
Los astrólogos señalan al seis como el número de la armonía. Es diplomático, humano y trata de unir: el cielo y la tierra, las piernas … y el corazón. En La Vuelta, cada sexta etapa representa una jornada de concordia para los patrones del pelotón. Dejan triunfar la fuga desde 2019. Siete consecutivas ya. En la edición en la que se cumplen 90 años de la primera, han seguido la tradición.
A 40 kilómetros de meta, tocaban las campanas de la catedral de Santa María de La Seu d’Urgell. El pelotón rodaba relajado, con Vingegaard de cháchara con su compatriota Pedersen a cola del grupo principal. Su equipo, el Visma tiraba sin tirar. Exhibía mano izquierda. Renunciaba a dar un primer bocado en la general en la primera etapa de montaña, como mandan los cánones del Tour. Dejó hacer a otros. A Jay Vine, del UAE, que levantó los brazos en Pal, y a Torstein Traeen, del Bahrein, que se coloca como nuevo líder con 2 minutos y medio de ventaja con el danés.
Traeen, un hombre llegado del frío, aprendió a combatirlo tras fichar por el Bahrein. En la primera concentración se juntó con Pello Bilbao. «Aprendí muy bien cómo hay que hacer la mochila para la lluvia». El parte meteorológico era adverso. Pero el noruego está acostumbrado a resarcirse. En la Volta Cataluña de 2022 acabó noveno y en el Tour de los Alpes ganó la clasificación de la montaña. Le hicieron un control antidopaje y los resultados eran para preocuparse. No había sustancias dopantes. Eran cancerígenas. hCG en sangre.
Se le detectó cáncer testicular. Un tumor de 15 milímetros. El diagnóstico fue rápido. A tiempo. Pasó por el quirófano y enseguida se notaron los progresos. Toda la HCG desapareció. «Tuve 99 problemas y el cáncer ya no es uno de ellos», bromeó para anunciar su recuperación. A los cuatro meses estaba compitiendo. Fichó por el Bahrein y siguió con su progresión. En 2024 ganó una etapa del Tour de Suiza en el Paso de San Gotardo. Ahora le ha llegado el premio gordo.
Jay Vine corre para otro equipo pero es compañero de infortunios y de la fuga que les ha hecho triunfar. El escalador «aussie» tiene una carrera singular. Hacía mountain bike en las antípodas pero le sabía a poco. En 2019 probó el ciclismo de carretera en una cita en Nueva Zelanda y le encantó. Vendió «todo lo que tenía», lo que consiguió como funcionario, y se fue a Europa, primero a Girona y ahora a Andorra, a perseguir su objetivo. Le pilló la pandemia y fue de los que salió mejor. Todos los días hacía rodillo en casa. Se apuntó a la carrera virtual de la Zwift Academy que tenía como premio un contrato profesional con el Alpecin, el equipo de Van der Poel. Se ganó la oportunidad. Le faltaba experiencia a la hora de rodar en pelotón.
Cuatro años después alterna buenas victorias con caídas espeluznantes. En eso se basó su participación en la Vuelta a España de 2022, su consagración con dos etapas. Y para colmo, fue uno de los involucrados en la sobrecogedora caída de la Itzulia de 2024 en el descenso de Olaeta. Sufrió una fractura del cuerpo vertebral cervical y dos de la columna torácica, afortunadamente sin afectación neurológica. «Simplemente no puedo creer que algún día pueda volver a caminar y jugar con mis hijos», declaró unos días después. «No estábamos seguros de si se presentarían problemas neurológicos».
Por fortuna, puede jugar con la familia y aquel accidente no cortó las alas al australiano, que en agosto ya vencía en la contrarreloj de la Vuelta a Burgos. Solo una caída, cómo no, le apartó de las medallas en el último Mundial. «Voy a estar castigándome por esto durante un tiempo», afirmó con el maillot ensangrentado. La rabia le da sus frutos. En la cima del penúltimo puerto, la Comella, había segundos de bonificación. Atacó, pero no por el botín. Vive en Andorra, se conocía la bajada, mojada y prefirió ir por delante. Nadie le siguió, nadie le volvió a ver. Hasta la meta, en la que lo celebraba con su pareja y con su hijo.
Sacudidas en la general
En la salida de Olot se produjeron muchas despedidas. Pepijn Reinderink (Soudal), Simon Carr (Cofidis) y Arjen Livyns (Lotto). Tres abandonos por enfermedad, sumados a los anteriores de Carlos García Pierna, que completó la tercera etapa con 38,5 de fiebre, y Valentin Paret-Peintre. A Landa ya solo le quedan cinco compañeros. Dos se filtraron en la escapada buena. Él se reservó. «Los hombres de la general no perdonarán», vaticinaba el alavés en la salida. Se equivocaba.
En el primer puerto se fueron Vine, Traeen, Castrillo, Vervaeke y Garofoli, Ryan, Shaw, Armirail, Fortunato y Debruyne, que gastó fuerzas por razones fisiológicas. Se puso a orinar en marcha a punto de iniciar la Comella. Lo hizo rápido, pero necesitó un esfuerzo extra para volver a la fuga, que se rompió en la cima. Con Vine destacado, Traeen y Armirail libraron la batalla por el liderado ante el beneplácito de Vingegaard y el resto de favoritos.
El Lidl-Trek, aunque con pocos corredores, asumió el ritmo de la subida final para Ciccone. El italiano destapó sus cartas. Aunque no se atreva a decirlo, puede pelear por la general. Atacó y solo Vingegaard salió a su rueda. Por detrás, solo penaba un ciclista: Juan Ayuso. El ciclista nacido en Barcelona en 2002 se dejó 11 minutos, con lo que ningún ciclista español estará en la lucha por las primeras plazas. Almedia parece que sí. Se rehizo y hasta se atrevió a cambiar el ritmo, sin inquietar al danés. Llegaron a 4 minutos de Vine, mientras que O’Connor, Gaudu y Landa cedieron 28 segundos más. Markel Beloki llegó poco después. La única buena noticia para el ciclismo español.
Enlace de origen : Jay Vine y Torstein Traeen escapan del fatalismo y triunfan en la sexta etapa de La Vuelta