El pasado 26 de julio, tras un vuelo de 12 horas y 27 minutos, el Barcelona aterrizaba en Osaka para dar inicio a su gira … asiática. Los jugadores descendieron del avión con rostros de relativo cansancio, pero felices. Lewandowski saludaba a los aficionados haciendo con sus dedos la señal de la victoria. Auriculares al cuello, ropa deportiva cómoda, conexión a internet de alta velocidad vía satélite, un catering de lujo a bordo… Nunca antes los futbolistas lo han tenido tan fácil para recorrer largas distancias. El equipo catalán, sin ir más lejos, ha sumado en los últimos días 23.563 kilómetros entre España, Corea del Sur y Japón. Y el Real Madrid hizo más de 21.000 durante el reciente Mundial de Clubes. Casi sin despeinarse, los dos equipos han sumado una vuelta al mundo este verano.
Pero hubo un tiempo en el que los deportistas tardaban una eternidad en arribar a su destino. Varios ejemplos. Las selecciones de Francia, Bélgica y Rumania se pasaron casi 15 días en el trasatlántico ‘Conte Verde’ para participar en el Mundial de 1930 en Uruguay. Partieron de Génova y a bordo hubo peleas, enfermos graves y partidos amistosos en cubierta. Dio tiempo a todo. Otra muestra: España invirtió cuatro días en regresar en tren del Mundial de Italia, en 1934. En cada estación, el combinado nacional era vitoreado pese a su derrota con la selección de Benito Mussolini, en uno de los mayores robos arbitrales que se recuerdan.
Por carretera, la cosa no era mucho mejor. En 1945 resultaba habitual que el Barcelona hiciera noche en su camino en autobús a las principales ciudades españolas, incluso si tenía que disputar un partido en la cercana Valencia. «El equipo emprenderá su viaje el viernes y pernoctará en Tortosa para descansar y llegar a la capital del Turia el sábado», se puede leer en la hemeroteca del ABC. Casi dos días para cubrir 348 kilómetros.
En los años 40, la popularización del avión lo cambió todo. Pero ni siquiera estos inicios fueron sencillos. En 1950, la selección española tardó tres días en llegar a Río de Janeiro. La aeronave partió de Roma e hizo escalas en Lisboa (hubo que pasar la noche en Estoril para reparar un cilindro del motor), Dakar y Recife antes de aterrizar en la capital carioca. Y, en 1952, el Real Madrid disputó en Venezuela el que se considera el primer mundial de clubes de la historia (antecesor del que se ha jugado este verano). Regresó a casa vía Nueva York, como en julio pasado, pero no lo hizo directo sino que realizó paradas técnicas en Boston, Azores y Lisboa. Toda una peripecia.
1942
10 de abril
Se produce, posiblemente, el primer vuelo del fútbol español. La selección nacional viaja a Berlín para jugar un partido amistoso contra la Alemania nazi. Los internacionales, en plena Segunda Guerra Mundial, parten desde Barcelona en dos pequeños aviones y aterrizan sin que se conozcan incidencias.
Del primer vuelo del fútbol español (posiblemente el viaje de la selección a Alemania en 1942) a la gira asiática del Barça han pasado 83 años. «En ese tiempo, la evolución en el mundo del transporte aéreo ha sido fabulosa», valora Pablo Poza, comandante y portavoz del Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (COPAC). Poza es también un estudioso de aquellos primeros vuelos regulares en los que normalmente solo montaban personajes «glamurosos y gente adinerada».
Esta es una de las primeras diferencias entre las dos épocas. «Afortunadamente, hoy puede viajar cualquiera. La aviación se ha democratizado». Pero es que hay muchas más mejoras: velocidad, autonomía y tecnología de los aviones, formación de los pilotos, control del espacio aéreo, confort y, sobre todo, seguridad. Porque este último aspecto fue uno de los caballos de batalla en los inicios de los desplazamientos internacionales de los equipos de fútbol.
1945-47
Atlético de Aviación
Vuela a Lisboa para medirse al Sporting. En 1946, la escuadra argentina de San Lorenzo protagoniza una de las primeras giras (sino la primera) de un equipo americano por España. En 1947, el Real Madrid desembarca en Canarias para jugar unos amistosos como parte del fichaje de Molowny.
