
Eva Sanz Arazuri (Logroño, 1976), catedrática de Didáctica de la Expresión Corporal, asumió el rectorado de la Universidad de La Rioja hace seis meses. La … LOSU le concede seis años de mandato improrrogable; tiempo para soñar con una Universidad, según sus palabras, «muy abierta a la sociedad, más flexible e internacional». Y con nuevos títulos en su oferta, como el anhelado grado en Medicina.
– Mañana comienza el proceso de admisión para los estudiantes de grado. Para un alumno, ¿en qué es una ventaja y en qué un hándicap el pequeño tamaño de la UR?
– Ventajas encuentro muchas y me costaría encontrar algún hándicap. Aquí los alumnos tienen nombre y apellidos. Todos los profesores conocen a sus alumnos y les hacen un seguimiento que va más allá de la parte académica; les orientan y les acompañan emocionalmente. El ratio de profesor/alumno en esta universidad está en torno a uno por cada diez cuando la nueva ley marca que esa proporción debe ser al menos de uno por cada veinticinco. Además, se favorece mucho la interacción entre alumnos de facultades diferentes. Eso hace que la convivencia sea más rica. Y, al estar en una comunidad pequeña, la relación con el mundo laboral y profesional es más estrecha.
– ¿Debe reaccionar la Universidad a los vaivenes de la demanda social? A veces se le acusa de rigidez a la hora, por ejemplo, de aumentar plazas en los estudios más demandados, como Enfermería.
– La Universidad está al servicio de la sociedad; así que debe reaccionar a las demandas tanto de los estudiantes como a las necesidades profesionales. La cuestión es que tanto el aumento de plazas como la creación de titulaciones deben ser asuntos meditados y tratados con rigor. En cuanto a Enfermería, hemos atendido a esa necesidad. Hace dos años teníamos 75 plazas de nuevo ingreso, pero las aumentamos primero a 90 y luego a 120.
– ¿Y al revés? ¿Pueden llegarse a extinguir grados que ahora son mucho menos demandados?
– Tenemos ejemplos de universidades cercanas que están eliminando titulaciones o que las están reformando por completo. Podría darse el caso; la cuestión es que, a la hora de extinguir una titulación, no solo hay que estimar cuál es la demanda social o su empleabilidad, sino también la necesidad de generación de conocimiento. Hay titulaciones que a priori pueden ser poco demandadas, pero son estructurales para el desarrollo de una sociedad.
– Ahora se imparten en la UR tres másteres ‘on line’, pero ningún grado. ¿Debe explorar más a fondo la enseñanza telemática o, con toda la floración de universidades virtuales, es mejor centrarse en lo presencial?
– La UR es una universidad presencial y debe seguir identificándose como una universidad presencial. La enseñanza presencial ofrece unas garantías que no ofrece la docencia ‘on line’. A partir de ahí debemos ser flexibles y explorar, como ya hacemos, ofertas híbridas.
– Pero no hay prevista la implantación de ningún grado ‘on line’.
– No; nuestra esencia es presencial y, aunque estamos abiertos a todas las edades, nuestro público suele ser estudiantes de 18 a veintipocos años y la modalidad ideal para ellos es la presencial.
– ¿Está a favor de que el Gobierno ponga coto a la proliferación de universidades privadas?
– Estoy a favor de que todos velemos por la calidad del sistema universitario. Tenemos que recordar que las universidades no somos centros de educación; somos centros de investigación, de generación de conocimiento, que luego transferimos ese conocimiento para formar a los futuros profesionales. Esa formación debe ser rigurosa, de calidad y avalada por la investigación. Universidades, Ministerio y comunidades autónomas debemos velar por eso.
– Uno de los requisitos apuntaba a que tuvieran al menos 4.000 alumnos. La UR los supera, pero por poco. ¿El número de alumnos realmente es significativo?
– Puede serlo. Nosotros lo superamos; rondamos los 5.000 cada año y en el curso 24-25 todos los grados cubrieron sus plazas de nuevo ingreso. El número debe estar acorde con la región, y la nuestra es pequeña. Aun así, vamos creciendo.
– ¿Se ha alcanzado una cierta convivencia con la UNIR o persisten las fricciones?
– Convivencia por nuestra parte siempre va a haberla. El diálogo y el buen trato es lo que nos permite entendernos.
– ¿Pero siente que la UNIR es competencia directa?
– Creo que atendemos a públicos totalmente diferentes. Nuestra universidad es la ideal para esos más de mil estudiantes que acaban de presentarse a la PAU.
Un futuro con Medicina
– El Gobierno riojano insiste en que el próximo curso (26-27) comenzará a impartirse Medicina en la UR. ¿Usted está tan segura?
– Todo lo que está en nuestras manos lo estamos haciendo. Estamos trabajando duro desde la UR y nos sentimos apoyados por la comunidad autónoma para que la implantación de Medicina en el curso 26-27 sea una realidad. Está muy avanzado, aunque hay cuestiones que no dependen de nosotros, sino de la Aneca (Agencia Nacional de Evaluación y Acreditación).
– Lo que seguramente no estarán aún serán los nuevos edificios. ¿Se impartirán las clases en alguna ubicación provisional?
– Si algo teníamos muy claro es que no queríamos empezar a impartir Medicina con espacios provisionales. Nuestro plan de adecuación de la Facultad de Ciencias de la Salud garantiza que para el curso 26-27 todos los espacios específicos para la impartición del grado de Medicina estén ya disponibles. Ciertamente necesitamos mayor espacio, pero actualmente tenemos un edificio de la Facultad, que es donde se imparte Enfermería, y que reformaremos durante este curso para que se pueda impartir también Medicina.
