Entre el Labrador y los Ilustres, El Abrazo

Viernes, 7 de noviembre 2025, 20:52

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Entre el Monumento al Labrador y la Fuente de Los Riojanos Ilustres se encuentra desde este viernes El Abrazo, una obra escultórica que firman Dalmati y Narvaiza, cedida por la familia de los artistas, y que permanecerá indefinidamente en la plaza que lleva sus nombres. Sí, la plaza salón de Gran Vía se rebautizó para dedicarla a los escultores cuya obra se reparte por distintos lugares de la ciudad, incluso por el interior del Cubo del Revellín, aunque ni Google se había hecho eco aún del cambio de designación de este espacio. Pero eso fue hasta este viernes. Solucionado, dijo el alcalde, Conrado Escobar, cuando, ante un buen número de familiares de Dalmati y Narvaiza, quiso darles las gracias por hacer a la ciudad custodia de esta nueva pieza.

El motivo, el abrazo, se quedará en un lugar donde se dieron muchos, de bienvenida y de adiós porque en la plaza salón de la Gran Vía, en la nueva plaza Dalmati y Narvaiza, estuvo durante años la estación del ferrocarril hasta que fue trasladada a la plaza de Europa. Así lo recordaba la cronista de la ciudad Isabel Murillo, quien también participó en el acto organizado en el sitio a media tarde. «Cuántas despedidas se producirían aquí mismo», decía.

El concejal de Urbanismo, Íñigo López Araquistain, hacía hincapié, por su parte, en el humanismo profundo y la energía que rebosa la obra de tío y sobrino, chilenos de nacimiento, de familia riojana en cualquier caso.

«Los dos juntos, como siempre», también en el espacio público que lleva sus nombres, afirmó Mari Luz Martínez, viuda de Narvaiza

Mari Luz Martínez, viuda de Alejandro Narvaiza, se refirió a la gran alegría de la familia y el honor que representa la concesión del nombre de la plaza, así como la conexión entre los dos artistas, también en este momento. «Los dos juntos, como siempre», decía, para recordar que Dalmati y Narvaiza vivieron siempre en casas contiguas y que el sobrino siempre estuvo en el taller del tío, que fue quien más le influyó y a quien consideraba un genio. «Siempre decía que tenía dos padres, el suyo y su tío», recordaba quien fue su esposa.

«Ellos eligieron esta ciudad para vivir y la embellecieron con sus obras», contó, para señalar que la recién colocada será «para el disfrute de todos los riojanos».


Mari Luz Martínez, viuda de Alejandro Narvaiza, durante su intervención en el acto de este viernes.


Miguel Peche

El alcalde cerró la cita hablando de agradecimiento colectivo y de que la pieza recién colocada, de bronce con pátina marrón y con unas medidas de 39x37x81 centímetros instalada sobre un pedestal de unos 45×45 centímetros, será «una excusa más para acordarnos de quienes nos han hecho más universales».

Alejandro Narvaiza, el sobrino, el último del tándem, falleció hace ahora un año –lo hará el día 12, exactamente–, a los 83 años. Antes, Alejandro Rubio Dalmati nos había dejado en 2009 a los 96. Los dos desarrollaron juntos, mano a mano, una parte importante de su actividad profesional y dejaron un gran legado en la capital riojana con obras que han completado los espacios públicos de la ciudad y que forman parte de sus estampas más icónicas.

De familia riojana aunque nacidos en Chile, realizaron varias idas y venidas trasatlánticas hasta que se produjo el regreso definitivo a La Rioja en 1964. Con los pasajes comprados, surgió el encargo de pintar un gran mural en un colegio salesiano en Concepción, en Chile, y fue entonces cuando decidieron hacerlo a medias, con Narvaiza con veinticuatro años. Empezaron cada uno por un extremo y, cuando se juntaron, parecía obra de un solo autor. Así comenzó una firma que compartirían durante décadas.

Al poco de llegar a Logroño, Dalmati recibió el encargo del alcalde del momento, Julio Pernas, de un monumento a Franco, pero el artista propuso un trabajador, un artesano, un campesino… Y así llegó el Monumento al Labrador (firmado por Dalmati, con Narvaiza en el proyecto), un bronce de casi tres metros de altura inaugurado en 1967. Aquella fue la primera. Este viernes Logroño volvió a colocar una obra de esta pareja de artistas.

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