La Casa Blanca, el simbólico edificio que durante más de dos siglos ha sido la residencia oficial de todos los presidentes de Estados Unidos, se … desprende estos días de parte de su historia. A base de excavadoras y maquinaria pesada. No en vano, desde el lunes equipos de construcción han comenzado el derribo parcial del Ala Este para dar cumplimiento al deseo de su actual inquilino, Donald Trump, de contar con un gran salón de baile. «El mejor del país», ha asegurado el mandatario sobre una «modernización» que ha suscitado críticas por tratarse de una modificación en un edificio considerado Patrimonio Nacional, que además no ha pasado por todos los controles pertinentes.
El complejo que está siendo reformado ha albergado hasta ahora las oficinas de la primera dama, un teatro y una entrada para visitantes que da la bienvenida a dignatarios extranjeros. «Será más hermosa que nunca cuando esté terminadas. Y le rinde un respeto total al edificio existente, del que soy un gran admirador. Es mi favorito», se ha apresurado a matizar el inquilino de la Casa Blanca en un mensaje en su red Truth Social. Asimismo, ha asegurado de que el nuevo salón de baile es un espacio que «todo presidente ha soñado con tener durante más de 150 años».
El Ala Este, construida en 1902 y remodelada cuatro décadas más tarde por Franklin D. Roosevelt en medio de la Segunda Guerra Mundial, sufrirá durante el segundo mandato de Trump su mayor modificación en 83 años. La obra -que estará a cargo de la empresa Clark Construction, con diseño de McCrery Architects- se calcula que tendrá un coste de algo más de 250 millones de dólares (alrededor de 215 millones de euros) y será financiada por capital privado. Es decir, con dinero del propio Trump y de «patriotas generosos» que simpatizan con el magnate.
Una vez concluidos los trabajos, habrá un salón de baile de 8.300 metros cuadrados, con vistas al Monumento a Washington y capacidad para un millar de personas. Las futuras fiestas, ha adelantado el mandatario, comenzarán con cócteles en el East Room antes de que los invitados sean llevados a ese renovado recinto que podrá fin a los problemas de espacio que ha sufrido el Ala Este en ocasiones anteriores. No en vano, fuentes de la Casa Blanca explican que más de una vez el lugar se ha visto sobrepasado por la cantidad de empleados, visitantes e invitados del presidente que desean asistir a sus eventos. De hecho, como consecuencia, varias cenas de Estado han tenido que celebrarse en una carpa instalada en el Jardín Sur.
🚨BREAKING: President Trump just announced: “You’re gonna see a ballroom the likes of which will never be topped! Just started today. That’s good luck!”
Construction has begun on the East Wing ballroom of the White House. President Trump is paying for the whole project. pic.twitter.com/6w4DZSFob3
— AJ Huber (@Huberton) October 20, 2025
Las obras que acaban de empezar en uno de los edificios más simbólicos de Estados Unidos no son, sin embargo, las primeras llevadas a cabo por Trump en la Casa Blanca. El magnate, quien fue promotor inmobiliario antes de lanzar su carrera política, ya ha realizado importantes cambios estéticos en el inmueble al elegir ornamentación dorada para el Despacho Oval y renovando el Jardín de Rosas al estilo de sus clubes de golf. También ha mostrado interés por la capital, Washington, y sus alrededores, proponiendo un monumento estilo Arco del Triunfo para celebrar el 250 aniversario de EE UU en 2026.
En cualquier caso, esas variaciones no han sido tan sustanciales ni han suscitado tantas críticas como ahora. Entre las voces que han dado una señal de alarma está Robert K. Sutton, exhistoriador jefe del Servicio de Parques Nacionales (NPS), quien ha asegurado que el proyecto no ha pasado por el proceso de revisión habitual del organismo, que incluye la evaluación de planos, arquitectos y costos. El experto ha considerado «inapropiada» la ausencia de ese procedimiento, al tiempo que lo ha enmarcado en una demostración del estilo personal de Trump a la hora de gobernar.
La Sociedad de Historiadores de la Arquitectura ha pedido asimismo un proceso de diseño riguroso por tratarse de las obras de mayor envergadura que enfrenta la Casa Blanca desde 1942 mientras que el Instituto Americano de Arquitectos ha exigido una revisión transparente del proyecto.
Enlace de origen : La Casa Blanca derriba parte de su historia