Donald Trump no tuvo este lunes ninguna duda sobre la gran trascendencia de la jornada que arrancó en Israel y culminó en Egipto. «Quizá sea … lo más importante que he hecho en mi vida», afirmó poco antes de aterrizar en Tel Aviv, donde la población ya celebraba la liberación de los rehenes vivos aún en manos de Hamás. Siempre de la mano del primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, lo primero que quiso hacer el presidente de Estados Unidos fue reunirse con los familiares de los cautivos y con algunos de los que habían sido liberados previamente. Sus expectativas las plasmó después en el libro de honor: «Es un gran y bello día. Un nuevo comienzo», escribió, consciente de que iba a hacer historia. «Todo el mundo decía que era imposible acabar con un conflicto abierto hace tanto tiempo, algunos aseguran que se remonta 3.000 años, pero está sucediendo», apostilló con indisimulado orgullo.
Esa idea la repitió varias veces a lo largo del día: «Amanece en un nuevo Oriente Medio, una era dorada», sentenció frente a un Parlamento israelí, la Knéset, que le recibió en pie y con vítores en los que también se jaleó el nombre de su enviado especial a la región, Steve Witkoff. «Habéis ganado la guerra. Es hora de construir la paz», les dijo el presidente a los diputados en un largo discurso trufado de muestras de fuerza. «La paz se consigue con fortaleza», repitió tras afirmar que Israel «ha utilizado bien» el armamento proporcionado.
‘Genocidio’ en una pancarta
A pesar de la seriedad del tema que se trataba en la sesión especial de la Knéset hubo espacio para el humor -como cuando el presidente del Parlamento, Amir Ohana, le aseguró a Trump que su teleprompter funcionaba perfectamente, no como en Naciones Unidas- e incluso para un sobresalto: dos miembros del partido Hadash Ta’al, Ayman Odeh y Ofer Cassif, fueron sacados a la fuerza de la Cámara por mostrar una pancarta con la palabra ‘genocidio’.
Esa fue la única nota discordante en el paseo triunfal de Trump, que fue recibiendo halagos de todos los políticos con los que se cruzaba, independientemente de su ideología o religión. Ohana le llamó «coloso», añadió que era «el presidente más relevante de la historia», y prometió hacer presión para que el año que viene le concedan el Premio Nobel de la Paz. «Nadie lo merece más que usted», le dijo a un Trump que asentía en silencio.
Trump ha recibido un apoyo unánime en Israel.
Reuters

Por su parte, Netanyahu le agradeció haber reconocido la capitalidad de Jerusalén y haber intervenido en la campaña de bombardeos contra el programa nuclear de Irán. «Les golpeamos duro», recordó. Por todo ello, afirmó que Trump «es el mayor amigo que el Estado de Israel ha tenido nunca en la Casa Blanca». Incluso Yair Lapid, líder de la oposición israelí, se deshizo en halagos hacia el mandatario estadounidense. «Presidente, ha salvado la vida de nuestros rehenes, pero también las de los miles de soldados que ya no caerán en batalla y las de millones de ciudadanos que no vivirán el terror», afirmó, recordando que ahora «Israel tiene que estar a la altura».
«Juntos conseguiremos la paz»
Con retraso sobre el horario previsto debido a la duración de los discursos, algo que Trump no dudó en recalcar con ironía, el exmagnate subrayó su capacidad «para llegar a acuerdos» y se felicitó porque «los enemigos de la civilización están en retirada y un futuro prometedor está al alcance para toda la región gracias a la labor de Israel». En ningún momento consideró la posibilidad de que su plan de paz pueda descarrile. «Hamás lo cumplirá», aseveró, aunque diferentes fuentes afirmaron ayer que el grupo islamista solo entregará los restos de cuatro de los rehenes fallecidos. Trump señaló que «están buscando sus restos, porque no es una operación fácil» y Netanyahu respaldó sus palabras y afirmó que está comprometido con el plan. «Juntos conseguiremos la paz», le dijo el polémico primer ministro.
Mensaje a los palestinos
El inquilino de la Casa Blanca no se olvidó de los palestinos a quienes pidió que «destierren el odio» y aprovechen esta ocasión para construir una sociedad moderna en vez de «dedicarse a destruir Israel». Él ratificó su compromiso a ayudar en ese camino a través de la ‘Junta de la Paz’ que, si se continúa avanzando por su hoja de ruta, debería supervisar al nuevo gobierno de tecnócratas apolíticos gazatíes en la próxima fase del plan, cuyas negociaciones Trump aseguró que ya han arrancado.

