Solvencia y calidad en las faldas de Isasa

La posada del laurel (Préjano)

La Posada del Laurel practica una cocina de producto, entregada a dar lustre a las materias primas

Préjano, localidad de apenas 200 habitantes en La Rioja Baja, acoge uno de esos lugares en los que los amantes de la buena mesa pueden todavía sorprenderse. En el caserío que acabó consolidado en torno a una industria textil ya desaparecida y la olvidada minería del carbón habitan hoy agricultores y empleados del sector del calzado en la vecina Arnedo. El pueblo presume de sus dos iglesias, la de San Miguel y la de San Jorge, de las casas señoriales que aún siguen en pie… y de la Posada del Laurel, que merece por sí sola una escapada sin prisas para adentrarse en la propuesta gastronómica que sugiere Dámaso Navajas en una carta muy seleccionada.

Abierta hace diecinueve años en una casa inicialmente acondicionada como alojamiento rural, La Posada del Laurel ha construido su bien merecida fama en torno a una cocina de calidad, respetuosa con el producto, entregada a dar lustre a las materias primas que ofrece el territorio en el que se enclava y alejada de convencionalismos.

Dámaso Navajas, que empezó empleado como responsable de los fogones de aquella casa rural de existencia efímera, era consciente de que el éxito de su apuesta dependía de la audacia con que fuera capaz de convocar a una clientela necesariamente foránea y, por tanto, obligada a desplazarse hasta un lugar apartado de las rutas más concurridas. La cercanía de Arnedo era un valor digno de ser tenido en cuenta. De hecho, la clientela habitual en los días laborables se nutre, en buena medida, de empresarios de la zona y fieles que, a lo largo de casi dos décadas, han forjado un vínculo de confianza y reconocimiento de los valores culinarios que brillan en el establecimiento. Los fines de semana, por el contrario predominan comensales llegados desde lugares más distantes, convocados por la bien merecida fama de las verduras, las brasas o los guisos tradicionales que llegan a las mesas.

Abierta de martes a domingo, los comensales pueden optar entre un menú cerrado o la carta. El día que los integrantes de ‘Mesa para seis’ visitaron la Posada el menú ofrecía por 37 euros (IVA incluido) salchichón ibérico de Joselito, pochas con calabaza, osobuco de atún rojo a la brasa y, de postre, hojaldre recién horneado con almendra, crema pastelera, chocolate y helado. En la carta destacan también las verduras frescas, que llegan a la mesa bien presentadas, sabrosas, fáciles de comer y con una textura ‘al dente’ que genera división de opiniones entre los comensales por lo que supone de apuesta arriesgada para el público más vinculado a la tradición, pero muy interesante y bien enfocada. «Algunos clientes nos dicen que no les gusta la verdura, pero sí la forma en que la servimos aquí», asegura Pedro Martínez Losa, responsable de la sala y otro de los puntales que sostienen el prestigio del local.

Tras haberse formado en cocinas tan reconocidas como las de Túbal, Casa Marcelo, Echaurren o Masip, Dámaso Navajas ha dado dimensión a sus cualidades como cocinero en Préjano. Sus asiduos no reparan en elogios para los pimientos, los caracoles a la sartén, la marmita de pochas con calabaza, el rodaballo a la brasa, el osobuco de atún rojo o el mogote ibérico a la plancha. En general, la oferta está en un nivel notable, aunque postres como la tarta de queso o el hojaldre tienen todavía camino de mejora.

La Posada del Laurel adquirió protagonismo internacional gracias a la película The trip (2010), de Michael Winterbottom, cuyo protagonista, representado por Steve Coogan, es contratado por el periódico The Observer para hacer un recorrido por los mejores restaurantes del norte de Inglaterra. Winterbottom descubrió el establecimiento de Préjano de manera casual, durante un viaje camino de Santander, y lo eligió como una de las localizaciones para su rodaje. No es de extrañar, pues el local suma al buen nivel gastronómico que ofrece Dámaso Navajas un comedor con vistas a la huerta y a la Peña Isasa que hacen especialmente placentera la visita.

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