– Medicina se ha convertido en una apuesta clave para el Gobierno de Capellán. ¿Teme que los recusos necesarios para su implantación vayan en detrimento de otros estudios?
– No solo no lo temo, sino que ha sido una de las cuestiones que tanto esta rectora como el rector anterior hemos puesto encima de la mesa. Nos parece que Medicina es una buena apuesta para la UR y para la comunidad autónoma, pero siempre vamos a estar vigilantes no solo para que no afecte al resto de titulaciones, sino para que repercuta positivamente en ellas. El nuevo edificio, por ejemplo, albergará el paraninfo de la Universidad y también habrá nuevos laboratorios que no solo darán servicio a los profesores de Medicina y Enfermería.
– ¿Se sabe ya con cuántos estudiantes comenzará?
– Sí. El punto de partida será con 30 estudiantes. Algo que caracteriza a este equipo de dirección es la prudencia. Necesitamos muchos recursos humanos nuevos, mucho profesorado del ámbito médico, que debe reunir unos requisitos, bastantes de los cuales complementarán su dedicación asistencial y docente. Hay que buscar la sinergia entre la parte asistencial y la parte docente. Somos conscientes de que necesitamos médicos y no podemos prescindir de la labor asistencial.
–Mencionaba antes a la Aneca. Hay demanda social para Medicina, desde luego, ¿pero de qué dependerá que la Agencia dé el visto bueno?
– Se miden muchas variables: el plan de estudios, los recursos materiales (infraestructuras, espacios)… El plan que vamos a enviar a la Aneca va a ser muy sólido. Vamos a ofrecer los espacios específicos ya disponibles desde el primer momento. Y también los recursos humanos. La UR ya dispone de profesores que están dando clase en el grado de Enfermería, pero también hablaremos de los recursos humanos que necesitaremos durante toda la implantación. Y la otra variable es que la comunidad autónoma tenga capacidad para absorber a los alumnos en prácticas. Por eso queremos ser prudentes, empezar con treinta alumnos y más adelante analizar si estamos en condiciones de ampliar el número de plazas.
– Hace dos años la Aneca tumbó el grado de Tecnología del Lenguaje que pretendía implantar la UR. ¿Esa toalla se ha tirado ya o se intentará otra vez?
– No solo no se ha tirado esa toalla, sino que, cuando enviemos a Aneca el grado de Medicina, remitiremos también el grado en Tecnología del Lenguaje. Es bastante habitual que la primera vez que se envía un plan de estudios a Aneca hagan observaciones. Esas observaciones nos permiten mejorar el plan, y eso es lo que hemos hecho. Así que es posible que para el curso 26/27 tengamos dos grados nuevos.
El impacto de la LOSU
– La LOSU(Ley Orgánica del Sistema Universitario) lleva casi dos años en vigor. ¿La Universidad ha ido a mejor o a peor?
– La LOSU ofrece soluciones a problemas que siempre han existido en el sistema universitario. Desde la Universidad de La Rioja estamos intentando que esos cambios que propicia la LOSU sean beneficiosos para la UR. Ofrece un gran apoyo para conseguir la estabilización del profesorado y así lo hemos podido ver en los últimos años. Hemos pasado de estar hace cuatro años con más del 50% del personal docente e investigador temporal a estar este año en un 22%. Hemos reducido la temporalidad en casi treinta puntos.
– Aun así, la LOSU marca un máximo del 8%.
– Sí, pero para el 2030. Y estamos en ese camino.
– ¿Cuál es la relación de la UR con el Gobierno regional? ¿Atiende sus peticiones o es un poco rácano?
– (Risas) A ver… Las relaciones son buenas. Podemos decir que vamos mejorando la financiación de la Universidad de La Rioja, aunque distamos mucho de ese 1% del PIB que marcan la LOSU y la Ley de Mejora del Sistema Educativo. No podemos decir que estamos mal financiados, pero para dar un salto grande en la educación superior de La Rioja tiene que haber una apuesta grande. Creo que el Gobierno ha manifestado en todo momento su confianza en la universidad pública de la comunidad autónoma.
– Se dice que la peor cuña es la de la misma madera. Que el presidente Capellán sea catedrático de esta Universidad, ¿les beneficia o les perjudica?
– Es una ventaja porque es muy sensible a las necesidades del sistema universitario. Conoce cuáles son las debilidades y las fortalezas de la UR.
– Siempre se achacan a la universidad española tres defectos: su endogamia, la politiquería en los departamentos y la burocracia. ¿Hay algo de cierto?
– Este equipo de dirección, acompañado por todo el campus universitario, está trabajando para reducir la burocracia y simplificar procesos. También somos muy pulcros para cumplir con los principios de igualdad, mérito, capacidad y transparencia. Este es otro de los campos en los que la LOSU está apoyando bastante. No solo para serlo, sino también para parecerlo.
– El uso de la inteligencia artificial por los alumnos, ¿va a obligar a cambiar la docencia?
– Ya ha obligado a cambiar la docencia. Tenemos que adaptarnos a los avances sociales, y la IA es uno de ellos. Hay que tomarlos como aliados. La inteligencia artificial puede ser un gran apoyo para la adquisición de conocimientos del estudiantado y también una herramienta para la evaluación continua.
Enlace de origen : «Queremos ser prudentes y empezar Medicina con treinta alumnos»