
Con Trump nunca se sabe. La impredictibilidad del presidente americano es la única esperanza del sector del vino, que de momento se atiene a … la orden ejecutiva que este viernes firmó el inquilino de la Casa Blanca: los aranceles generales del 15% para los productos de la Unión Europea incluyen también al vino y a los licores espirituosos, cuya exención se venía demandando con insistencia en las últimas semanas. La barrera arancelaria no entrará en vigor hasta dentro de una semana (el 7 de agosto) y no afectará a las remesas expedidas antes de esa fecha siempre y cuando lleguen al país americano antes del 5 de octubre. Hasta entonces seguirán pagando el 10%; a partir de ese día, si nada lo remedia, deberán afrontar el nuevo gravamen.
Se mire como se mire, es una noticia pésima para el sector y especialmente para el vino de Rioja, que había conseguido abrirse camino en un mercado enorme y de alto poder adquisitivo. Estados Unidos se había convertido ya en el segundo país importador, tanto por volumen como por valor. Los aranceles son nuevos palos en las ruedas de un sector que afronta una coyuntura complicada, con una caída sostenida de consumo en el mercado mundial. El golpe también ha sido muy sonoro en Francia, en Italia y en todas las regiones vinícolas de la Unión Europea. No obstante, fuentes de la Comisión insisten en que se van a seguir negociando exenciones incluso después de cumplida la fecha límite. La volubilidad de Trump da tanto margen para el terror como para la esperanza. «La Comisión sigue empañada en conseguir y asegurar el máximo número de exenciones, incluidos productos tradicionales como el vino y los espirituosos», señaló Olof Gill, portavoz de Comercio de la Comisión Europea. Pero, pese a estos propósitos, el futuro no deja mucho lugar al optimismo. El 15% sigue siendo la cifra.
En la batalla por el mercado vinícola estadounidense países como Australia, Argentina y Chile, sometidos –de momento– a aranceles menores (10%), pueden cobrar una ventaja decisiva. No así Nueva Zelanda, a cuyos gobernantes se les atragantó ayer del desayuno al comprobar que, en contra de lo que esperaban, Trump también les había aplicado un 15%. La imposición de aranceles al vino europeo no convence ni siquiera a los productores y distribuidores americanos, que preferirían una relación cero-cero que cada vez se antoja más difícil. Los elaboradores americanos temen, además, que los aranceles impuestos al corcho –que compran a Portugal y a España–, a las botellas o a las barricas acaben estrechando sus márgenes o provocando una subida general de precios.
Enlace de origen : La orden confirma los aranceles al vino, aunque la UE quiere seguir negociando