
La megacárcel levantada por Nayib Bukele en El Salvador en su particular lucha contra los pandilleros se ha convertido en un modelo de referencia para … otros países del entorno. Ecuador acaba de inaugurar la suya. Y en Colombia o Costa Rica hay propuestas para construir sus propias versiones. Sin embargo, lo que ocurre de muros para dentro del Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT) -el nombre oficial de la prisión salvadoreña- no es precisamente ejemplo para nadie, según revela un reciente informe de Human Rights Watch y la ONG Cristosal. El documento, publicado el miércoles, se centra en la experiencia de los 251 venezolanos que la pasada primavera llegaron a estas instalaciones tras ser deportados por EE UU y que «fueron sometidos a condiciones inhumanas» además de palizas y «otras formas de maltrato» a diario. El director les avisó a su entrada: «Llegaron al infierno».
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El informe repasa lo sucedido desde marzo y abril de este año, cuando decenas de venezolanos fueron expulsados de territorio estadounidense dentro de la campaña antiinmigración promovida por Donald Trump. «Acusaron a la mayoría de ser terroristas, parte del Tren de Aragua (…) Sin embargo, la revisión de los antecedentes penales indica que muchos de ellos no habían sido condenados por ningún delito», advierte. Eso no impidió que fueran detenidos y deportados a El Salvador, donde permanecieron cuatro meses incomunicados antes de ser enviados a Venezuela. En ese tiempo vivieron el «infierno» del que les alertó el director de la megacárcel a su llegada. «Nos golpeaban casi todos los días», relata Gonzalo, uno de los 40 presos que han dado su testimonio para la elaboración del documento.
Como él, muchos de sus compañeros de viaje desde EE UU a El Salvador desconocían su destino y algunos de ellos telefonearon incluso a sus familias para avisarles de que regresaban a casa. «Yo me quedé esperanzada con esa promesa, pero él nunca llegó», cuenta la madre de Gonzalo. No se podía imaginar lo que su hijo estaba viviendo en la polémica prisión de Bukele, con capacidad para 40.000 reclusos. Nada más ingresar «nos hicieron arrodillarnos para afeitarnos la cabeza». «Los vigilantes me dieron muchos golpes, en el pasillo del módulo y en la celda de castigo», recuerda este venezolano, que el 18 de julio fue enviado finalmente a Venezuela dentro de un intercambio de prisioneros entre ambos países.
Ajenos a las ‘reglas Mandela’
Human Rights Watch y Cristosal concluyen que «los casos de tortura y malos tratos a los venezolanos en el CECOT no fueron incidentes aislados» tras escuchar el relato de exreclusos como Gonzalo y analizar fotografías, documentos judiciales y consultar a expertos forenses internacionales. En su informe denuncian la «detención prolongada» que sufrieron estos supuestos -a ojos de Washington- terroristas, con una «alimentación inadecuada, denegación de higiene básica, acceso limitado a atención médica y medicamentos…». Una situación que viola las llamadas ‘reglas Mandela’ de Naciones Unidas sobre el tratamiento de presos.
Daniel B. confirma que los abusos físicos y psicológicos se producían a diario. En mayo, tras una visita de Cruz Roja Internacional al centro penitenciario, sufrió uno de sus episodios más traumáticos. «Me siguieron pegando en el estómago y, cuando traté de agarrar aire, me empecé a ahogar con la sangre. Mis compañeros (de celda) gritaban auxilio, pero los oficiales decían que sólo nos querían hacer sufrir», comparte. Human Rights Watch y Cristosal apuntan que hubo también casos de violencia sexual aunque explican que las víctimas no suelen reconocerlo por el estigma que supone.
El documento señala directamente a la Administración Trump por saltarse las obligaciones legales de respetar el principio de no devolución al trasladar a migrantes venezolanos, primero, a El Salvador a pesar de «los riesgos fácilmente previsibles de tortura y malos tratos» y, después, a su país de origen, que arrastra una crisis humanitaria y «violaciones sistemáticas de los derechos humanos». Además, destaca, algunos de los deportados habían huido del régimen chavista. Uno de los detenidos resume el calvario: «Fuimos a EE UU a pedir protección y la oportunidad de un futuro mejor, pero terminamos en una prisión en un país que ni siquiera conocíamos, siendo tratados peor que animales».
Enlace de origen : El calvario de los venezolanos en la megacárcel de Bukele: «Me empecé a ahogar con la sangre»