Jarandilla se encuentra en el corazón de la comarca de La Vera, en el norte de la provincia de Cáceres, lugar de refugio para muchos … veraneantes que huyen de las masificadas playas y buscan el frescor de las faldas de Gredos y las pozas del río Tiétar. A poco más de dos horas de Madrid, con buena conexión por autovía, la población se multiplica cada verano. Y con ella, la demanda de ocio.
Así nació hace cinco años Jarandeando, una especie de carnaval estival donde se rinde homenaje a la música y la moda de los años 60, 70, 80 y 90. Este año, en su quinta edición, la localidad desbordaba color, música y disfraces. Por sus calles paseaban Sandy y Danny Zuko reencarnados en adolescentes extremeños, o versiones improvisadas de hippies sacados de ‘Easy Rider’. Pero la banda sonora no la puso una orquesta, sino un animador con mucho que decir sobre el presente y el futuro de las verbenas: Paco Santos.
Este vecino de Plasencia no es un recién llegado. A sus 52 años y tras más de tres décadas entre emisoras de radio y cabinas, ha sabido reinventarse con un espectáculo que no es concierto ni sesión de DJ al uso: es una fiesta colectiva construida en torno a la nostalgia, la emoción y una precisión técnica impecable. «Lo que hacemos es una fiesta donde el protagonista es el público», resume. Desde que estrenó el formato en 2023, el ‘Boom de los 80 y los 90’ –como se llama su espectáculo más demandado– no ha dejado de girar. Solo este verano, tiene cerradas más de 60 actuaciones, 27 de ellas este mes. Y todo apunta a que el año próximo superará las cifras.
Las orquestas de Plasencia, por donde pasaron los miembros originales de Extremoduro, han desaparecido de la escena musical
Lo visto en Jarandilla es un resumen perfecto de ese fenómeno: una producción visual y musical que, durante cuatro horas, mantiene a centenares de personas –en este caso fueron 2.000– coreando éxitos de Los Pecos, Raffaella Carrà o Mecano, bajo una lluvia de confeti, globos y serpentinas. Un montaje de primer nivel que incluye bailarinas, cantantes en directo, disfraces temáticos, lanzadores de efectos especiales y un guion milimétrico que alterna clásicos con pequeñas sorpresas para el público: «La clave es que no hay ni una canción que no se sepa la gente. El repertorio está pensado para que nadie desconecte. Nada de temas de relleno. Todo lo que suena despierta una memoria».
Es ese enfoque emocional –y accesible– el que ha encontrado su público entre los mayores de 35 años. Un grupo cada vez más desplazado de la cultura musical dominante, centrada en el reguetón o la electrónica, y que convierte estas citas en un espacio para reencontrarse con su juventud. El espectáculo de Santos se divide en tres bloques: los años 80, los 90 y una última media hora dedicada a los principios de los 2000. No hay pausas, pero sí transformaciones: coreografías, cambios de vestuario, cantantes invitados y visuales que hacen del evento una experiencia completa.
Dobletes y tripletes
Ahora bien, no es solo cosa de uno. El animador placentino dirige un equipo de más de 10 personas, que incluye técnicos, bailarinas, colaboradores y personal de producción. El montaje comienza horas antes, con equipos de sonido, pantallas y estructuras que se ensamblan en cuestión de horas. «La gente solo ve el resultado, pero detrás hay mucha preparación. Ensayamos, planificamos y ajustamos todo para que parezca fácil», dice con una sonrisa. En otro tiempo, estos eventos hubieran estado reservados para grandes orquestas, con bandas de 10 o 15 músicos. Pero el modelo está cambiando. Solo en Galicia, una de las comunidades con mayor tradición orquestera, el número de grupos ha caído de 150 a apenas 50 en una década. ¿Las razones? El aumento de los costes, la despoblación rural y la competencia de nuevas fórmulas más económicas y versátiles.
Un espectáculo como el de Paco puede costar al ayuntamiento de turno entre 8.000 y 9.000 euros, frente a los 15.000 o 20.000 que pide una orquesta mediana con todos sus músicos y técnicos. Sin embargo, el resultado del primer tipo de show no se queda atrás respecto al segundo, juzgan los presentes. «Superamos todas las expectativas de asistencia», precisan desde el Consistorio de Jarandilla. El animador, sin embargo, rehúye comparaciones, no quiere excluir a nadie. «Las orquestas no van a desaparecer. No es cuestión de que una cosa sustituya a otra.Cada una tiene su público. Lo que he intentado hacer es para localidades más pequeñas, que no se pueden permitir formatos espectaculares», admite con tacto.
Paco Santos comenzó en la radio en la adolescencia. Improvisaba programas de música. A los 16 años ya pinchaba en bodas y fiestas. Su tartamudez, que nunca ha sido un impedimento para él, desaparece como por arte de magia cada vez que se pone al micrófono. «Cuando hablo en público, me transformo. Me convierto en la persona que siempre soñé ser», cuenta este hombre al que hicieron pregonero de las ferias de Plasencia en 2023.
Show interactivo. El ambiente no decae ni un instante gracias a la buena mano del animador.
J. C. R.

Hoy, desde su base en su ciudad natal, coordina un equipo que no solo cubre Extremadura, también va a puntos de Ávila, Salamanca, Toledo y Madrid. Incluso se ha abierto a formatos paralelos como espectáculos infantiles, donde Mickey Mouse baila reguetón y los padres agradecen un rato de calma. «Yo lo que quiero es que la gente desconecte, se ría, cante… Que se olviden de sus problemas durante unas horas». Esa filosofía se ha traducido en una agenda saturada. Algunas jornadas hace doblete e, incluso, triplete: una boda por la mañana, un espectáculo infantil por la tarde y su famoso ‘Boom’ por la noche. «Con la edad se nota el cansancio, pero mientras el cuerpo aguante, ahí estaremos», bromea.
Independencia y oportunidad
Lo vivido en la noche de Jarandilla demuestra que las verbenas no han muerto, sino que han mutado. Y lo han hecho de la mano de profesionales como Paco, que han sabido leer los cambios del público y adaptarse con ingenio, oficio y pasión. No es una tendencia aislada. Plasencia ha sido siempre tierra de legendarias orquestas, como Los Dogos o Escarlata. Algunas de esas formaciones míticas vieron pasar por sus filas a músicos como Salo y Fanta, miembros originales de Extremoduro, o las coristas María y Belén, que pusieron voz a los himnos atemporales de Robe, como ‘Ama, ama, ama y ensancha el alma’ o ‘Quemando tus recuerdos’. En 2025 apenas quedan resquicios de ellas ante la imposibilidad de mantener un formato cada vez más caro y más exigente. En su lugar, crecen las bandas tributo y los shows temáticos como el de Paco.
A pesar de todo su éxito, el plasentino sigue al frente de su empresa con el mismo empeño que el primer día. Rechaza integrarse en plataformas más grandes porque perdería la libertad de controlar el guion, la música y el ritmo de sus espectáculos. «Si es mi show, lo estructuro como creo que va a funcionar mejor», dice con convicción. También tiene claro que hay que dar paso a nuevas generaciones. Su equipo ya cuenta con jóvenes DJ’s y animadores que se están formando bajo su tutela. «No me puedo dividir. Pero ellos son tan buenos como yo. O mejores. Solo necesitan una oportunidad».
Enlace de origen : Low cost y nostalgia: así han cambiado las verbenas de verano