Enric Gardiner
Madrid
Domingo, 13 de julio 2025, 22:03
No pudo ser, Jannik Sinner fue mejor. Es un análisis simplista, pero es el mejor resumen posible de la final de Wimbledon (4-6, 6-4, 6-4 y 6-4), en la que el italiano demostró a Carlos Alcaraz que él también tiene tenis para ser el mejor. Porque aunque todo el mundo daba como favorito al español, lógico, al ser el dos veces ganador del título y poseedor de una racha de 24 triunfos este año y veinte en el All England Club, Sinner se metió entre ceja y ceja que lo de París y esos tres puntos de campeonato perdidos era agua pasada y que, si quiere ser el mejor en esta ya establecida rivalidad, tiene que ganar partidos como estos.
Y cómo lo ganó. Jugando un tenis impecable, quizás el mejor de su carrera y en la superficie que peor le sienta. Nunca había pasado de semifinales en este torneo y si llegó hasta esta final fue porque Grigor Dimitrov se rompió el pectoral en octavos de final, porque Ben Shelton no aprovechó para nada su problema en el codo y porque Novak Djokovic estaba tocado.
Sin su mejor juego, se plantó en la final, ante el jefe definitivo, y ahí sí aumentó el nivel. Alcaraz solo fue superior en cuatro juegos, los que navegaron desde el 4-2 en contra al 4-6 a favor del murciano en el primer set.
El resto del partido fue un monólogo del italiano, que colocaba pelotas a placer, aceleraba cuando quería y desquiciaba a un tenista como Alcaraz. Dos frases suyas encapsulan el encuentro: «Haga lo que haga, la mete a la línea»; «Es mejor que yo desde el fondo».
Al murciano le comía la frustración lógica porque tras tres meses sintiéndose invencible, Sinner por fin había dado con la tecla para derrotarle. El saque, especialmente el primero, de Alcaraz no funcionaba, este regalaba mucho con el segundo servicio del español, y, además, no dominaba ni un punto con la derecha. Los golpes ganadores con este tiro se podían contar con los dedos de una mano. La dejada estaba desafinada y sin estar por delante era imposible tratar de cambiar subiendo a la red. El análisis era simple, tras cinco victorias seguidas y un milagro en París, tocaba perder.
«He hecho todo lo que he podido contra un tenista que ha hecho un partido increíble. Perder una final de Grand Slam siempre es jodido, pero hemos aprendido de aceptar las cosas como viene y sacar lo positivo. No estoy mal, estoy contento de cómo lo he hecho», aseveró el español, consciente de que se va «con la cabeza muy alta» y orgulloso de las cuatro semanas que ha hecho en Londres y en las que ha ganado el título en Queen’s y jugado la final de Wimbledon.
«Nunca he sido de después de perder, apuntar las cosas que he hecho mal, pero hoy tengo las cosas tan claras que quizás me las apunte. Con derrotas como la de hoy también se forja un gran campeón. En estas finales es donde más se puede aprender. No se puede ganar siempre y hay que aceptar el perder, que el otro jugador de vez en cuando puede ser mejor que tú. Hay que salir contento y orgulloso y a por la siguiente», señaló el murciano.
Racha frenada
Alcaraz frena en cinco su racha de finales de Grand Slams ganadas, deja la rivalidad con Sinner en 8-5 y se queda en dos Wimbledon, como Rafa Nadal. No será en el All England Club cuando iguale a Boris Becker y a Stefan Edberg, con seis Grand Slams, ni podrá ya alcanzar el récord de Roger Federer, que ganó las siete primeras finales de un grande que jugó.
«Me alegro por ti, Jannik», culminó un Alcaraz mucho menos dolido por esta final que por la de los Juegos Olímpicos de París, por ejemplo. «Esto es diferente, es una sensación diferente. En los Juegos estaba mal emocionalmente después del partido y fue muy difícil de aceptar este momento. Este año he estado en diferentes situaciones de las que he aprendido. Ahora estoy en una posición en la que acepto lo que me llega de la forma que me llega. He perdido una final en un Grand Slam, pero estoy orgulloso de haber llegado a una final. Quiero quedarme con los buenos momentos y no pensar tanto en los malos», remachó.
Enlace de origen : Alcaraz sucumbe ante un Sinner intratable y entrega la corona de Wimbledon