Betolaza: la locura puede ser maravillosa

Jueves, 8 de mayo 2025, 10:04

Lo de los hermanos Francisco y Clara Ibaibarriaga no se estudiará nunca en las facultades de viticultura y enología –proclives a optimizar y simplificar procesos– pero, en los tiempos de la inteligencia artificial, afortunadamente aún siguen quedando locos maravillosos que se guían por instinto, por sensaciones y, sobre todo, por el conocimiento de su explotación cepa por cepa. Aunque Francisco se incorporó a Betolaza (Briones), bodega que había construido su padre en 2006 por aquel entonces, fue a partir del 2015 cuando, con la llegada de Clara, la nueva generación asume el timón del negocio familiar: «Lo nuestro es más la viña, de enología aprendimos con Fernando Vadillo que asesoraba a mi padre, pero las 11 hectáreas que tenemos en Briones las trabajamos íntegramente mi hermana y yo, salvo los refuerzos con cuadrillas para la espergura y la vendimia», explica Francisco.

Los hermanos trabajan con varios vinos parcelarios, de limitadísimas producciones y minuciosa viticultura que el próximo miércoles 14 de mayo presentan (20 horas en el hotel Gran Vía) para el club de catas de lomejordelvinoderioja.com. «Hay un momento muy chulo ahora mismo en Briones, con gente que lleva más tiempo, otros que están empezando, como Jaime y Óscar; viticultores como Bárbara o Alejandro el Temerario que han venido de fuera y nos ayudamos entre todos». «Eso creo que va a ser muy positivo para todos y, sobre todo, para el pueblo, para Briones».

  • La cata
    Miércoles 14 de mayo, a las 20 horas en el hotel Gran Vía con plazas para los primeros inscritos (25€) en Oferplan y/o lomejordelvinoderioja.com y dos invitaciones dobles a suscriptores ON+ de larioja.com.

  • Los vinos de la cata
    Betolaza Crianza 2021; Betolaza Reserva 2019; Resaco 2020, Calitrancos 2021, Las Robadas (CVC) y Magadí 2019.

La cata

Los hermanos Ibaibarriaga comenzarán con Betolaza Crianza 2021: «En todos nuestros vinos, también en este, decidimos diez días antes qué viñedos vamos a destinar para cada referencia. Es decir, no hay una receta establecida, y la decisión la tomamos mi hermana y yo probando uva en los viñedos, por lo que tampoco hay una cantidad fija de crianza».

Betolaza Reserva 2019 son apenas 3.000 botellas y únicamente ha salido al mercado en las cosechas 2016 y 2019: «Somos muy exigentes con eso; en ocasiones hemos descartado hacer reserva en el viñedo y también en alguna añada ya en la bodega porque consideramos que no daba la talla», explica Francisco. «Normalmente son uvas de dos parcelas que tenemos en los términos del Calvario y Carbonera, pero, si no lo vemos claro, irán para el crianza».

Resaco 2020 es un parcelario, un viñedo singular junto al río Ebro y limítrofe con San Vicente: «Es una miniviña de garnacha de 1920 que, creemos que por el tipo de portainjerto, madura muy tarde». «Lo cierto es que mi padre no la solía ni vendimiar porque da cuatro kilos y nosotros lo hacemos de noche, la última parcela de todas».

El cronista asiente porque en la vendimia cuanto más fresca entra la uva, mejor, aunque no es la única razón: «Quedamos mi hermana y yo a tomar unas pastas y un moscatel antes de la madrugada y cortamos los racimos con linternas en un par de horas, pero luego los desgranamos a mano…, y ahí sí necesitamos la ayuda de familiares y amigos el mismo día, a quienes ‘engañamos’ con el almuerzo y unos vinitos», explica entre risas del viticultor.

Calitrancos 2019 es un varietal de tempranillo de una parcela de 36 años: «Es una viña en ladera, que en la parte alta asienta las raíces sobre la roca madre… Es decir, las producciones son bajísimas y da unos racimos muy pequeños y muy chulos». «Aun así, en agosto, si vemos un sarmiento con dos racimos eliminamos y el mayor y, finalmente, Clara y yo decidiremos si elaboraremos Calitrancos catando las uvas en la viña». Desde la añada 2019, que se probará en la cata, no habrá Calitrancos hasta 2023.

La última locura

Las Robadas es el último vino lanzado al mercado por los hermanos Ibaibarriaga: «Se llama así porque en la cosecha 2020 había unos racimos maravillosos y se me ocurrió dejar los más bonitos sin vendimiar –cuatro cepas en una parcela; ocho, en otra…–. Es decir eran uvas ‘robadas’ a nuestros propios viñedos y elaboramos un bocoy de 500 litros».

Los hermanos repitieron la operación en 2021, con otro bocoy de 500 y, finalmente, añadieron 225 litros de un vino recién fermentado de 2022: «Habíamos hecho un CVC (conjunto de varias cosechas) que, aunque es una categoría denostada porque en Rioja se utilizó para vinos baratos, creemos que tiene su sentido como veremos en la cata». Y, para terminar, un blanco: Magadí 2019. «Es un homenaje a nuestra madre, Mari Carmen García Díez, la que siempre está ahí, en la casa y ayudando en el campo y en la bodega». «Es una viura, de dos parcelas de viñas muy viejas y gran calidad; para nosotros, un gran vino como no puede ser de otra forma cuando se dedica a una madre».

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