Van Dijk apaga en el descuento la reacción del Atlético

Miércoles, 17 de septiembre 2025, 23:02

Una visita a Anfield siempre tiene una dificultad máxima, pero si además en seis minutos te topas con un 2-0 en contra, el escenario es todavía más complejo. Todo lo que hubiera pensado Simeone para que su Atlético fuera rebelde se había caído como un castillo de naipes. El primer golpe fue de mala fortuna, el segundo, falta de contundencia. Lenglet, retratado en los dos goles, hizo una falta en el borde del área que terminó con un discreto disparo de Mo Salah, pero que se convirtió en oro tras tocar en Robertson. Sin tiempo de encajar el golpe, el Atlético recibió el segundo dos minutos después. Mo Salah se coló en el área desde la banda por el interior y tras apoyarse en Gravenberch se plantó solo ante Oblak para definir con calidad y dejar a Lenglet con la misma cara que la de los aficionados rojiblancos que viajaron a Liverpool y la de los que estaban en casa. Seguro que alguno que llegó un poco tarde golpeó la televisión pensando que había un error en el marcador. No tardó en comprobar que la realidad era así de cruda. Es cierto que el de Anfield era un Atlético mentiroso. Un Atlético sin Julián, Baena, Almada, Hancko, Giménez y Cardoso, pero suficiente para no ir perdiendo de dos goles cuando casi no has roto ni a sudar. 

Con el 2-0 comenzó otro partido. Más parecido probablemente al que había imaginado el equipo rojiblanco en las horas previas. El Atlético tocaba buscando las bandas y hacer grande el campo, mientras que el Liverpool presionaba la salida del balón del Atlético y se agarraba a la velocidad de Salah, Isak y Gakpo, sabedores de que Le Normand sufre a campo abierto. Raspadori, con el que Simeone rompió los pronósticos dándole la titularidad, fue el primero que probó que Alisson tenía manos en un tiro lejano. Era un oasis en el desierto ofensivo de los rojiblancos. que llegaban hasta el área ‘red’ con facilidad, pero ahí se fundía a negro. El colegiado se sumó a la zozobra de los de Simeone señalando un penalti de Lenglet, tras un centro de Salah por mano que solo vio él. El VAR puso cordura y sacó del error al colegiado italiano. Pero esos segundos de parón hasta que la revisión confirmaron que el juego debía continuar y revitalizaron al Liverpool que volvió a presionar al Atlético hasta ahogarlo.

Cada llegada de los ‘red’ era un sobresalto para los de Simeone, que habían perdido el centro del campo y achicaban agua como podían. Los minutos de más control y de búsqueda de la portería rival por parte de los rojiblancos habían pasado a mejor vida. Pero el Atlético se agarró a la vida gracias a un gol de Marcos Llorente -qué idilio tiene este futbolista con Anfield- tras una buena combinación grupal que terminó con un ‘puntín’ al más puro estilo Ángel Correa, para poner el balón en el fondo de la red de un Alisson que reclamó un fuera de juego posicional de Griezmann. Maurizio Mariani señalaba el descanso de un partido que podría haber ido perdiendo el Atlético de goleada, pero del que se tomaba un descanso sabiendo que se podía creer.

Tras escuchar a Simeone en el vestuario, el Atlético salió con la lección aprendida y no repitió los errores de los primeros minutos. Debió decirles que comenzaran a combinar y a jugar al fútbol y les recordó de paso que son futbolistas capaces de hacerlo. Y de tirar entre los tres palos. Probó fortuna Raspadori antes de que Simeone decidiera sentarle por Koke, pero Alisson despejó. Reforzó el técnico argentino la medular con el capitán y mandó a Nico más arriba. Arne Slot reaccionó con un triple cambio con el que cambió nombres que no posiciones. En esa partida de ajedrez que decidieron comenzar los entrenadores, el Cholo metió a Sorloth por Griezmann y Molina por Gallagher, con la idea de meter a Llorente en el centro del campo buscando su llegada. Comenzaba un partido de media hora. Con el capitán en el campo el balón era del Atlético, pero las llegadas en rápidas transiciones eran del Liverpool. Así llegó una contra que Salah definió con todo de cara para poner el tercero, pero estrelló el balón en el palo. El Atlético seguía vivo pero caminaba sobre el alambre sabiendo que necesitaba un gol para sacar algo de Anfield, pero que en cada contra del Liverpool tocaba sacar el rosario.

Simeone dio una nueva vuelta de tuerca al equipo y puso a Pubill en el campo -con lo que tenía a sus tres laterales derechos en juego- para jugar con tres centrales y buscar más peligro por las bandas. El plan del argentino no salió como esperaba y el Liverpool, que hasta entonces no había tenido el balón, lo atrapó para dejar pasar los minutos y esperando el momento para dar la puntilla al rival. Pero el fútbol es caprichoso y Llorente, quién si no, cogió un balón en la frontal del área para soltar un zapatazo que tras tocar en la pierna de un defensor, superó a Alisson para poner el empate en el marcador y patas arriba la grada donde estaban los 900 hinchas rojiblancos. Quedaba algún susto porque este Liverpool tiene dinamita arriba y metió en su área al Atlético. Y en un córner Van Dijk entró como un avión para echar un jarro de agua fría a un Atlético que mereció más, pero que se fue de vacío de Anfield.

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