La tragedia del Torino
Hay una fecha y un lugar que marcan un antes y un después para la relación entre el balompié y la aviación. Superga, 4 de mayo de 1949. El Torino, el mejor equipo de la época, regresa a casa tras jugar un partido amistoso en Portugal. El ‘Fiat G.212’, un trimotor que había hecho escala en Barcelona, se estrella en un colina cercana a Turín por las malas condiciones meteorológicas. 31 muertos. No hay supervivientes.
Lewandoswi hace la señal de victoria al subir al avión en Corea.
AFP

Esta noticia es tan impactante que el temor a volar se extiende por el mundo del deporte. El 8 de octubre de ese mismo año, el Athletic programa el que será su primer despegue de la historia. El destino, Málaga. Los jugadores montan en el peculiar ‘Bristol 170’ de la aerolínea Aviaco. ¿Viajan todos los futbolistas? No. El centrocampista Nando González se queda en tierra, víctima de una crisis de ansiedad. «No es que tuviéramos miedo, pero sí respeto», recordaría años después el portero rojiblanco Raimundo Lezama. Pero Nando conseguiría superar esta fobia. «Luego ya fue quitando el miedo, porque recuerdo que al Mundial de Brasil vino con nosotros en el avión. Eso sí, no paró de hablar, ja, ja, ja», bromearía Telmo Zarra.
1950
Primer vuelo transoceánico del fútbol español
La selección viajó al Mundial de Brasil vía Roma, con escalas en Lisboa (donde hubo que reparar el motor), Senegal, Recife y Río. Una odisea de tres días. Dos años después, el Real Madrid fue a Venezuela a jugar un torneo internacional de clubes.
La actitud de los futbolistas hoy en día es radicalmente diferente. «Nadie monta pensando que algo va a pasar. Todos están muy tranquilos y eso que es un colectivo bastante supersticioso, como los toreros», explica el portavoz del COPAC, que trabaja en Air Europa y suele realizar al año varias operaciones con equipos españoles. «Alguno acostumbra a volar con amuletos… pero es la excepción».
Volviendo a los años 40, el mítico delantero del Athletic que bromeaba sobre su compañero Nando, había pasado también sus malos momentos en 1947, cuando España jugó en Irlanda un amistoso. Las crónicas periodísticas de la época describen muy bien la improvisación y los avatares a los que estaban sometidos aquellos viajes. «El traslado ha sido feliz, sin que se registrara otra nota que un ligero mareo de Zarra», contó el periodista del ABC. «Estando en pleno vuelo se recibieron señales de radio de que el aeropuerto de Dublín se hallaba excesivamente blando y por ello aterrizamos en el de Shanon», añadió.
Algo así sería hoy impensable. La tecnología embarcada a bordo hace que el contacto con el control sea permanente y fluido. Los planes de vuelo se preparan a conciencia y se tienen en cuenta todas las posibles incidencias, por pequeñas que sean. La navegación, además, ha evolucionado de una forma asombrosa. Y la información disponible (del destino, de la meteorología o de cualquier otro tipo) es accesible con una antelación notable.
Hablando de climatología, otra diferencia importante. «Aquellos aviones tenían un techo de vuelo muy bajo», destaca Poza. «Por ese motivo estaban más expuestos a las tormentas y turbulencias». Hoy en día, los comandantes pueden sortear estas zonas de inestabilidad atmosférica subiendo por encima de los 40.000 pies.
2025
Los equipos viajan cada semana
Pero carecen de aviones en propiedad. «No sería rentable», explica el piloto Pablo Poza. «Lo que hacen es suscribir acuerdos con compañías para comprar horas de vuelo». El Barça femenino o el Athletic tienen aviones rotulados pero no los usan, sino que son un instrumento de marketing.
Respecto a esos mareos de Zarra, Poza tiene claro que el confort también ha dado un salto de gigante. «Los aviones de última generación tienen una cabina perfectamente aislada y presurizada. Se mueven poquísimo y apenas notas el zumbido de los motores. Nada que ver con aquellos propulsores de hélice, cuyo sonido tenía que ser ensordecedor», pondera. «Vas sumando cosas y te das cuenta de que volar en esos inicios de la aviación comercial tuvo que ser una mezcla de suerte, pasión y oficio». Toda una aventura.
Enlace de origen : 83 años del 'despegue' del fútbol español