Morata se echó a llorar, Rodri se derrumbó sobre el césped, Sarabia se quedó con la mirada perdida, Balde se mesó los cabellos, Pedri, absorto, como embrujado, se sentó. Sufrían los jugadores españoles en
Qatar el agudo dolor que se siente cuando te atropella un autobús. Es un dolor inexplicable porque nace de la impotencia y del estupor.
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