La velada mas sugestiva de Cameros

Domingo, 6 de julio 2025, 11:51

La luz de las velas y las ganas de que la del sábado fuera una noche mágica en El Rasillo de Cameros disiparon los nubarrones que se cernían por la tarde sobre los cielos serranos y conjuraron el riesgo de tormenta que durante los últimos días pregonaba la Aemet. Finalmente no llovió ni una gota y rasillanos y visitantes inundaron la tarde y las calles del pueblo para disfrutar de la séptima edición de la Noche de las Velas, un evento ya consolidado y que se ha convertido en el mas multitudinario de la localidad por la gran cantidad de publico que acude atraído por las luminarias.

En un alarde logístico y de organización, el Ayuntamiento, la asociación Achondite y vecinos desplegaron nada menos que 18.000 velas por todos los rincones del casco urbano. Balcones, ventanas, escalinatas, rejas, plazas, jardines, alcorques, fuentes… No había apenas espacios libres que no lucieran alguna candela. Todas se encendieron a partir de las 21.30 horas y su luz fue ganando protagonismo a medida que el ocaso apagaba la luz del día y una media luna en creciente se situaba en lo alto de El Rasillo. Poco a poco, el pueblo quedo sumido en una atmósfera desconocida de luces y sombras, de centellas tintineantes y siluetas deambulando por las calles como espíritus de una fiesta concurrida pero tranquila, con gente procesionando por calles, cuestas y esquinas, pero sin armar bulla. En este ‘via crucis’ de mera contemplación estética, resultaban obligadas las paradas ante el viejo olmo y la iglesia de Nuestra Señora de las Eras, con dibujos luminosos a sus pies y en su arquería de entrada; en el viejo lavadero, tan sugerente con sus luminarias en las verjas y en el vaso de lavado, y en la fuente de la plaza Alejandro Navarrete, en donde agua y fuego compartían espacio en un guiño a los elementos mas primigenios.

Música y mercadillos

Tres hitos de un recorrido en el que cada uno encontraba su rincón favorito y aprovechaba para sacarse unas fotos, como la familia Martínez, con su pareja de niños que posaban extasiados ante tantas velas. «Es una fiesta espectacular, nos gusta mucho y si el tiempo acompaña como esta noche, disfrutas un montón. Los hijos están maravillados», decía Marcos, el padre, junto al pórtico de la iglesia, en donde los jóvenes talentos de Picolo y Saxo ofrecieron un concierto que lleno también el templo.

El contrapunto a tanto gozo estético y musical lo pusieron las degustaciones en las plazas del Ayuntamiento y Los Tilos, y hubo también mercadillo con puestos, entre otros, de artesanía local, queso y miel. Fue, en definitiva, una noche para relamerse.

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