Aunque siempre incide en que lo hace porque se lo han pedido, él presidirá esa junta en la que participarán mandatarios de multitud de países comprometidos «con la estabilidad en Oriente Medio» y con la «lucha contra las fuerzas del caos que amenazan los intereses» de la región. Tras su llegada por la tarde a Sharm el-Sheikh, rebautizada como ‘ciudad de la paz’, afirmó que le gustaría que el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi, de quien alabó que gobierne con mano duda, forme parte de ese grupo de líderes encargados de supervisar el futuro de Gaza, algo a lo que Al-Sisi no parece oponerse. Sin duda, los negociadores son conscientes de que la participación de los países árabes es clave para que la paz perdure, y el mandatario musulmán afirmó que Trump «es el único capaz de lograr el fin de este conflicto».
Muchos de ellos estuvieron presentes en la ceremonia que sirvió para rubricar el acuerdo, frente a una treintena de jefes de Estado y de gobierno. «Han venido todos a los que hemos invitado», se vanaglorió Trump, que los recibió a todos, uno a uno, tras unas gigantescas letras en las que se leía ‘Paz 2025’ y que recordaban a las que instaló cuando se reunió con su homólogo ruso, Vladímir Putin. Allí, menos optimista, se limitó a escribir ‘Alaska 2025’. No en vano, ayer el presidente reconoció que tiene pendiente de solucionar la invasión de Ucrania.
Ayuda y reconstrucción
Eso será otro día. Ayer era momento de celebrar que «después de dos años terribles, 20 rehenes valientes han regresado a casa con sus familias y las armas han callado». Sin duda, en la ciudad-balneario egipcia, no hubo discrepancias al respecto, solo sonrisas y fuertes apretones de manos. «Es un día increíble para el mundo. Hemos tardado 3.000 años en llegar a este punto. Y va a durar», reiteró Trump a la hora de firmar un acuerdo que no lleva las firmas ni del mandatario israelí ni del palestino, solo las de los países mediadores.
Al-Sisi, no obstante, sí solicitó que se acelere la llegada de la ayuda humanitaria a Gaza y que «se inicien los trabajos de reconstrucción y desarrollo sin dilación». A los israelíes el líder egipcio les pidió «permitan mirar al futuro con la esperanza de conseguir una paz duradera basada en el reconocimiento mutuo de Palestina e Israel, porque los enemigos de hoy pueden ser socios mañana». Trump le respondió en su último discurso del día, con los mandatarios mundiales a sus espaldas, asegurando que ya «están entrando cientos de camiones llenos de comida y de medicamentos», y que la reconstrucción «será la parte más sencilla». Al fin y al cabo, en varias ocasiones mencionó que «están involucradas naciones muy ricas».
En un inesperado giro de guion, el político americano pidió al primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, que añadiese unas palabras en medio de su alocución. «Si no hubiese si por la intervención de este hombre, la guerra entre India y Pakistán podría haber escalado y, como somos potencias nucleares, nadie sabe qué podría haber pasado», declaró.
«No va a haber una Tercera Guerra Mundial», sentenció Trump, que previamente había abordado también la cuestión iraní, otra para la que aún no ha encontrado solución. Pero a sus líderes les envío un mensaje: «Estoy preparado para cuando vosotros lo estéis también».
«Creo que debería indultar a Netanyahu», pide el presidente
Entre los momentos más inesperados del discurso de Trump en el Parlamento israelí estuvo su mención al primer ministro, Benjamín Netanyahu. Primero le pidió que fuese «más amable» con el líder de la oposición, un hombre que le «cae bien» al presidente de Estados Unidos, quien le espetó también que «no ha sido fácil llegar hasta aquí» en gran medida porque Netanyahu «es un hombre difícil».
No obstante, Trump también le dio una de arena. A continuación dijo del primer ministro que ese carácter es «lo que le hace grande», y la guinda la puso dirigiéndose al presidente de Israel, Isaac Herzog. «Creo que debería indultarle», sentenció con una sonrisa y refiriéndose a los diferentes procesos judiciales que Netanyahu tiene abiertos por corrupción y tráfico de influencias. «Puros y champán, ¿a quién le importa eso?», apostilló con una mueca, en referencia a algunos de los regalos que supuestamente recibió el mandatario hebreo.
Su indulto, de hecho, ya había sido mencionado por Herzog como aliciente para que Netanyahu no alargase innecesariamente la guerra con el único fin de retrasar la acción de la justicia, algo de lo que muchos israelíes le acusan. Sin embargo, ayer no hizo ninguna declaración al respecto.
Enlace de origen : Trump firma el plan de paz: «Amanece una era dorada en un nuevo Oriente Medio»