
Un francotirador de origen asiático explicó en la televisión estatal de Rusia que cada vez que capturan a un soldado ucraniano le cortan los dedos … índices. «De la mano derecha e izquierda, para que no pueda volver a disparar», relató el militar Dugar Zhamyanov, que intervino a cara descubierta en un programa especial en la noche del domingo.
Su testimonio ha vuelto a centrar la mirada internacional en las torturas que sufren los soldados capturados en la invasión de Ucrania y la brutalidad en el campo de batalla. El relato del francotirador tiene lugar apenas dos semanas después de que un tribunal de la capital juzgara a Dmitri Kurashov por ejecutar a un soldado ucraniano al este de Zaporiyia. La víctima acababa de salir de una trinchera y se estaba arrodillando en el suelo cuando el acusado le disparó una ráfaga con un AK-47.
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Kiev ha responsabilizado en numerosas ocasiones a Moscú de cometer crímenes de guerra y, aunque el Kremlin siempre lo ha negado, esta vez ha sido un integrante de sus tropas quien lo ha dicho abiertamente ante las cámaras. En directo y en ‘prime time’.
Los Convenios de Ginebra, que protegen a las víctimas de conflictos armados y cuentan con la firma de Rusia, recogen que los prisioneros de guerra deben ser tratados con humanidad y prohíben los actos u omisiones que causen la muerte y perjudiquen su salud, incluidas mutilaciones. Sin embargo, tanto Kiev como algunos de sus aliados occidentales han acusado a Moscú de haber cometido diversas atrocidades desde el inicio de la invasión en febrero de 2022, como la matanza de Bucha -el Kremlin asegura que Ucrania realizó aquí un ataque de falsa bandera- o la deportación de menores huérfanos a territorio ruso -con el argumento de que los salva-, entre otros.
Según la Fiscalía ucraniana, nueve de cada diez militares que son devueltos de las cárceles rusas han sufrido malos tratos; palizas, descargas eléctricas, vejaciones sexuales o hambre. Uno de los últimos soldados entregados por el Kremlin recuerda que sus captores solo les dejaban «treinta segundos» al día para comer lo que pudieran en ese plazo. Kiev ha confirmado que más de 200 compatriotas suyos han muerto en las prisiones enemigas y que numerosos cuerpos son devueltos en estado avanzado de descomposición y mutilados.
Testimonios indirectos
Aparte del testimonio de Dugar Zhamyanov, los organismos y medios internacionales han recopilado otras declaraciones, aunque eso sí, indirectas, donde los soldados hablan de casos en los que «les cortamos las orejas» o «los dedos» a los reos. Familiares de detenidos han denunciado también haber recibido presiones mediante llamadas de teléfono en las que les comunican que sus allegados pueden ser liberados o recibir un trato mejor si revelan a los rusos las ubicaciones de cuarteles o de defensas antiaéreas ucranianas o cometen sabotajes contra bienes militares o las cajas eléctricas de los ferrocarriles.
También Moscú ha denunciado supuestos crímenes de guerra por parte de Kiev. Y la ONU ha confirmado que al menos la mitad de sus soldados capturados han sido torturados. Uno de los documentos que presentó el Kremlin ante la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) detalla algunos de esos presuntos episodios cometidos en territorios hoy controlados por las tropas rusas como Donetsk o Mariúpol. Entre los autores que se señalan destaca el Batallón Azov, un grupo de ideología extremista que incluso antes de la actual guerra -ya en el año 2014- había luchado contra milicias prorrusas del Donbás, al este del país. Entre estas guerrillas que combaten a uno y otro lado del frente hay todo tipo de perfiles: desde comunistas y nostálgicos de la URSS hasta bandas neonazis.
Desde el inicio de la invasión Kiev y Moscú se han acusado mutuamente de crímenes de guerra
Moscú incluso desde antes del inicio de la guerra rusoucraniana ya tildaba a Kiev de país neonazi y extremista. Uno de los dogmas más extendidos en la propaganda rusa es que sus tropas luchan contra el fascismo, tal y como hicieron en la Gran Guerra Patria (como se suele conocer la Segunda Guerra Mundial en Rusia). Sin embargo de los 450 asientos del Parlamento las fuerzas de extrema derecha solo ocupan uno y aunque varias formaciones extremistas fueron de la mano en las últimas elecciones de 2021, obtuvieron un 2,15% a nivel nacional.
«Soy un nazi»
Paradójicamente, múltiples milicias y grupos paramilitares rusos que luchaban contra Kiev no ocultaban sus simpatías por la ideologías de extrema derecha. El caso más paradigmático es Russich (‘Ruso’, en alemán). Uno de sus líderes, Aleksei Milchakov, admitió en 2020 ser nazi. «No voy a dar un rodeo y decir que soy nacionalista, patriota, imperialista, etc. Lo diré directamente: soy un nazi«, fueron sus palabras exactas. Sus primeros momentos de fama en Internet en 2011 fueron por un vídeo en el que torturó y decapitó a un cachorro de perro.
Además de recibir apoyo de estos paramilitares, el más conocido son los famosos Wagner. Uno de sus excomandantes fue Dmitri Utkin, que falleció en el accidente aéreo que mató también a Yevgeni Prigozhin, el líder del grupo. De él se sabe que tenía tatuajes con los logos de las SS de la Alemania nazi, entre otros símbolos similares. El Movimiento Nacional Bolchevique (una formación que mezcla fascismo y comunismo, que está prohibida en Rusia y es tildada como extremista) y el Ejército Ruso Ortodoxo (fundamentalistas ortodoxos acusados de matar a cristianos de otras ramas) fueron algunos de los otros grupos que lucharon por los intereses del Kremlin en el Donbás. Incluso atrajeron a radicales de otras partes de Europa, como es el caso de Chetniks serbios (acusados de crímenes de guerra en los conflictos de los Balcanes) y miembros del Movimiento de Resistencia Nórdico, un grupo neonazi panescandinavo.
Enlace de origen : Soldados rusos admiten por primera vez mutilaciones a militares ucranianos