
La historia de Mansilla de la Sierra es de sobra conocida. También la más reciente de Pajares y Las Ruedas de Enciso, pueblos desaparecidos bajo las aguas de embalses riojanos, a menudo en contra de la voluntad de los vecinos. Es la historia de otros muchos pueblos en España, como el célebre Vegamián al que resucitó Julio Llamazares en su literatura. En La Rioja hay un caso más desconocido, el de Los Molinos, barrio industrial de Ortigosa de Cameros que, cuando desciende el nivel del agua del embalse González Lacasa, todavía se distingue, ya en ruinas, en la desembocadura del río Albercos.
Álvaro González Martínez, torrecillano y autor del libro ‘El camino del Iregua’ (2019), que describe todo el valle, presenta mañana, a las 19.30 horas, en la Biblioteca Almudena Grandes, en Logroño, y el próximo domingo a las 12.00 en la ermita de Santa Lucía de Ortigosa, en la conmemoración del 90 aniversario del embalse, su nueva publicación: ‘La voz de los desterrados. Intrahistorias de una aldea de la España sumergida’ (Los Aciertos, 2022).
El libro es un testimonio de la última generación que queda con vida y nació en Los Molinos, es el rescate de su memoria, como el de la familia Armas, cuya historia relatan las hermanas Beatriz y Victoria, dos señoras de más de 90 años que vivieron allí hasta los 12 y 15 años. «Tienen una memoria que no tengo yo, se acuerdan de todo, de la gente, las fábricas… Y me quedé asombrado. Muchos vecinos, como en todo Cameros, emigraron a América», expone Álvaro González. El libro recoge testimonios, fotografías y documentación de la Confederación Hidrográfica del Ebro, pero está escrito con cariño y nostalgia, a modo de documental.
«Los Molinos tiene muchos paralelismos con Mansilla pero, básicamente, se diferencia en que no era un pueblo sino un barrio de Ortigosa, lo que ocultó lo que verdaderamente pasó. Alcalá Zamora, en su discurso de inauguración, incluso celebró que no hubiera desaparecido ninguna localidad. Pero tuvo ermita y hasta cárcel», desvela Álvaro González. Él, investigador agregado del IER, y conocedor de los Cameros, supo de la existencia de Los Molinos a los 16 años, aunque no de su verdadera historia hasta el último año. «El año pasado subí a pasear y comprobé que quedaba mucho más de lo que contaban, que eran cuatro casas», confiesa.
El libro es un homenaje y también un rescate de la memoria. «Hay un objetivo etnográfico y otro de hacer justicia a la memoria de esta gente. Aparte del trabajo literario, ha servido socialmente, emocionalmente. Hay familias separadas que gracias a este libro están de nuevo en contacto», afirma González, quien admite a Llamazares como influencia, aunque, por encima de ‘La lluvia amarilla’, destaca su libro, más reciente, ‘Distintas forma de mirar el agua’.
«En 2021 fallecieron cuatro personas mayores que conocían la historia por haberla vivido y con la memoria intacta. No fue posible hablar con ellos», lamenta González. Otro objetivo claro es dar a conocer una historia desconocida. «Es increíble que en Logroño disfrutemos de agua de boca gracias a González Lacasa, y de regadío en el Bajo Iregua, y no se conozca el sacrificio de esta gente», subraya. Y es que es la tónica habitual de las grandes obras hidráulicas. «La gente lo pasó mal, lo perdió todo. Deberíamos ser conscientes, más cuando el pantano es ‘la playa de La Rioja’», señala Álvaro González.
Enlace de origen : 'La voz de los desterrados' de Los Molinos de Ortigosa