Impresiona ver las portadas del último año puestas en fila, una tras otra: ¡menuda sucesión de desgracias! Cada vez cuesta más encontrar sonrisas en este valle de lágrimas. Las tragedias naturales, abonadas por el cambio climático y agravadas por la incuria de algunos dirigentes, se han desatado en los últimos doce meses y han convertido el mapa de España en un salpicón de fotografías dantescas: a las violentas tormentas de la costa levantina siguieron los incendios desbocados en el oeste de la península. En La Rioja no hubo por fortuna cataclismos semejantes, aunque los viticultores comprobaron –y de qué modo– el efecto devastador de las danas en sus viñedos. Pocos municipios libraron. La cosecha del año 2025, una de las más cortas de la historia, se ha convertido en una muesca más de una crisis que parece no tener fin. Al menos, el sector vitivinícola tuvo algún motivo de celebración. En el año en que el Consejo Regulador de la DOCa Rioja celebra su centenario, por primera vez una mujer se sienta en su despacho principal. Raquel Pérez Cuevas ha cogido las riendas de la DOCa en un momento especialmente complicado, con una prolongada crisis de ventas y la enervante sombra de los aranceles de Trump dificultando el acceso al mercado estadounidense.
En 2024, los Premios Impronta se celebraron un poco más tarde, el 23 de noviembre. Sus galardonados –Claudio García Truza, Luis de la Fuente y el Orfeón Logroñés– abrieron de manera brillante una nómina que acaba de enriquecerse con la incorporación de un matemático, Eduardo Sáenz de Cabezón, un músico y escritor, Jesús Vicente Aguirre, y un enólogo, Manuel Ruiz Hernández. Todos ellos –los seis– transmiten alguna forma de esperanza: una voluntad infatigable de estudio y de trabajo; un deseo de construir algo duradero que convierta este mundo, tan atravesado de desgracias, en un lugar más amable y mejor.
ALGUNAS PORTADAS

19 de octubre
2024

31 de octubre
2024

23 de noviembre
2024
ALGUNAS DE LAS PORTADAS

23 de diciembre
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8 de marzo
2025

23 de marzo
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15 de abril
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17 de septiembre
2025
En estos 365 días se ha verificado, además, un relevo de gran importancia simbólica (y no solo simbólica). Creyentes y no creyentes se pasaron casi tres semanas pendientes de la basílica de San Pedro. La iglesia católica desplegó su magnificencia litúrgica para mantener la expectación de millones de personas. Los cambios de Papa son, además, graves momentos teológicos y políticos. La muerte de Francisco conmocionó a buena parte de la feligresía y entristeció a los sectores más progresistas de la grey católica, que, no obstante la timidez de las reformas emprendidas –más gestuales que reales–, veía en él un camino, un horizonte posible. Pasada la ceremonia y el duelo, llegó el fascinante momento del cónclave. La elección de un nuevo pontífice, rodeada de misterio y de escenografía, concitó de nuevo una atención casi universal. La pequeña chimenea instalada para la ocasión sobre la Capilla Sixtina no tardó mucho en arrojar humo blanco al cielo de Roma. Como de costumbre, las quinielas no acertaron y al balcón de San Pedro se asomó un hombre al que pocos conocían, pero cuya biografía parece un compendio de geopolítica: natural de Chicago, agustino recoleto, obispo en Perú, hablante de español. El cardenal Prevost tomó el nombre de León XIV y pronto se supo la razón: así como el decimotercer papa León afrontó la revolución industrial, el decimocuarto, matemático de formación, quiere abordar el impacto de la inteligencia artificial en la sociedad del siglo XXI.
No ha sido un año fácil. ¡Si hasta tocó el Gordo en Logroño y el dinero lo cobraron lo Madrid!
Entre Francisco y León XIV hubo un apagón nada metafórico. El gran apagón; un fundido a negro colosal. El 28 de abril, toda España se quedó sin electricidad durante varias horas por un monumental fallo en la red. Las luces se fueron a las doce y media y no se recuperaron hasta al menos seis horas más tarde. Ante la falta de una explicación solvente, el país entero pegó un frenazo en seco, lo que se notó de manera muy especial en las comunicaciones, en el transporte, en la sanidad.
Diario LA RIOJA fue dando cuenta pormenorizada –y a veces asombrada– de todos estos sucesos, aunque también reservó momentos para un periodismo al que podríamos llamar introspectivo: una mirada larga y cercana, más pausada que de constumbre, para descubrir (o redescubrir) lugares que siempre ha estado ahí, pero a los que no se les suele hacer tanto caso. La serie sobre el Ebro nos permitió reflexionar sobre la relación, no siempre provechosa, que mantiene Logroño con su río. Y el centenario del nacimiento de Sagasta dio pie para repasar la vida y obra del prohombre torrecillano, una figura histórica de primer nivel, presencia habitual en el callejero de los pueblos riojanos, cuyas huellas son aún muy visibles en la capital.
No ha sido un año fácil. El estupor creciente por la aniquilación israelí de los palestinos en Gaza ha desembocado en una paz fragilísima e inestable, un alto el fuego que por ahora solo se puede considerar un alivio momentáneo. Está el mundo en manos de personajes que parecen sacados de algún cómic perverso (de Putin a Trump, de Xi a Netanyahu) y en estos doce meses ha sido difícil dar alguna noticia buena. ¡Si hasta tocó el Gordo en Logroño y el dinero lo cobraron en Madrid!
Las tragedias, naturales o humanas, han dominado los últimos doce meses, pero es posible encontrar brotes de esperanza si aplicamos la receta de los seis premiados con los Impronta: pasión, trabajo y el deseo de construir algo mejor
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