
La Asamblea Nacional de Madagascar aprobó ayer la destitución del presidente del país, Andry Rajoelina, que ha huido del país. La mayoría de legisladores respondieron … de esta manera al decreto del dirigente, publicado en la página de Facebook del Ejecutivo, por el que disolvía la institución. Aparentemente, este desenlace culmina tres semanas de movilizaciones callejeras y huelgas promovidas por la generación Z local. En realidad, el poder ha sido asumido por un destacamento de élite del Ejército, el cuarto actor de este drama, que controla tanto las Fuerzas Armadas como la Gendarmería. El coronel Michael Randrianirina, nuevo hombre fuerte, ha declarado la suspensión de las instituciones democráticas.
Las protestas por los cortes de agua y electricidad fueron el germen de la crisis política en la cuarta isla más grande del mundo. Con un proceso similar al llevado a cabo en Nepal y Marruecos, pronto las demandas se ampliaron a la denuncia de la corrupción y la miseria extrema en la que vive la población. Tras enfrentamientos saldados con 22 muertos, las masas radicalizaron su postura al exigir el pasado fin de semana la renuncia del jefe de Estado.
El respaldo del Cuerpo de Administración de Personal y Servicios del Ejército de Tierra (CAPSAT) a los jóvenes precipitó la salida de Rajoelina. Al parecer, el presidente temió que esta unidad, encargada de la logística militar, pudiera detenerlo. Su temor se hallaba justificado ya que, hace 16 años, esta misma élite propició su propia llegada al poder y la destitución del dirigente Marc Ravalomanana. Como sucedió en aquella ocasión, el descontento popular sirvió de justificación para la intervención castrense.
La historia se repite. El veterinario andaluz José Luis Guirao reside allí desde hace treinta años. «Entonces, el país estaba mal, y ahora, peor», lamenta. «La situación social es catastrófica, sobre todo en el sur de la isla». Como promotor y actual director de la Fundación Agua de Coco, radicada en Granada, ha llevado a cabo cientos de proyectos en el territorio, desde iniciativas para la inclusión social a otros de carácter educativo o contra el trabajo infantil.
Isla exótica y pobre
Madagascar es la quinta esencia del exotismo, la isla de los baobabs, la vainilla, los apellidos interminables y los lemures saltarines. Con una superficie algo mayor a la española, se ubica al este de África, un continente del que reniega. «Sus primeros habitantes provienen de Indonesia y se han mezclado con árabes, bantúes y europeos constituyendo 18 tribus que viven en paz», explica Guirao. El subsuelo alberga numerosos minerales y las aguas territoriales, importantes caladeros. Pero la falta de desarrollo lo ha convertido en el quinto Estado más pobre del mundo. «El 75% de sus 33 millones de habitantes vive bajo el umbral de la pobreza y sólo hay agua y electricidad en las ciudades», apunta.
El panorama resulta dramático en las zonas rurales. La religiosa Inmaculada Fernández de Palencia solicita fondos para adquirir un camión cisterna. «Porque la gente se desplazar 10, 15 o 20 kilómetros para conseguir agua», explica y dibuja un escenario desolador, carente de términos medios. Desde 1971, esta madrileña, miembro de la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente Paúl, vive en el sur, una región árida y muy afectada por el cambio climático. Su trabajo, apoyado por la ONG Manos Unidas, intenta paliar una situación extrema. «La gente cultiva si hay lluvias y los ciclones no se lo llevan todo consigo», explica. «Si la estación húmeda falla, sobreviven de las chumberas silvestres, de comer sus higos y cocer las ramas».
Antananarivo, la capital, a 800 kilómetros, se antoja un mundo muy lejano. «En coche se tarda dos días y cuatro en autobús», indica. La urbe centraliza la rebelión juvenil y la modernidad, aunque también sufre plagas que remiten a la más pavorosa Edad Media. En su perímetro se suelen producir brotes de peste bubónica y neumónica, propagados por las ratas que proliferan en los basureros al aire libre. «Tampoco hay canalizaciones de aguas residuales y las tormentas diseminan los desechos y facilitan la expansión de la malaria».
Próximas elecciones
La celebración de elecciones a lo largo de los próximos dieciocho meses es una de las promesas de los militares. Esta rebelión ha sido aparentemente promovida por los jóvenes, el 17% de la población total, pero, a juicio de Guirao, este episodio forma parte de la tradición política nativa. «Cada cinco o siete años se produce una revuelta y los dirigentes se van o los echan», aduce y manifiesta su total desconfianza de la clase política malgache.
El caso de Rajoelina resulta paradigmático. Llegó como un renovador y, tras varios mandatos infructuosos, ha huido y buscado refugio en la vecina Mauricio junto a varios de sus fieles. «Hablan de lo que no hacen, sus promesas se olvidan en el camino y se quedan con lo poco que hay». El cooperante granadino no confía en el futuro. «Nada cambiará porque no hay candidatos viables», alega.
La economía se halla controlada por comerciantes de origen indio y pakistaní, la carestía lastra el turismo y el presupuesto nacional depende en buena medida de la ayuda internacional proporcionada por la Unión Europea y el Banco Mundial. «Pero estos fondos no han conseguido nada» añade. «Ya puede imaginar las razones».
Enlace de origen : Una facción del ejército se hace con el poder en Madagascar tras las protestas de la generación Z