó al buen astado en los compases iniciales, toreando sobre la mano diestra con suavidad y temple. Por el pitón izquierdo, sin embargo, el toro se mostró más deslucido. El francés entró a matar recibiendo, necesitó ayuda del verduguillo y, aunque la mayoría del público pidió trofeo, el palco denegó la oreja.
El cuarto salió suelto y tardó en centrarse en el capote. Castella volvió a cuidarlo en el caballo, aunque la lidia con los rehiletes fue algo desdibujada. El animal, de embestida blanda, perdía los apoyos cada vez que se le bajaba la muleta. El francés abrió faena genuflexo doblándose por abajo, y luego optó por dar distancia para aprovechar la inercia. Por el derecho dejó una meritoria serie, prolongando la faena con su característico toreo de cercanías. Escuchó un aviso, ordenado feamente por la presidencia en el preciso instante en que se perfilaba para matar, y paseó dos orejas otorgadas por el palco con un criterio inexplicable.
Pasadas las seis y seis de la tarde, los diestros hicieron el paseíllo entre los aplausos del público
Alejandro Talavante saludó al segundo con dos faroles de rodillas. El toro perdió los apoyos al topar con el peto y nuevamente se cambió el tercio tras dos pares de banderillas. El extremeño inició la faena con un estatuario seguido de pases cambiados por la espalda, cimentando la lidia por el pitón izquierdo. El animal, repetidor y fijo, permitió una faena extensa pero carente de verdadera profundidad. Cerró con unas aplaudidas bernadinas, mató al encuentro y escuchó un aviso, ya que el toro tardó en doblar y el puntillero falló. Aun así, cortó una oreja.
Poco destacable tuvo el recibo capotero al quinto, que empujó en el caballo sin mayor historia. Talavante abrió faena de rodillas, pero se echó en falta más suavidad y ajuste. La actuación se apoyó más en recursos accesorios que en toreo fundamental. Aprovechó por ambos pitones la media arrancada del astado y, tras dejar algo más de media estocada contraria, sonó un aviso. Cortó otro apéndice.
El Payo se enfrentó a un toro de salida informal, que no permitió colocación adecuada en el caballo, obligando al varilarguero a defenderse como pudo. En los primeros compases de muleta el mexicano fue haciéndose con el toro, toreando al natural de uno en uno. Por el pitón derecho, el animal se quedaba corto, lo que llevó al diestro a insistir por el izquierdo. Colocó la espada a la segunda algo atravesada.
Con el último de la feria, El Payo tuvo escasas opciones. El picador no acertó y el toro, de embestida descompuesta y cara suelta, no permitió lucimiento. Aun así, el torero mostró disposición y entrega. Mató con eficacia y cortó una oreja tras enterrar la tizona casi hasta los gavilanes.
Enlace de origen : Castella y Talavante, a hombros en Calahorra