La derrota ante el Fraikin Granollers, lógica ante el vigente subcampeón de Liga Asobal, no será una más en la vida del Ciudad de Logroño. No es una cuestión del qué si no del cómo. Porque el equipo franjivino que se plantó en el parqué del Palacio de los Deportes el viernes premateo fue un equipo sin carácter, totalmente bloqueado, y lo peor, un conjunto sin alma ni corazón que se dejó llevar por la pendiente de la catástrofe.
Más allá de no mostrar personalidad para intentar revertir una situación muy adversa, lo más evidente fue la indolencia del equipo riojano tanto en ataque como en defensa ante la desesperación de un Miguel Velasco que no supo cómo inyectarle nervios a sus adormilados pupilos.
¿Se puede inculcar la intensidad? Porque todo pasa por ahí. Las diferencias en el apartado defensivo entre un manso Ciudad de Logroño y un enrabietado Granollers fueron demasiado perceptibles. Mientras Rivero, Serradilla, Javi Rodríguez y Keita morían en la somnolencia defensiva, Joan Amigó, Oriol Rey, Jan Gurri y Esteban Salinas se comieron a los atacantes franjivino.
Las diferencias en la intensidad defensiva entre riojanos y vallesanos resultó evidente el viernes
Casi literalmente, la retaguardia vallesana le ganó en todos los frentes abiertos: el uno contra uno, los lanzamientos exteriores, los pases al pivote, los dos contra dos… En todas las fases siempre ganaban los hombres vestidos de rojo. Siempre. Y así es imposible hacer nada.
En la primera parte, la fatídica, la que acabó con el histórico 5-16 en el marcador, al Ciudad de Logroño le faltó dirección de juego. A partir de ahí, el equipo deambuló sin ideas. Tampoco tuvo puntería, a los extremos les llegaron contadísimos balones y los pivotes siempre estuvieron completamente anulados. Recién en el noveno minuto pudo marcar por primera vez el cuadro riojano cuando el Granollers llevaba ya siete tantos en su haber y jugaba con una comodidad envidiable.
En la segunda parte, el equipo reaccionó ligeramente, pero ya había quedado todo decidido desde los primeros minutos de juego. Aún así, los franjivino mejoraron un poco, se sacudieron los fantasmas que le acecharon en la primera etapa, y pudieron marcar 19 goles, los mismos que los vallesanos, que aprovecharon el inmenso margen para rotar a sus jugadores.
Los locales, en cambio, tuvieron que aguantar el malestar de la grada y ver como algunos de esos aficionados se marchaban antes de que acabase el enfrentamiento, algo poco común de ver en el Palacio de los Deportes.
Ahora el balón se encuentra en el tejado del Ciudad de Logroño, que en este inicio de temporada se ha mostrado como un bloque demasiado irregular. Una circunstancia que le ha hecho hacer el ridículo en dos ocasiones distintas, ante el Sinfín, en la primera jornada de Liga, y contra el Granollers. Llegan ahora más curvas para los riojanos, que el sábado que viene viajan al infierno de El Sargal a buscar la redención.
Enlace de origen : El deber franjivino de batallar contra la indolencia
